Intencionadas calamidades a la que sumar la viruela del mono

 

 

Miguel del Río | 24.05.2022


 

 

 

 

 

La que se erradicó en el siglo XX se denominaba tan solo viruela. Pero la de este nuevo siglo añade la palabra mono (viruela del mono). Mientras la ciudadanía anhela vivir con tranquilidad, los nuevos virus y las formas en que se nos presentan no propician precisamente un tránsito seguro del dolor hacia la calma. Realmente, ¿qué se esconde detrás de todo lo que pasa? Algo tiene que ser, porque es imposible que tal situación de malas noticias como vivimos, una calamidad tras otra, desde el Covid a la Guerra de Ucrania, sean fruto de la casualidad. Imposible, sí.

Como yo ahora, Voltaire lo tenía claro: “Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido”. Primero ha sido el Covid, luego una crisis profunda que trae desabastecimiento y necesidad, después una guerra dentro de Europa que no se sabe cómo va a acabar, para seguir con las nuevas dudas que genera un Coronavirus que no se va ni por asomo, y ahora nos vienen con la viruela del mono, con alarma incluida de que puede convertirse en nueva pandemia mundial. De vivir nuestra actualidad, el filósofo Voltaire tiraría a la papelera su Ensayo sobre la historia general y los derechos y espíritu de los pueblos. La cuestión esencial ahora es que nos quieren cambiar el mundo, su equilibrio, e incluso la forma de vivir y pensar que veníamos aplicando.

Si generalmente el poder se explica mal, en los peores momentos de la historia, y este lo es, da una sensación de noqueo, algo que se aprecia mejor en un Vladimir Putin, que hace lo que quiere, mientras la vieja Europa solo está preocupada por el petróleo, la energía y el gas ruso. La avaricia siempre ha estado al comienzo de la lista de nuestros defectos mayúsculos. Nosotros somos los generadores del dolor, de los virus, de las guerras, y de las consecuencias de las mismas: millones de muertos, como está habiendo.

Nada de lo que está ocurriendo, con una sucesión de calamidades que nadie frena, es fruto del mal fario. Durante lo peor del Covid, las voces discordantes fueron literalmente aplastadas, además de vilipendiadas mediante el calificativo de tontos y sus tonterías. Daba igual que fueran científicos, médicos, artistas u opinadores. Aquí no pasa nada, y punto en boca. Pero la sucesión de intencionadas calamidades merece ya una investigación exhaustiva, sobre todo para tratar la malísima racha que lleva a cuestas hoy nuestra civilización y todo lo que puede suponer: ir de mal en peor. Si dejamos que lo que ocurre se afiance dentro de la normalidad, hablar de futuro se me hace muy cuesta arriba, porque, sencillamente, no lo veo. Es imposible un mundo en paz y prosperidad, con un virus tras otro, con los millones de muertos que se generan por ello. Y cabe decir lo mismo con las guerras. La de Ucrania tiene muy mala pinta en lo que puede ser la expansión a otros países del entorno. ¿Y entonces qué?, ¿una guerra total?

El sosiego se está convirtiendo en la materia más anhelada. Lo mismo retroceder a antes de 2020, con la aparición del Coronavirus, que tanto daño nos ha propiciado en todos los sentidos. Visto lo visto, estamos al comienzo de la viruela del mono, y veremos el cariz sanitario, social y económico que toma esto. Seguir manteniendo que en este año estamos en la salida de las desgracias, con precios imposibles de las energías y una inflación disparada en Europa, lo nunca visto antes, es hacer gala de un optimismo injustificado. Pero así están nuestros Gobiernos. No seré yo quien les chafe la fiesta, pero resulta toda una contradicción que cada mes de este 2022 aparezca un nuevo ciclón en forma de virus o mal dato económico, todo ello propiciado por la misma mano, la nuestra.

Empiezo a tener dudas de que se pretenda verdaderamente estabilizar todas las malas situaciones por las que estamos metidos. Con los primeros datos que aparecen de lo que puede ser una nueva pandemia, no es como para abrazar optimismo alguno. Ante un revés, siempre he recomendado levantarse y seguir luchando. Si se suma uno nuevo, lo mismo; y con otro más, actuar también de igual manera. Pero para que esta actitud funcione, a cambio, no todo deben ser zancadillas, como hoy vivimos dentro de un sistema que no deja de autocastigarse, autoflagelarse y autodestruirse. Si los ciudadanos no queremos que se actúe así, entonces, ¿quién está moviendo los hilos para ir tan cuesta abajo? Recuperándonos aún del Covid como estamos, no me creo, salvo Bill Gates, que nadie esperara este nuevo panorama de la viruela del mono. Poco se puede contar de la nueva enfermedad, porque casi todo sobre ella se está estudiando. La viruela, como tal, quedó erradicada en el siglo XX. En un 8 de mayo de 1980, la 33ª Asamblea Mundial de la Salud declaró oficialmente que “el mundo y todos sus habitantes se habían liberado de la viruela”. Pero estamos en el XXI y las historias de este periodo de la humanidad solo hacen que declarar una pandemia más. No se ha erradicado una, y aparece otra. Nada es producto de la casualidad. Es la naturaleza humana luchando contra sí misma.

 

 

Miguel del Río