Como europeo, ¿nos podría decir Bruselas si habrá apagón?

 

 

Miguel del Río | 05.06.2022


 

 

 

 

 

Hoy, para muchos, decir la verdad es alarmar. Quizás la falta de enseñanzas éticas tenga que ver con esa actitud. Si bien vivimos a diario como si nada, tratando de evadirnos de las preocupaciones, no vendría mal que se nos explicara claramente la situación que viene. Lo digo porque mientras los gobiernos austriaco y alemán recomiendan a sus ciudadanos que acopien alimentos frente a un apagón, en el resto de la Unión Europea, como es el caso de España, vivimos ajenos a que hay una guerra, una inflación disparada, y un precio de las energías, como la gasolina, que pronto muchos no se podrán permitir encender la luz o echar gasolina al coche.

 

La preocupación casi siempre toma dos caminos contrapuestos, según sea la forma de ser de la persona. O la interiorizas o la manifiestas. Como los cambios estéticos, el anhelo de vencer nuestras preocupaciones hace el agosto con tantas técnicas a las que apuntarse (mediante pago previo), que hay. En definitiva: muchos son los que a tu alrededor te dicen eso de que las preocupaciones son inútiles, pero nadie te da una solución que funcione, para espantarlas eficazmente de tu cerebro. Tener trabajo, mantenerlo, llegar a final de mes, ahorrar para la entrada del piso y amortiguar mensualmente la hipoteca, la salud, las relaciones personales, el amor, los hijos, su comportamiento y el futuro que les espera… Las preocupaciones son un empezar y no acabar nunca. ¿Hoy en día?, pues más. Sí, porque la incertidumbre e inseguridad se han adueñado de la sociedad tan mierdosa que hemos creado, repleta de avaricia, insolidaridad y salidas a los problemas tan detestables e irresponsables como es la guerra que se ha montado el sinvergüenza de Putin, invadiendo todo un país sin contemplaciones, como resulta el masacrado pueblo ucraniano.

En fin, que llevar a cabo eso que mantenía el gran poeta Federico García Lorca“Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir”, se queda solo en una bonita frase, ya que el día a día de todos nosotros es bien distinto, por eso de que un lunes en nada se parece al sábado. Actualmente, estamos más solos que nunca a cuestas con nuestras preocupaciones. No hay respuesta a la mayoría de los planteamientos que nos hacemos, ya que los gobiernos tampoco están a la altura de ofrecer soluciones y compromisos de serenidad. Tan solo hay que echar un vistazo al precio de todo en España, y en el resto de la Unión Europea, para unificar el significado de preocupación y tembleque.

Austriacos y alemanes, aleccionados por sus propios ministros, acopian en sus casas alimentos básicos por si de verdad llega el apagón, o las ansias expansionistas del ruso Vladimir Putin no se paran en las fronteras de Ucrania con el resto de países del viejo continente. ¿A qué estamos entretanto en España? Buena pregunta, que no seré capaz de contestarle en lo que queda de articulo, porque cada día en este país se vive un nuevo capítulo surrealista, y no hay ningún problema con nada, ni con la subida de la luz, el gas, la gasolina, los alimentos, las hipotecas o la inflación. ¡Aquí no pasa nada!, y lo que se programa en otras grandes capitales de la Unión Europea es porque su carácter va por otros derroteros, y se preocupan en exceso, debido seguramente a que no tienen tanto sol, bares y chiringuitos como España, con el verano a la vuelta de la esquina, viajes y turistas, que es lo único que cuenta.

El peor de los Gobiernos Europeos es el propio europeo, el de Bruselas. Aún tiene que dar muchas explicaciones sobre la mala gestión del Covid. Pero es que respecto a todo lo que ha venido después, con una gigantesca crisis económica cuyas consecuencias reales aún no han llegado, sigue mostrando una parálisis que desafecta cada vez más a los ciudadanos con el concepto de unión entre todos. Lo estamos viendo igualmente entre los países que cortan con la economía rusa, y aquellos que piensan en su gasolina y gas rusos, sin importarles la opinión del resto de socios.

Hungría y Eslovaquia, en su día en el ámbito de aquella Unión Soviética, se comportan ahora como si siguieran dependiendo de la influencia rusa, vetando las sanciones que la UE quiere imponer por la invasión de Ucrania. Si ya no sabes con quién estas, es que vamos peor de lo que parece. Y Rusia no solo sigue en sus trece con la cuestión bélica y agresiva, sino que va erosionando lo que debe ser una unidad inquebrantable en Bruselas. Lo mismo cabe indicar acerca de los mensajes. ¿Por qué acopian alimentos los alemanes? Si no hay nada que temer, ¿cómo hemos de digerir las instrucciones de determinados gobiernos europeos a sus ciudadanos?

La política europea debe mejorar, y mucho. Dejar de estar a la vera de Estados Unidos, en el sentido de que lo que se mande allí, se hace aquí. Han de ser mucho más claros y nítidos los discursos de los Charles Michel, Presidente del Consejo Europeo, Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, Josep Borrell, Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y Christine Lagarde, como Presidenta del Banco Central Europeo. Ahora no se les entiende. Y es que el resto de europeos tenemos derecho a que nos respondan a cinco preguntas.

1: ¿Cómo estamos?,
2: ¿Qué viene?,
3: ¿Debemos estar preparados?,
4: ¿Cómo nos preparamos?, y
5: ¿En qué podemos ayudar cada uno?

 

 

Miguel del Río