Fe y Obras

 

Hay que preparar bien Noviembre

 

 

 

23.10.2020 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Hay meses del año litúrgico que son más que especiales. Y el próximo, el de noviembre, lo es por lo que recordamos y celebramos, por aquellos a los que traemos a la memoria y por los que deseamos estén en el Cielo pronto.

En efecto, cuando llega el penúltimo mes del año, apenas queda una semana para eso, empezamos, nada más y nada menos, que con el Día de todos los Santos pero es que, seguimos, al día siguiente, con el Día de todos los Fieles Difuntos. Y eso no es poco sino mucho y más que mucho.

Esto que decimos es más que sabido por cualquier fiel católico al que no se le tienen que recordar las realidades espirituales que tiene por verdad y está seguro de que son así y así tienen que ser.

Sin embargo, es ahora cuando, apenas a unos días de volver a recordar a Santos y Difuntos, podemos preparar el camino hasta entonces como, por cierto, es habitual en otros momentos del Año Litúrgico donde, por ejemplo, antes de Navidad está el Adviento y antes de Pascua, la Cuaresma.

Sí, es cierto que se puede decir que no es lo mismo la Navidad y Pascua que lo que ahora vamos a recordar y celebrar; también que no esta, siquiera, bien poner al mismo nivel una cosa y la otra. Sin embargo, ¿que tal si, para dar importancia a lo que debemos hacer en noviembre, hacemos como si fuera importante, que lo es?

Pues bien, ahora mismo, hoy mismo y hasta que llegue el 1, el 2, y demás días de noviembre (debemos dedicar todo el mes a lo que se hace las dos primeras veinticuatro horas porque, además, nos conviene espiritualmente hablando) debemos preparar el corazón, primero, para agradecer y, luego, para orar.

En cuanto a lo primero, los Santos merecen que agradezcamos su intervención al respecto de nuestras cuitas que les podemos plantear. Y es que sus almas ya gozan de la Bienaventuranza y la Visión Beatífica y pueden hacernos mucho bien según nosotros entendamos que nos lo pueden hacer. Y es que es cierto y verdad que están ante Dios y eso, se diga lo que se diga, es bastante importante.

Pero es que lo otro, la oración, se la debemos a las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio. Y se la debemos porque nosotros, que aún formamos parte de la Iglesia militantes (tales almas son la Iglesia Purgante o Purificante) hemos de anhelar su bien supremo que no es otro que el de subir al Cielo (decimos subir porque suponemos que lo mejor está en lo alto y el Purgatorio-Purificatorio, como estado intermedio entre el mundo y el Cielo, lo entendemos ahí, en medio…) y para eso hay que orar y pedir a Dios, sobre todo, por aquellas Almas de las que nadie se acuerda porque, a lo mejor, en vida, los cuerpos en los que habitaban, las personas que las portaban, no habían llevado un comportamiento demasiado cristiano pero, como sólo Dios lo conoce todo, a lo mejor no han merecido el Infierno pero sí un muy largo Purgatorio al no haber nadie que pida por ellas…

Vemos, por tanto, que ahora mismo es un buen tiempo (antes de que lleguen los citados días, 30, del mes de noviembre) para ir preparando nuestra alma para un acontecimiento tan grande como es reconocer a los Santos y orar por las Benditas Almas. Tiempo hay pero ¿también intención?

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net