Que el país no pare y la escuela enseñe mientras el Covid crece

 

 

Miguel del Río | 30.08.2020


 

 

 

 

 

Superar una pandemia es cuestión de tiempo, aunque el mundo parece no tenerlo y quiere que la vida siga como siempre. Dependiendo del país, número de muertos y contagios, esta opinión no es unánime. También hay muchos mayores y padres de escolares que tienen más miedos que otra cosa. Este es el relato, lleno de incertidumbres, del regreso a las aulas dentro de un escenario endemoniado, en el que toca convivir con el Covid-19, dando apariencia de normalidad en la economía, que es la que marca el paso.

 

Puede parecer un tanto puñetero este titular que dejo sobre “Que el país no pare y la escuela enseñe mientras el Covid crece”, pero tan solo es la realidad. Se van a producir simultáneamente las tres cuestiones, hacer economía e impartir educación, al tiempo que se intenta doblegar a una pandemia desbocada, para la que aún no hay antídoto. La nueva normalidad ha sido tan efímera, que hemos pasado a convivir diariamente con el coronavirus y la suerte individual, como fase no declarada por los poderes políticos, que se muestran cada vez más extenuados frente al virus.

Durante el verano, España ha tenido ya suficientes traspiés, empezando y acabando con la caída en picado del turismo. De ahí que cerrar escuelas y universidades no sea opción durante esta reconstrucción económico-social que aún no ha empezado, porque lo peor está aún por llegar. En el primer día de colegio, los periódicos abrirán con la noticia de clases empezadas, aunque con la incertidumbre provocada por los contagios de Covid que se puedan dar. Ficticia o no, ofreceremos normalidad, ya que lo habitual en septiembre es el regreso a las aulas. Parece un “o lo tomas o lo dejas”, que no tendría razón alguna de ser, salvo porque la economía y los intereses mandan siempre (solo hay que ver lo que ocurre en el fútbol), y también porque junto al coronavirus ha rebrotado en nosotros un mayor egoísmo que nos hace despreciar irresponsablemente a la pandemia.

Lo que va a pasar en el nuevo curso es predecible. Me explico. Si en verano hemos puesto la mirada en jóvenes y malos comportamientos; si resulta que esos adolescentes son estudiantes que regresan a clase, ¿en qué nos basamos para teorizar que los contagios en las aulas van a ser contados? El trasiego habitual de una ciudad no es nada a cuando abren de nuevo los centros educativos en general. Se nota sobre todo en la circulación de coches, de padres que llevan a sus hijos al colegio o instituto, y lo mismo cabe señalar de familias enteras, abuelos los primeros, involucrados en todo lo que acontezca dentro del nuevo curso escolar. Hay que ir al colegio, sí, pero con un plan blindado. Me temo que muchos padres, ante el inicio del curso escolar, no saben qué pensar.

 

“Si en verano hemos puesto la mirada en jóvenes y comportamientos, ¿en qué basamos que los contagios en las aulas van a ser contados?”

 

La pandemia del Covid-19 ha hecho que muchas de las respuestas a los asuntos cotidianos, qué podemos o no hacer, sean un rompecabezas. Con la educación no iba a ser diferente, pero es que además resulta estratégica para que un país vaya bien, mal o rematadamente mal. Ángela Merkel, la líder mundial más directa y sincera hacia esta crisis sanitaria, económica y social, habla de que lo prioritario es que nuestros niños no sean los perdedores de esta pandemia, y que la escuela no debe dejar a nadie rezagado. Curiosa forma de expresarlo, como si el coronavirus surgiera como nueva causa provocadora del fracaso escolar, pero no hay que tirar por la borda lo que preconiza la experimentada política alemana.

Las mujeres al frente del poder, y ahí están los casos de Alemania, Finlandia, Islandia o Nueva Zelanda, han dado hasta ahora las mejores lecciones de cómo hay que actuar realmente ante este bicho. Los plazos o cuando hay que hacer realmente las cosas es una de las peculiaridades que dominan estas mandatarias, y de las que debieran de tomar ejemplo algunos otros gobernantes masculinos. Voy a poner un ejemplo. Finlandia presentó el 4 de agosto las pautas e instrucciones que serán exigibles a los estudiantes, especialmente los más pequeños. España lo ha hecho el 27 de agosto, aunque lo que se hará en uno y otro país en cuestiones de enseñanza y prevención del Covid va a ser parecido en apartados concretos como menos alumnos por aula y mayor distancia entre ellos, junto a la exigencia de mascarillas y la necesaria y recomendada higiene.

Es pronto para decir si habrá un porcentaje relevante de padres en España que no lleven a sus hijos al colegio. Una educación alternativa en casa, y lo digo por lo sucedido durante el confinamiento, se ha visto inadecuada, porque la brecha digital es demasiado evidente, y con la falta de adaptación de nuestro sistema educativo a las clases y pruebas online resultó un fracaso. Reconocer que hay peligro en nuestras calles es una cosa y que no se pueda hacer nada otra muy distinta. Este verano ha sido la prueba. Pese a los muchos llamamientos a la prevención, una gran mayoría de ciudadanos no se ha privado de nada. Es como hablar de que puede haber problemas de contagio en las empresas donde trabajamos, pero luego resulta que no hay inquietud en irse de vacaciones, de bares, reuniones, y montar todo tipo de saraos dentro y fuera de casa. Si somos coherentes, somos coherentes.

En las escuelas va a existir el mismo peligro que está habiendo ahora con tanto contagio, muchos de ellos producto de hacer las cosas como no se deben. Un ejemplo: no cumplir con las cuarentenas cuando se da positivo. Los colegios deberán ser espejo de coordinación y prevención, y quizás así, desde la educación, dar al resto de la sociedad española la auténtica lección de lo que es prevenir el coronavirus, con mascarilla, mucho lavado de manos y distancia social. Veremos si esto, hasta un niño, lo entiende mejor que muchos mayores. Yo no lo dudo.

 

“Los colegios deberán ser espejo de coordinación, y desde la educación dar al resto de la sociedad la auténtica lección de prevenir el coronavirus”

 

 

Miguel del Río