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Armas silenciosas para guerras tranquilas

 

Son las armas de manipulación masiva de la propaganda y las guerras que estamos perdiendo cada día sin enterarnos

 

 

 

Francisco Rodríguez Barragán | 11.07.2018


 

Aunque la revolución comunista no consiguió extenderse a la Europa Occidental después de la II Guerra mundial,  los revolucionarios neo-marxistas siguen empeñados en provocar constantes revoluciones. Gramsci ya advirtió que para imponer el totalitarismo era necesario hacerse con la educación, ocupar desde los parvularios a las universidades.

Noam Chomsky ha teorizado sobre todo ello y ha acuñado el lema de “armas silenciosas para guerras tranquilas” como un método eficaz para ir transformando el mundo entero con un Nuevo Orden Mundial, empezando por Occidente o mejor quizás por Hispanoamérica, donde llevan bastante adelanto en la tarea revolucionaria.

Lo importante para esta revolución en curso es dejarnos sin identidad y lo están consiguiendo. Nuestras señas de identidad han sido siempre: ser hombre o mujer, formar parte de una familia, tener una patria y una historia pues a la vista está que todo ello se está hundiendo abatido por las armas silenciosas de la manipulación masiva de todos los medios posibles.

Hemos pasado rápidamente de lo impensable a lo aceptado socialmente, y desgraciado de quien se oponga.

¿Quién podía pensar que la sexualidad dejara de formar parte de la intimidad de cada persona para ofrecerse en espectáculo de mal gusto? ¿Quién podía pensar que cualquier hombre, por el hecho de ser hombre, iba a ser sospechoso de machismo? Una cosa es el derecho de cada persona a no ser discriminado y otra que los discriminados seamos los demás. Orgullo ¿de qué?

El feminismo feroz y la ideología de género, un par de “armas silenciosas”, aunque ruidosas, están ganando la batalla en estas “guerras tranquilas”. No hay cañonazos ni disparos en esta guerra pero sí hay bajas: millones de niños abortados sin remordimiento.

El canto de sirena de una libertad sin ataduras, y la propaganda de varios modelos de familia, están acabando con la familia compuesta de un padre y una madre, abierta a unos hijos a quienes educar, a quienes transmitir valores compartidos, base esencial de la sociedad. Las rupturas familiares, los hijos extramatrimoniales y los hogares sin hijos, son también las ruinas que producen las batallas de esta “guerra tranquila”

Otra seña de identidad era la vivencia religiosa, que va quedando reducida a manifestaciones folclóricas o a ONGs ocupadas en labores asistenciales y reparto de alimentos, pero sin decidida proclamación del Evangelio de Jesús en toda su integridad. Otra batalla que también se va perdiendo.

Y por si fuera poco han conseguido introducir el multiculturalismo como una forma de ir sustituyendo a una población por otra.

Como imaginara Orwell, la historia se está reescribiendo constantemente para que las nuevas generaciones no tengan claro nada de su pasado, el que nos fue constituyendo como nación soberana y que, cada vez más, es una seña de identidad perdida, de la que no se habla si no es para vituperarla y arrancarla de cuajo o para irla rompiendo rápidamente estimulando nacionalismos egoístas y disgregadores, mientras se va cayendo en una Unión Europea que, paso a paso, merma la soberanía de sus socios.

La derecha, la izquierda, el centro ¿son conscientes de que estamos en una guerra, por muy tranquila que se presente, o solo les interesan los beneficios de la política, del poder?.

No es casualidad que el magnate Soros se haya apresurado a visitar al presidente del gobierno, seguro que para darle instrucciones sobre lo que se espera de él en el proceloso mundo del dinero.

Imagino que todo esto se ha planeado con escuadra y compás ¿entendido?

 

Francisco Rodríguez Barragán