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EL PRESIDENTE NÚMERO 45 Y LOS MALOS AUGURIOS

 

Miguel del Río | 13.11.2016


 

Hubiera sido mejor que Donald Trump no hubiera ganado las elecciones de Estados Unidos, pero ya no hay marcha atrás. Desde que se le proclamó oficialmente vencedor ante Hillary Clinton (querían ser la nueva familia Kennedy), han corrido ríos de tinta sobre todo lo malo que va a pasar en el mundo, debido a las decisiones que tome este constructor y financiero que ahora va a ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca.

La paciencia y meditar bien los augurios, sobre todo si son malos, no son precisamente dos virtudes entre los que nos llamamos columnistas de la actualidad. Durante su campaña, el ya próximo presidente norteamericano ha pecado de racista, xenófobo, machista y faltón. Son evidencias y ahí estarán siempre las hemerotecas para demostrarlo cuando haga falta. Pero el poder es muy diferente cuando se pasa de disputarlo a ostentarlo. Donald Trump es un multimillonario (ha gastado de su bolsillo 100 millones de dólares en su campaña publicitaria) sabedor de cómo funcionan las economías, los acuerdos internacionales, las bolsas, los compromisos firmados y los contratos sellados.

No pudiendo predecir lo que va a ocurrir a partir de enero de 2017, mes en que jurara el cargo el presidente número 45, es palmario que Trump tiene un serio problema con la prensa libre, y que la alaba solo cuando habla bien de él. Lo de echar la culpa a los medios de comunicación se repite bastante tras la crisis económica, y empieza a ser un mensaje cansino, porque lo que tienen que hacer los gestores es gobernar ofreciendo soluciones a los problemas cotidianos, y de paso comportarse como corresponde a tan altos puestos de responsabilidad en los Estados.

Trump ya no ha sido el mismo de la campaña cuando ha visitado la Casa Blanca, recibido por el aún presidente Barak Obama. Esto no quiere decir que ahora todo vaya a ser un camino de rosas, no, pero es que tampoco sabemos lo que va a ocurrir y resulta ligero y gratuito hablar de apocalipsis en lo político, económico y social. Si algo distingue a Estados Unidos es el valor real de la democracia y el comportamiento de sus presidentes al pasar el testigo del mando. Obama lo expreso de esta manera: “Haré todo lo posible para ayudar a Trump a tener éxito, porque si tiene éxito, entonces el país tiene éxito”. Otros muchos gobernantes deberían tomar nota de este comportamiento ejemplar, que se ha producido realmente, y no forma parte de malos augurios y todo tipo de predicciones, que muchos están haciendo sin saber realmente lo que va a ocurrir el día de mañana.

 

Miguel del Río