AUSTRIA, EL APAGÓN, Y LA FACTURA AQUÍ EL PRELUDIO

 

 

Miguel del Río | 16.11.2021


 

 

 

 

 

La ministra de defensa de Austria nos ha dejado un tanto perplejos, por el consejo que ha trasladado a sus conciudadanos para que acopien víveres, ante la posibilidad de un gran apagón de luz en el mundo, que llegaría pronto. Ya han convencido a Alemania. Pero, a España, no. Aquí somos tranquilones por definición, como sucede ahora con nuestro problema principal, que no es otro que industrias, empresas y hogares puedan seguir pagando el desproporcionadísimo e injusto precio de la luz, y esquiven reutilizar las velas para iluminarnos finalmente.

Pese a la riada de noticas fake news (mentira todas), que discurren por este alocado periodo de nuestra historia, hay algunas que son verdad, y te ponen el vello de punta. En esta ocasión me centro concretamente en una: “Austria prepara a sus ciudadanos para un posible apagón a gran escala”.

Antes de profundizar más en el asunto, que es una alarma en toda regla dentro de Europa, quiero explicarles cómo son definidos los austríacos, por una parte, y nos ven a nosotros, los españoles, por otra. De Austria se dice que es un país muy educado y cívico, donde nadie cruza semáforos en rojo o tira papeles al suelo. Lo que más me asombra es que en los establecimientos se debe saludar tanto en el momento de entrar como de salir. En España, lo de ser un país turístico masivo, nos ha servido también para ser calificados en muchas guías de viajes con apelativos de lo más diverso: que si lentos; que si nos quejamos por todo; que tenemos horarios muy raros para comer, cenar y dormir, lo de la siesta, que hablamos en exceso de lo que ganamos, y que en materia de tener móviles y mandar wasaps somos campeones de Europa.

Desde luego, no nos tomamos la vida con la precisión austriaca, ni nosotros ni nuestro Gobierno, de ahí que lo de la recomendación de ese país a sus ciudadanos sobre lo que hacer en caso de que todo se apague, no deja de ser notición, pero en nada contagioso para España, precisamente por nuestra forma de ser. El Gobierno Austriaco, junto a su Ministerio de Defensa, cree que se puede dar más temprano que tarde este apagón general en el mundo (5 años como mucho), y han puesto a sus compatriotas en máxima alerta. Les instan a hacer acopio de comida, agua, combustible, velas, baterías, y que organicen grupos cívicos entre sus familiares o amigos para el caso de que tengan que ayudarse unos a otros. Pedir todo esto, para a continuación llamar a la calma, es un tanto contradictorio, y creo que Austria debería haber hecho algo así en colaboración directa con la Unión Europea y todos los países socios, caso de España. Como todo hay que decirlo, Austria ha convencido a Alemania.

En España, el preludio que llevamos es otro bien distinto. El de que nos corten la luz en los hogares, al no poder pagar el recibo, dado los altísimos e injustos precios a los que está el consumo de electricidad, y no se vislumbra horizonte para que se arregle el desaguisado que mantienen tanto el Gobierno de la Nación como las grandes multinacionales energéticas. Estas últimas están ahora inmersas en anuncios para captar clientes, con lo de no subir el precio en varios años, pero nadie cuenta la letra pequeña, y así hemos llegado a la penosa situación que vivimos en España.

Ya que nos han acostumbrado a ellas, la UE debería convocar una cumbre para abordar el precio de la luz en casi todo su territorio, y dar al tiempo una respuesta a la movilización que pide Austria, que no es país que haga las cosas a la ligera. La salida de la pandemia con una recuperación equitativa para todos los sectores productivos no se pude dar con las energías disparadas de precios, sencillamente porque las industrias, las empresas y los hogares no lo van a poder soportar. Semejante evidencia no debería dar lugar a duda alguna, ni mucho menos demora en arreglar el problema, y que las cosas vuelvan a antes del que se declarara el Covid. Es difícil, porque los intereses son muchos, y miran más a los de las multinacionales que a los bolsillos de los ciudadanos.

Llevamos casi dos meses con los precios eléctricos altísimos, una auténtica locura, y no es cuestión ni de acostumbrarse, ni de asumir que quienes pueden dar una solución a esta crisis paralela a la crisis general no van a hacer nada. Si las energías siguen en el actual ascenso de precios, todo lo demás se va a ver involucrado, como ya sucede, en subidas incontroladas de precios, que nos pone en una inflación que no recordábamos tan elevada y peligrosa para la economía española.

Sea al estilo austriaco, alemán, italiano o español, deberíamos compartir una preocupación común por si se da este apagón y controlar los precios de la luz, antes de vernos abocados a la compra de velas con las que iluminarnos en la oscuridad. Venga de Bruselas o de Madrid, lo bueno sería contar con un plan nacional en el caso improbable de que llegara a pasar algo así. Nuestro país no destaca precisamente por contar con protocolos de actuación concretos en caso de catástrofes. Así y todo, de las mejores medidas que se han tomado en España en los últimos veinte años está la creación de la Unidad Militar de Emergencias, la famosa UME. Si algo nos han enseñado las calamidades que estamos viviendo desde que empezó el nuevo siglo es que debemos reforzar la colaboración internacional en caso de producirse cualquier revés, y para salvaguardar cuantas más vidas humanas sea posible. De darse un apagón global, todos podemos vislumbrar en un momento dado lo que se pararía, empezando por la asistencia sanitaria urgente que proporcionan los hospitales, aunque los casos dramáticos se contarían por miles. La incógnita sobre lo que llegará a pasar, apagón si o apagón no, está servida.

 

 

Miguel del Río