Fe y Obras

 

Que siempre sea Reyes Magos

 

 

 

11.01.2018 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Puestos a pedir a Dios algo bueno y que nos pueda beneficiar espiritualmente, no está mal que le pidamos que siempre sea Reyes Magos.

Alguno pensará que esto es un sin Dios y que una celebración como la de la Epifanía del Señor tiene una fecha y que ya está, que nada más podemos hacer al respecto.

Decir esto es, ciertamente, saber de qué se habla pero también significa que no se comprende el sentido profundo de una tal celebración, de lo que supone al fin y al cabo.

Los Reyes Magos, aquellos tres conocedores de las estrellas del Universo, llevaban regalos al Hijo de Dios. Ellos, que tuvieron fe sin saberlo (creyeron sin haber visto y, luego, confirmaron su creencia)  sentaron la tradición y la sana costumbre de que alguien pida y alguien regale porque el pueblo elegido por Dios había pedido un Mesías y el Creador lo había enviado. Y eso es lo que nosotros debemos hacer al respecto de Dios, Padre Creador y Padre Nuestro. Por eso decimos que siempre debiera ser Reyes Magos pero en sentido espiritual, profundamente espiritual.

Por ejemplo, podemos pedir a Dios, que, a modo de Rey Mago, nos puede entregar su regalo (si hemos sido “buenos”, como bien sabemos que pasa con los infantes) que puede ser el de muchas realidades pedidas:

-Perseverancia en la oración.

-Voluntad férrea y fiel para no caer en el respeto humano.

-Ánimo resuelto para no dejarnos vencer por lo políticamente correcto.

-Paciencia para saber soportar a quienes son difíciles de soportar.

-Misericordia para quienes puedan zaherirnos, ponernos zancadillas o empujarnos, directamente, a la fosa de la que tanto habla el salmista.

-Amor para comprender al prójimo.

-Entrega propia, de uno mismo, para quien necesite nuestras manos y nuestro corazón.

-Capacidad de darnos cuenta de las necesidades del otro porque sí, existen tales necesidades.

-Luz para iluminar el camino que nos lleva al definitivo Reino de Dios pues, a veces, vivimos en la tiniebla (¿o no?).

-Ímpetu espiritual para salir de la tibieza en la que solemos vivir y que tanto daño nos hace, a veces, sin saberlo.

-Voluntad de llevar a cabo la de Dios en nuestra vida porque sólo puede ser así y ha de ser así.

 

En fin… bien podemos ver que cada cual puede hacer, a tal respecto, lo que tenga por oportuno. No deberíamos, de todas formas, desperdiciar la espiritual ocasión de darnos cuenta que sí, que hace días ha pasado la señalada fecha del 6 de enero pero que, lo mismo que podemos hacer que Cristo nazca cada día en nuestro corazón y no esperar al día de Navidad (que sólo es uno de los que tiene el año…) lo mismo podemos hacer con nuestro Creador para que, a modo de Rey Mago, nos eche una mano que tantas veces necesitamos.

A lo mejor esto puede parecer una tontada pero es, al fin y al cabo, una tontada más que provechosa para nuestra alma. O si no lo creen, repasen los puntos apenas aquí traídos y digan si no son las generales de la ley de nuestra alma. Que tienen que ser, eso sí que es cierto y verdad.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net