QUIEN SEPA CÓMO SERÁ 2022, QUE DÉ UN PASO AL FRENTE

 

 

Miguel del Río | 11.01.2022


 

 

 

 

 

Camino del tercer año de penitencia sanitaria, y visto lo visto, ni las pitonisas se atreven a pronosticar lo que está por venir en este iniciado nuevo año. Quiero ser optimista, pero estamos instalados en los errores, la desunión, el individualismo, y la falta de decisiones en las que el mundo médico-científico tenga el peso que merece dentro de tan persistente  pandemia. Siempre ha sido una constante en la humanidad quererlo todo al mismo tiempo, sin renunciar a nada. Pues eso es lo que sucede con el Covid, y por eso no termina de pasar de largo.

Cientos de ruedas de prensa, horas y horas de televisión, artículos y más artículos, pero si el Covid ha venido a demostrar algo, además de todo el daño infringido hasta ahora (aquí, 89.934 muertes reconocidas), es que aún nos queda por aprender casi todo de este virus asesino, con origen en las meteduras de pata trágicas que cometemos los humanos de habitual, ya que parece formar parte de nuestro ADN.

Desde que empezó todo, lo estamos haciendo tan rematadamente mal, que es lógico acogerse al sentir de la frase que dice que el futuro está oculto detrás de los hombres y mujeres que lo hacen. De esta manera, lo cierto es que el porvenir no puede ser más incierto e inseguro, como se aprecia ola tras ola de una pandemia que no pone de acuerdo a nadie. Un ejemplo: la Organización Mundial de la Salud recomienda cuarentenas de 14 días de duración, pero países como España lo reducen a la mitad, siguiendo en la línea errónea establecida aquí sobre que desde el principio del grave problema se ha obviado en mayor medida la opinión médico-científica, para dejarlo todo en manos de la política y la economía.

Llevamos dos años de pandemia mundial, y a tenor de los datos oficiales facilitados (en muchas ocasiones, más de las deseadas, información sesgada y manipulada, con la aquiescencia de los medios de comunicación), parecía ya todo controlado. Nadie se esperaba unas Navidades como las pasadas, con un escenario Covid disparado y desbordado, algo que permite asegurar que estamos, de mal, como al principio.

Con el coronavirus, al tiempo que intentamos atajarlo, hemos pretendido seguir viviendo como siempre lo hemos hecho, pero ya vemos que no es compatible. Por otra parte, a la gente se le ha dicho tantas cosas, mensajes vacíos en la mayoría de los casos, que vive más desorientada que otra cosa.

Nos guste o no, el Covid requiere de una reeducación social, algo que choca frontalmente con los intereses económicos, que en muchos momentos de la enfermedad se han impuesto, y esa es la línea en la que se sigue, no solo en España, sino en el mundo entero. Al hilo de esto último, la pandemia ha torpedeado dos palabras tan importantes en el siglo XX como son Naciones Unidas. La organización y sus diferentes estructuras satélites (como la OMS) se muestran caducas, inoperantes, y sus tardías decisiones nos dejan indefensos en la mayoría de los casos. Hay personas que no salen de casa; otras siguen con su vida como si nada; unos ya se han habituado a la mascarilla en todo momento, pero ni mucho menos son todos los casos. En la vacuna, sí, la vacuna, no, ¡ahí estamos! ¿Cuántas sociedades hay?

Por eso predecir el discurrir de este 2022 se antoja complicadísimo. En muchos aspectos, nos vamos a ver retratados en escenarios pasados ya conocidos. Aunque hay diversas cuestiones, algunas las he citado atrás, en las que nos deberíamos reprogramar.

  • 1. Actuar en todo de igual manera.
  • 2. Que los ciudadanos visualicemos claramente un organismo mundial que tenga realmente poder de actuación a la hora de tomar decisiones sobre la pandemia. Así no ocurrirá lo que en España, que en cada región se hace una cosa distinta.
  • 3. Que dicha organización esté formada principalmente por médicos y científicos. Sería bueno que las farmacéuticas no tuvieran el poder absoluto que muestran, y que la dependencia de las naciones hacia ellas no fuera tan grande y comprometida a futuro.
  • 4. Que las informaciones sobre el Covid, se trate del país que se trate, sean verídicas, y se abandone la manipulación, las campañas publicitarias y el marketing, que ni dicen ni aportan nada.
  • 5. Que se clarifique, para que la gente sepamos a qué atenernos, la situación real de los sistemas sanitarios públicos, que como en el caso español se muestran superados y deficientes, en nada culpa de los magníficos profesionales que lo integran. Nuestros sanitarios lo han dado todo hasta ahora, y a cambio solo han recibido promesas, que ven como sistemáticamente no se cumplen.

 

Puede que 2022 no vaya a ser un buen año. O sí, vaya usted a saber. Pero queda mucho trabajo por hacer, para recomponer todo lo que hemos jorobado nosotros y solo nosotros. Si como salida a esta encrucijada tiramos de individualismos, medias verdades o directamente mentiras, entonces es imposible que el mañana se muestre todo lo beneficioso que deseamos. Lo experimentado en estas últimas Navidades, otras fiestas penosas desde las de 2020, nos tendría que hacer recapacitar, algo que si bien debo decir, pocas esperanzas albergo de que se haga caso de lo que resulta lógico, según se han vuelto a poner, tan oscuras, las cosas del Covid.

 

 

Miguel del Río