Oído Cocina

 

REDES SOCIALES Y CONCIERTOS

 

 

Miguel del Río | 22.06.2018


 

 

Las redes sociales se han convertido en una especie de Sherlock Holmes de los conciertos en directo, dado que son ellas las que refrendan si una actuación ha estado bien o mal. Es como si el público se tomara la revancha de esos programas de televisión donde afamados cantantes puntúan a los aspirantes a ser artistas, y con sus votaciones les dejan dentro o fuera del programa y de la final soñada.

En Cantabria tenemos conciertos que se hicieron polémicos, como aquel de Enrique Iglesias en Santander y 2017, al que se acaba de sumar Amaia Montero, en las últimas Fiestas de San Antonio, de Renedo de Piélagos. De lo que es capaz de hacer hoy un teléfono móvil para luego transmitirlo, hay que valorarlo por partes, como este caso concreto de grabar un concierto para luego comentarlo a través de una red social determinada.

Tarde o temprano, ya lo verán, este asunto va a saltar al debate en la calle sobre lo que se puede emitir a través de un smartphone. Hace unos días, con motivo del Mundial de Fútbol de Rusia, pude leer en un conocido medio de comunicación español muchos de los tuits que una afición enfurecida había escrito contra un jugador determinado. El periódico digital lo publica consciente de que va a tener una gran audiencia, como así fue. Pero es lógica también la crítica sobre si los medios de comunicación al uso deben ser correa de transmisión de insultos que se profieren a través de Twitter o Facebook.

Todo esto está ocurriendo al mismo tiempo que conocidas personalidades anuncian su marcha de las redes, en algunos casos porque ya no aguantan más insultos, y en otros porque cada vez sienten más profanada su intimidad, a nada que surge una noticia que les afecta. Que un artista tenga una mala noche acostumbra a ser noticia, y también se puede hablar de ello en las redes sociales. El problema es todo lo que se añada a un vídeo o a unas imágenes, ya que se acompañan en muchos casos de ofensas intolerables que ahí quedan para la posteridad.

Hay usuarios de las redes que se creen impunes. Uno encuentra interesante información de servicio dentro de estos canales de comunicación, y esto es muy bueno. Lo malo es el insultar por insultar. Ya no tengo duda de que el hecho preocupa a los dueños de las redes sociales. Pero han de hacer más: asumir lo más pronto posible un código ético de uso. De no ser así, irá en aumento la huida de usuarios por motivos más que justificados.

 

Miguel del Río