La gran fábrica de vacunas que es Europa y que menos inyecta

 

 

Miguel del Río | 04.04.2021


 

 

 

 

 

Es una evidencia que la vacunación contra el Covid va lentísima dentro de la Unión Europea, y otra el poco efecto de las decisiones que se toman para invertir la situación. Al acabar el verano, la Comisión Europea pretende tener al 70 por ciento de la población inmunizada. Es un dato a futuro, ya que el ahora apunta a menos optimismo. Por el gigantesco negocio que es, son las multinacionales farmacéuticas las que llevan la voz cantante en la producción, venta y distribución de dosis que inyectar.

 

Los datos, que son la información concreta sobre los hechos, es la herramienta esencial que tiene el periodismo para discernir entre lo verdadero y lo falso. De la vacunación, estos son dos titulares contrapuestos que hemos tenido ocasión de leer durante estos días: “Europa se convierte en la gran fábrica del mundo de vacunas del Covid-19” y “La OMS considera inaceptable el ritmo tan lento de vacunación en Europa y alerta de las consecuencias”.

En efecto, es muy chocante que dentro de la UE haya unas 50 fábricas de vacunas, exporte 77 millones de dosis a 33 países, done otros 33 millones, y en cambio solo un 10% de la población europea haya recibido una dosis y apenas a un 4% se ha inyectado la serie completa. Así, no es extraño que dentro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que quiere recuperar credibilidad, se opine que “el riesgo de que la vacunación en curso proporcione una falsa sensación de seguridad a las autoridades y a la población es considerable, y eso conlleva un peligro”.

No dudo de que la cuestión pueda mejorar a lo largo del año en curso, pero lo cierto es que la UE falla estrepitosamente y se muestra poco eficaz en todo lo relacionado con el reparto de vacunas y, lo que es más importante, aplicarlas a la población, para ir recuperando poco a poco una normalidad que está resultando más un anhelo que una certeza. A medida que se suceden los encontronazos entre países miembros de la Unión para recibir más dosis, también las promesas se quieren abrir paso, con la principal de que al acabar el verano estaremos vacunados el 70 por ciento de los ciudadanos. ¿Nos lo creemos? Personalmente, tengo confianza en que habrá dosis para todos, pero no pongo la mano en el fuego sobre los plazos, porque parto del hecho que ha marcado esta pandemia: seguimos pagando la imprevisión de no estar preparados para algo así, y las decisiones se toman en base a una reconstrucción de lo que antes del 2019 nos venía funcionando bien, pero ya no.

 

“Tengo confianza en que habrá dosis para todos, pero no pongo la mano en el fuego sobre los plazos, porque seguimos pagando la imprevisión”

 

Mención aparte es que se llegue a ese 70%, ya que estamos hablando de muy pocos meses, y la entrada del verano está como quien dice a la vuelta de la esquina. Por si fuera poco, esta Semana Santa está resultando un serio revés con el que yo creo que no se contaba desde las altas esferas, deseosas de reimpulsar de una vez por todas la economía, especialmente en lo que se refiere al turismo y la hostelería. Lamentablemente, seguimos hablando de ERTEs, teletrabajo, al tiempo que establecemos nuevas leyes, caso de España, como la que acaba de entrar en vigor y que se denomina De medidas urgentes de prevención, contención, y coordinación para hacer frente  a la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19.

Ha habido reacciones de todo tipo hacia algunas de las exigencias que contempla esta ley, como es la de usar mascarillas en las playas. Puede que parezca excesivo, y se va a estudiar, pero no es menos cierto que muchos ciudadanos no se van a dar nunca por enterados sobre el uso (primero), y correcto (después) de las mascarillas, sin obviar que se nota mucho en la calle que estamos bajando demasiado la guardia en lo de las prevenciones sanitarias, caso concreto de la distancia social.

En cuanto a la lentitud pasmosa de Europa ante la gigantesca campaña de vacunación anti Covid que tenemos que afrontar, he leído y oído de todo, pero voy a aportar mi visión personal, que a fin de cuentas es lo que buscan los lectores. Pandemia y consiguiente gran negocio es lo que estamos viendo con mascarillas, geles, desinfectantes y, ¡cómo no!, la vacunas. Este es el problema: las multinacionales, en este caso las farmacéuticas, son las que han venido poniendo las reglas, desde el minuto uno en que aparecieron las primeras marcas, como fue el caso de Pfizer/BioNTech. Hoy por hoy, son inconfesables determinados acuerdos suscritos con países para el suministro de vacunas, cuando la grave situación por la que atraviesa el mundo se debiera de haber abordado estrictamente desde el punto de vista de emergencia sanitaria de primera magnitud, y todos a pechar. En cambio, estamos en el cumplimiento estricto de las reglas del comercio, que chocan con la realidad de personas a las que se les pide el uso correcto de la mascarilla, pero no cuentan con los recursos económicos necesarios para sustituir como es debido un tapabocas (como se dice en Argentina) por otro.

Topamos pues con la avaricia, el egoísmo y el primero yo que los demás, que puede desembocar incluso en esconder millones de dosis. De otra forma no se puede explicar que atravesemos momento tan delicado, y la UE y Reino Unido estén en plena guerra por los frasquitos que las compañías facilitan a unos y a otros. La parálisis europea ante las inyecciones lleva este sello, ya conocido por cómo funciona el mundo, y todo indica que no habrá cambios que indiquen que acabaremos este año con tan alto porcentaje de ciudadanos comunitarios inmunizados. Son los hechos y, en los meses venideros, nos llegarán los datos que habremos de cotejar.

 

“Pandemia y consiguiente gran negocio es lo que estamos viendo con mascarillas, geles, desinfectantes y, ¡cómo no!, las vacunas”

 

 

Miguel del Río