REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

LA GRATITUD

 

 

Gervasio Portilla | 02.10.2020


 

 

La gratitud, la memoria de la verdad, sin duda son magnificas virtudes. Desgraciadamente no siempre es así, la falta de memoria, cuando no la mentira, son en estos tiempos demasiado habituales.

En el bonito pueblo de Liérganes, uno de los más bellos no sólo de Cantabria, sino de España, acaba de ocurrir algo así.

No se trata de ser de derechas, de izquierdas o de centro y mucho menos de dividir y crispar a la sociedad, pero si de buscar la verdad o no callarse cuando no se reconocen los méritos de la personas.

Resulta, que el pueblo de Liérganes distinguió en su día con su más alta condecoración al que fuera Ministro de la Gobernación en el régimen anterior, Camilo Alonso Vega.

Don Camilo, como le llamaban en Liérganes veraneaba en esta bella localidad, donde “tomaba las aguas” en su balneario.

Don Camilo, transformó Liérganes, con obras y más obras, que eran la envidia de las localidades cercanas, por ello se le otorgaron los máximos honores del Municipio, atendió también a muchas personas, que le pedían cuestiones básicas en aquella época.

Recuerdo como un personaje como Julián el “Limpia”, subía en el tren desde Solares en los meses de verano a limpiar zapatos a las personas que se hospedaban en los hoteles de Liérganes, entre ellas a don Camilo, que le daba muy buenas propinas todos los días, recuerdo como bajaba en el último tren feliz y contento de sus conversaciones con el Ministro al que tanto quería.

Esto no tiene nada que ver con la política, sino con la humanidad y la gratitud, nada tiene que ver con ser de esto o de aquello sino de reconocer y guardar la verdad.

Nada eso ha ocurrido en Liérganes, porque la Corporación cumpliendo la ley de Memoria Histérica, le ha quitado los reconocimientos, que en su día los vecinos le dieron por unanimidad.

Es verdad, que en las gentes que vivieron aquella época, por mucho que tengan que quitar no se les olvidará y en el fondo de su corazón estará la gratitud, al margen de ideológicas.

Mucho más grave aún, es quitar la Cruz, que debiera de ser de todos y para todos.

La Cruz es de todos, el Señor nos vino a salvar ¿A quién molesta?.

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista