Guerra, hogares y menos consumo de gas, Francia y España

 

 

Miguel del Río | 19.07.2022


 

 

 

 

 

España marca récords en Europa, por motivos bien diferentes: inflación, ausencia de medidas por negación de la realidad, y no ofrecer a los ciudadanos un mensaje claro sobre el feo panorama en ciernes. Francia lo ve de otra manera. Anuncia que habrá que recortar luz nocturna en sus ciudades, por si Putin corta el suministro de gas. El aire acondicionado y la calefacción van a ser las primeras afectadas, especialmente dentro de las Administraciones Públicas. Como aquí vamos de récords, pero en negativo, veremos la contundencia española a la hora de aplicar lo que ya pide oficialmente la UE a todos sus países.

 

La diplomacia internacional habla de la Guerra de Ucrania. También lo hacen los primeros ministros de los bloques políticos existentes en el mundo, unos de parte del agresor, Rusia, y otros con valoraciones muy pensadas, ya que Putin es el capo de las energías, como el gas y el petróleo. Si cierra el grifo, la economía pasará de buena o regular a muy mala. En la calle aún no se percibe lo que realmente pasa. Estamos a lo nuestro: vida, trabajo, preferencias y preocupaciones. Pero sin hablar de guerra alguna, como si no fuera con nosotros.

En esto, y para ahorrar gas, la Unión Europea nos empieza a preparar: aire acondicionado a 25 grados y calefacción a 19. Desde hace meses, gobiernos como el austriaco o el alemán aleccionan a sus ciudadanos con útiles recomendaciones en caso de apagón. En España, no. España siempre ha sido diferente. Aquí estamos con lo del impuesto a la banca y a las energéticas, y con el billete gratuito del tren. Sobre lo que viene, ningún mensaje. Nada que decir al respecto, hasta que la tormenta perfecta se sitúe encima de nosotros, y reaccionar sea ya demasiado tarde. Lo que digo no es meter miedo. Es pensar con lógica para actuar coherentemente. Pongamos un ejemplo: Macron, presidente francés. Acaba de pedir a los ciudadanos del país vecino que estén preparados, especialmente en materia energética, por si Rusia corta definitivamente el suministro de gas.

La Guerra de Ucrania está haciendo un daño terrible al mensaje único, de unión, que fue desde su nacimiento el gran proyecto europeo. Regresando a Francia, prepara lo que denominan plan de sobriedad energética, y pide que la administración y las empresas sean las primeras en aplicarlo. El presidente francés es tajante: “Los galos deben entrar colectivamente en una lógica de sobriedad”. Bien, ¿cómo se entiende hablar así a los ciudadanos franceses, mientras aquí no pasa nada? En uno de los principales países de la Unión, como es Francia, se proyecta reducir drásticamente la iluminación nocturna. ¿A qué estamos entonces en España?

La verdad es que, en pleno verano, frenado por más que quieran decir lo contrario los gabinetes de prensa gubernamentales, son muchos ya los españoles que están con la mosca detrás de la oreja. Más tarde llegarán las prisas para hacer las cosas de un día para otro, que es como mayormente se actúa aquí, tarde y mal. Los países europeos más relevantes nos llevan una ventaja de meses respecto a haber iniciado medidas que palien la gravísima crisis energética que se está cociendo. Veremos cómo aplican las administraciones españolas esto de restringir el aire acondicionado y la calefacción. Hay muchas preguntas en torno a semejante medida. ¿Quién se va a encargar de su cumplimiento?, ¿qué sanciones se contemplan para quien incumpla la premisa?, como ejemplo, ¿por qué no se ha hecho ya en España adecuar sus administraciones y la actividad que llevan a cabo al ahorro energético? Pues porque nuestra mentalidad no está hecha a estas restricciones. ¿Se imaginan anunciar aquí y ahora lo mismo que en Francia, que acaba de pasar ya por sus elecciones? La recuperación en España, como ya ocurrió del 2008 al 2015, puede ser de nuevo durísima de afrontar.

Sin embargo, hoy los sectores sociales que padecerán penurias serán más que los de la última gran crisis económica mundial. Pasamos de una depresión a otra, sí, pero la de ahora conlleva gastarse el poco dinero que hay en guerras, comprar armas, y proveer de víveres y otros costosos servicios a las tropas que cada día se movilizan en mayor número. La reciente Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid se ha unido a Vladimir Putin a la hora de construir un mundo donde el peligro y la inestabilidad imperan por encima de la paz y la convivencia.

Desde que empezó la Guerra de Ucrania el 20 de febrero de 2022, y leas a quien leas, vislumbrar un horizonte se ha convertido en el secreto más difícil de aclarar, incluso para los Premios Nobel. Se plantean más incongruencias que otra cosa, pero tampoco es que las sociedades estén movilizadas para clamar contra muchas de las barbaridades en que nos meten. ¿Por qué con la Guerra de Irak se salió en España a la calle, y con esta de Ucrania, no? ¿Qué diferencia a un gobierno de un signo político de otro distinto, para decidir incrementar el gasto militar, cuando no es el sentir ciudadano ni nos lo podemos permitir?

Empezó con el Covid, continuó con la mala gestión del mismo, y ahora con la Guerra de Ucrania y no tomar las iniciativas sensatas, lo cierto es que los medios de comunicación se están dejando toda su credibilidad en este tortuoso trayecto de la historia. Hoy en día, hay que ir más a contracorriente que nunca, aunque por ello recibas críticas o te monten una campaña de descrédito en las redes sociales. Son muchos, y de todos los ámbitos, los que han tirado la toalla en la búsqueda de una paz, para establecerse en esta nueva sociedad bélica, lo que requerirá grandes sacrificios a la población. Se empieza por el aire acondicionado y la calefacción, para esperar (¿sentados?) a todo lo que venga a continuación, y que ahora no nos quieren decir, al menos en la Spain is different.

 

 

Miguel del Río