Fe y Obras

 

Para cuando llegue la Cuaresma

 

 

 

26.01.2018 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Sí, es bien cierto que aún quedan, más o menos, tres semanas para que comience el tiempo litúrgico fuerte de Cuaresma. Y también es cierto que las ocupaciones espirituales que se tienen entonces ahora da la impresión de que deban olvidarse o, por decir mejor (y que no parezca tan fuerte la cosa) que deben dejarse para entonces.

Sin embargo, tal tipo de pensamiento (que, a lo mejor, es más común de lo que pensamos) está muy lejos de nuestra realidad espiritual. Y bastaría, como vamos a hacer ahora mismo, traer aquí lo que supone la Cuaresma para darnos cuenta de que, en efecto, ni hay que dejarlo todo para entonces ni hay que dejar, siquiera, algo de lo que entonces se supone vamos a practicar.

Veamos.

Oración,

Ayuno,

Limosna.

Estas palabras muestran la actitud que debe mostrar todo hijo de Dios que se incardina en el seno de la Iglesia católica. Y nos basta con hablar aquí de lo que somos los católicos pues ya sabemos de los pies que cojean otros que se dicen cristianos y, siéndolo, andan por el mundo más que equivocados…

Bueno.

Pues bien, tanto la oración como el ayuno o la limosna son realidades espirituales que nunca deben ser olvidadas. Es más, nos atrevemos a decir que, teniendo un sentido especial en Cuaresma, ahora mismo (y en el resto del año litúrgico, civil o como quiera que demos en llamar al tiempo que transcurre entre el 1 de enero y el 31 de diciembre) debe tener el mismo. Ni más ni menos que el mismo.

Es bien cierto que el “ambiente” espiritual que da comienzo con el miércoles llamado de Ceniza es muy especial y que eso nos mueve a practicar tan buenas prácticas.

No debemos, sin embargo, olvidar que una sana fe católica debe mantener muy elevado el listón tanto de la oración como del ayuno y la limosna. Y que hacer otra cosa, incluso lo contrario de eso, es hacernos un favor más que flaco.

El tiempo de Cuaresma, muy pronto llegará, nos recuerda una serie de circunstancias relacionadas con el Hijo de Dios, con la carga, por su parte, de nuestros pecados; también con su muerte y resurrección. Pero eso no es algo que pasó en un tiempo determinado (con ser que pasó) y que ahora lo recordamos como recordamos cualquier otro acontecimiento importante en nuestra vida, también, de hijos de Dios. No.

Nosotros, por así decirlo y para que nos entienda a la perfección, seguimos cargando a Cristo con nuestros muchos pecados. Cristo, por eso mismo, decimos que muere cada día para que nuestra salvación sea posible. Y tal posibilidad sólo se puede verificar si, en efecto, muere cada día. Y es que muere porque no hay forma, al parecer, de que sus hermanos los hombres dejemos el camino equivocado que Satanás nos propone de la forma más sutil o, incluso, groseramente clara.

Sí, es bien cierto que aún no estamos en Cuaresma pero lo mismo, exactamente lo mismo, que Dios no se limitó a crearnos sino que nos mantiene en su creación y que ahora mismo, también ahora mismo, estamos aquí por su santa Voluntad, no deberíamos olvidar nunca que los principios y valores que rigen la Cuaresma deben estar siempre presentes en nuestra vida. Pero siempre, siempre.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net