TERMINAR CON PASAPORTE SANITARIO EN LA CARTERA

 

 

Miguel del Río | 14.12.2021


 

 

 

 

 

Llevar encima el pasaporte Covid, lo que demuestra estar vacunado, es ya la primera realidad, un punto y seguido en los cambios dentro de nuestra manera de interrelacionarnos. Veremos lo que dará de sí el desarrollo de una medida que unos ven obligada y otros, los negacionistas, restrictiva en derechos. Sea como fuere, hay algo decisivo que falla estrepitosamente en la gestión del Coronavirus, como es la unanimidad de criterios. Con  países y gobernantes que cuestionan todo lo referido a la pandemia, podemos esperar que ciudadanos hagan lo mismo, al elegir entre diferentes opciones sobre su vacunación.

Ya lo dijo Dostoyevski: “Un ser que se acostumbra a todo, tal parece la mejor definición que puedo hacer”. El autor de Crimen y castigo se refería a los seres humanos, que están (estamos) perdidos, mucho antes de la aparición del Covid. A finales de 2021, y de cara al 2022, hemos terminado llevando en la cartera el denominado como pasaporte Covid, que es un papel emitido por las autoridades sanitarias en el que se indica el número de vacunas contra el virus que has recibido y su nombre. Al entrar en un lugar donde se requiera mostrarlo, también puedes enseñarlo mediante el móvil.

Cuando se habla de los cambios en nuestros hábitos de vida que pudieran llegar, aquí tenemos ya el primero. No resulta una decisión fácil la tomada por los tribunales a instancias de los Gobiernos, porque la libertad de elección se va a convertir en protagonista de muchos rifirrafes, enfados, denuncias y cuestionamientos de lo que, en democracia, se puede llegar a imponer, ¿dónde está el límite? Vacunado como estoy, personalmente me chirrían declaraciones que quieren hablar en nombre de todos, al tiempo que se dice lo que tienen que hacer, sí o sí. Con esta valoración, para nada me pongo al lado del negacionismo contra el Covid y sus teorías sobre la procedencia de este virus. Me limito tan solo a subrayar la frágil línea de tolerancia que hay entre tener unas ideas concretas, y aquello que es aceptado política y socialmente en razón de las mismas. En este sentido, el Coronavirus está presionando también mucho sobre la amplitud de nuestras libertades, hasta apreciarse momentos en que, efectivamente, no existen avales constitucionales tan amplios como creíamos. Entiendo perfectísimamente que es un debate mucho más amplio que se abre a la opinión concienzuda de juristas y otros estudiosos en la materia, de ahí que en este artículo me limite a expresar las múltiples opiniones al respecto que sin duda tendremos ocasión de escuchar o leer.

Lo que sí me gustaría recalcar, y ahora tengo ocasión para ello, es que una cosa es auto denominarse demócratas, y otra bien diferente (por hipocresía), plantear  hasta dónde se puede llegar en circunstancias trágicas, trastocando derechos que no se pueden limitar, a no ser que hubiera un pronunciamiento mundial al respecto, dada la magnitud del desastre, y, que yo sepa, esto no ha ocurrido, porque las naciones y sus respectivos Gobiernos -y esto es lo realmente denunciable-, no están actuando al unísono con respecto a esta pandemia.

¿Qué se puede decir sino de la cascada de declaraciones y actuaciones, en muchos casos, de los denominados por muchos medios de comunicación como negacionistas de la catástrofe? Algunos ya han abandonado el poder, caso de Donald Trump (Estados Unidos), pero el daño ya está hecho. Lo mismo cabe señalar de los Bolsonaro (Brasil), Lukashenco (Bielorrusia), Berdimuhamedovn (Turkmenistán), sin olvidar la desafortunada manera de explicar el Covid que han tenido en muchos momentos otros relevantes dirigentes como son Boris Jhonson (Reino Unido) o Manuel López Obrador (México). Frente a algo tan gordo como el Covid, ¿dónde está la primera gran arma para erradicarlo, la unidad política?

Es un hecho que no hay que restar importancia al negacionismo contra el Covid-19. También que la pedagogía oficial, desoyendo desde el minuto uno muchos de los consejos científicos, tiene aún amplio margen para mejorar. En contra de lo que se piensa dentro del negacionismo, lo peor es no actuar, no hacer nada, y la inmunización es clave dentro del proceso de propagación masiva que caracteriza a este potente virus y sus muchas variantes.

El tener que presentar el pasaporte Covid para viajar o acceder a determinados servicios culturales y de ocio es un hecho que en sí mismo habla de que la sociedad del futuro no va a ser ya igual a lo conocido ahora. Cambiarán costumbres, algo que hoy nadie quiere plantear, aún, en materias tan diversas como la educación, la sanidad o la cultura, por citar algunos ejemplos entre otros muchos que se pueden dar. De suceder así, como en estos momentos tener que llevar ya el certificado Covid en la cartera o en el móvil, todo se irá relatando, a su debido tiempo.

 

 

Miguel del Río