Fe y Obras

Este es un mes más que gozoso

 

 

11.11.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Hace ya unos días que dio comienzo el mes que hace once de los del año, digamos, civil. Pero, para un católico, este mes no es un mes cualquiera.

A lo largo del año litúrgico hay momentos más que importantes. Dividimos el mismo en lo que se ha dado en llamar “Tiempo Ordinario” y “Tiempos fuertes” que son, como sabemos y por ejemplo, el Adviento, la Pascua o la Cuaresma.

Pues bien, dentro de esta serie de divisiones espirituales que nos vienen más que bien para comprender y practicar nuestra fe católica, el mes de noviembre es más que especial.

Noviembre es, sobre todo, el mes del recuerdo de los que nos han dejado pero, sobre todo, es el mes dedicado a la santidad que debemos anhelar y a la que, al menos, debemos tender haciendo uso de eso que se da en llamar “fama de santidad” y es, nada más y nada menos, que la puesta en práctica, por parte de los fieles hijos de Dios, de las virtudes católicas.

Decimos, por tanto, que este mes noviembre, del que ya ha pasado una tercera parte, es crucial, para nuestra fe católica. Y no lo decimos para hacer grandilocuencia ni nada por el estilo sino, justamente, por lo contrario: por lo ordinario, por lo común o, en fin, por lo que debemos ser sin ir más lejos de lo que debemos ser.

Nosotros, los católicos que, como cristianos, tenemos a Jesucristo no sólo por Maestro bueno y mejor sino, porque lo es, por Dios hecho hombre, no podemos dejar pasar este mes de noviembre sin llevar a cabo una serie de prácticas espirituales que, además, nos son la mar de beneficiosas a tal nivel.

Podemos, por ejemplo, dedicar nuestro tiempo de oración a pedir por todos los santos que en el Cielo están y por las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio que esperan su paso al Cielo donde gozarán de la Bienaventuranza y la Visión Beatífica.

También, podemos, por ejemplo, sacrificarnos como eso tenga que suceder y ofrecer tales sacrificios por aquellos que, habiendo dejado el mundo podemos bien considerarlos como personas cuya vida y fama de santidad los ha llevado junto al Padre Eterno. También por las almas que esperan su definitiva salvación eterna en su existencia purificadora.

Este mes de noviembre, podemos decir, es más que bueno para nuestras almas. Y es que, estando muy cercano el tiempo del Adviento, lo que ahora hacemos es, por decirlo así, como una siembra de la que esperamos obtener gran cosecha que tiene que ver con nuestra vida eterna: amontonamos para la existencia que no muere nunca, nunca, nunca y que dura para siempre, siempre, siempre. Y lo hacemos porque sabemos lo que conviene a nuestra vida de hijos de Dios.

Oramos, y lo hacemos
por los que al Cielo fueron,
por los que supieron
ser fieles hijos de un Dios bueno.

Oramos, y lo hacemos
por los que necesitan limpiar su alma
para alcanzar el Cielo
blancos y sin tacha.

Oramos, porque Dios quiere,
porque es menester nuestro auxilio
para las almas que purifican
y pedir, a las del Cielo,
que por nosotros pidan.

Oramos, y damos gracias a Dios por ello,
porque conocemos más que bien
la Voluntad del Padre:
pedir por los necesitados
y por nuestra necesitada alma,
y tendremos, como premio, no la nada
sino el Cielo.

Pidamos a Dios que escuche nuestras plegarias en este mes de noviembre que, como decimos, llega hasta el corazón del Creador. Y es que estamos más que seguros que es lo que quiere Quien todo lo ha creado de la nada y todo mantiene.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net