Doblegar la cuesta de enero, la económica y la del Covid

 

 

Miguel del Río | 13.12.2020


 

 

 

 

 

Todos parecemos saber lo mal que pintará en el primer trimestre del año entrante, vaticinando una tercera y mortal ola de Covid. Y digo yo: ¿no sería mejor pasar unas Navidades tranquilas y seguras, para que no se cumplan semejantes predicciones? A la hora de plantarle cara al coronavirus, ha sido una constante pretender hacer de todo, y a la vez no contagiarse. Pero no puede ser. A ver si nos enteramos de una vez.

 

El Covid ha cambiado muchas facetas de nuestra forma de vivir y pensar. En un año cualquiera, celebraríamos las Navidades, y luego ya nos preocuparíamos de la cuesta de enero, pensando únicamente en lo monetario. Ahora, el coronavirus ha quitado protagonismo a la flaca economía que solemos tener pasado el Día de Reyes, tras el dispendio de gastos en las fiestas, y se habla de otra cuesta, la de que aumenten los contagios y las muertes, de no hacer lo debido, algo que pongo en duda, ya que somos como somos.

Es un amigo médico al que profeso un especial cariño el que, refiriéndose a lo que está por venir en asuntos del Covid, me habla de doblegar la cuesta de enero. Admiro a buen número de doctores que trato y velan al tiempo por mi salud, y no les veo demasiado optimistas con respecto a lo que va a pasar durante los meses iniciales de 2021 e, incluso, el año entero. De todas formas, aún es pronto para previsiones, porque tendremos que esperar a cómo se dan estas fiestas navideñas, y el porcentaje de población, de todas las edades, que decide correr riesgos y poner en peligro a los demás.

Dentro de Europa ha habido demasiada desinformación con lo que es el coronavirus, todo lo que destruye, y decir las cosas claras a los ciudadanos para saber realmente a qué atenerse. Aunque hay excepciones. La canciller alemana Ángela Merkel ha representado desde el principio de la pandemia esa política que va con la verdad por delante, sean las que sean las consecuencias. En esta última ocasión, con motivo de las Navidades, ha dicho a sus compatriotas que unas fiestas tan tradicionales y entrañables como estas no son aceptables, si el precio a pagar son casi 600 muertes diarias, como sucede ahora en uno de los países principales de la Unión Europea.

 

“Admiro a buen número de doctores que trato, y no les veo optimistas con lo que va a pasar durante los meses iniciales de 2021”

 

¡Cómo no!, tenemos las esperanzas puestas en la vacuna, aunque crece la población, por ejemplo en España, que desconfía de ella y abiertamente anuncia que no se la pondrá. Creo sinceramente que hay que apostar por ella, porque de otra forma estaremos apañados. 2021 debe ser el año de la vacuna y de la reconstrucción de la sanidad, por ejemplo aquí, tan dañada, y dando a sus profesionales un trato preferencial en todas y cada una de sus necesidades y demandas.

Hablar de una similar sanidad a la que había antes del Covid-19, es practicar esa desinformación que pretende que pensemos que estamos bien, cuando mucha de la seguridad que antes teníamos en materia económica y el soporte estatal de  servicios ya no es lo mismo, derribado directamente por las consecuencias de la pandemia. Investigar por ejemplo las enfermedades  más preocupantes, como el cáncer, necesita de impulso y, sobre todo, dinero para conseguir los logros que esperan muchos ciudadanos afectados.

El Covid, con una vacuna tan rápida, es la prueba de que cuando la maquinaría investigadora se lo propone hay respuesta a los gigantescos retos que a veces se nos presentan. La humanidad no tiene arreglo, es lo que demuestra, pero hemos logrado ser únicos en innovación, y la medicina es todo un ejemplo en este sentido. Por eso hay que seguir apostando por ella, y hacerlo más generosamente que en el pasado. Nos sentimos orgullosos de nuestros médicos y demás profesionales que conforman el Sistema Nacional de Salud. Pero no les sabemos apoyar como es debido  en sus justas demandas. Esto sí sería reconocer de verdad todo lo que han hecho para contener el virus en España. Mejores hospitales, bien dotados, con unos profesionales recocidos, para empezar, con mejores sueldos. El coronavirus también nos ha enseñado la necesidad de contar con protocolos en el caso de que nos sucedan otras cosas tan graves. Nadie contaba con la expansión de un virus mortal por todo el mundo, y no había un solo país preparado para semejante hecatombe. Hacer fuerte a nuestra sanidad, a nuestra ciencia e investigación, es apostar de verdad por un futuro seguro que nos haga olvidar la pesadilla actual. ¡A saber cómo conviviremos de habitual con el Covid!, una vez que la vacuna haya cumplido con su finalidad. Ese será otro episodio, ya que lo primero es que Europa y resto del mundo empiecen el año nuevo vacunando a sus ciudadanos, como ya ha hecho el Reino Unido, y mira que es un país que empezó rematadamente mal, con un primer ministro incrédulo, nada más declararse la enfermedad. Aunque es de justicia reconocer que ha dado todo un golpe de efecto con la vacunación masiva a la que está sometiendo a su población. Bienvenidos sean los cambios y giros a mejor, si con ello recuperamos calma y tranquilidad, nuestra vida en definitiva, porque hay un antídoto que nos protegerá de la mayor vileza que puede existir como es propagar este virus. De ahí que quede aún mucho por indagar con respecto al Covid, y hacer pagar a los culpables todas sus consecuencias, ante todo de vidas arrebatadas, que han causado con su inhumana atrocidad.

 

“Investigar las enfermedades preocupantes, como el cáncer, necesita de impulso y dinero. El Covid, con una vacuna tan rápida, es la prueba”

 

 

Miguel del Río