Fe y Obras

Cuerpo y Sangre de Cristo

 

 

26.05.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

Por esas cosas que tienen los tiempos que corren, la festividad del Cuerpo y la Sangre de Cristo se, digamos, traslada al domingo siguiente al jueves que, tradicionalmente, se había venido celebrando.

Así, por ejemplo, este año 2016, el Corpus Christi se celebra el domingo 29 del presente mes de mayo.

De todas formas, eso no supone nada para lo que es, para un discípulo de Cristo, tal día y, sobre todo, el contenido de tal día: la Sangre y el Cuerpo de Cristo.

“Mi carne es verdadera comida,
y mi Sangre verdadera bebida;
el que come mi Carne, y bebe mi Sangre,
en Mí mora, y Yo en él.” 

Estas palabras han sido recogidas por San Juan en los versículos 55 y 56 del capítulo 6 de su Evangelio. Y dicen, ellas mismas, todo lo que debemos saber al respecto del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Y es que, espiritualmente hablando, no se puede decir más en menos palabras. Suponen todo lo que necesitamos para vivir… eternamente.

Nosotros sabemos, al menos lo sabemos por fe, que Cristo entregó su Cuerpo y entregó su Sangre para que los que confesasen que era Hijo de Dios se salvasen. No lo hizo por todos (aunque querría Él que fuera así) porque sabía que no todos lo iban a aceptarlo después de muerto y resucitado porque en vida no lo habían hecho.

El Cuerpo y la Sangre de Cristo son, por decirlo así, el camino que nos lleva al Cielo. Por tanto, nuestro respeto a uno y otra ha de ser absoluta y la creencia en la presencia real de Cristo en la Eucaristía una roca, fuerte, sobre la que construir nuestra vida de fe.

De todas formas, decir más sobre el Cuerpo y la Sangre de Cristo quizá sea repetir lo que muchas veces se ha dicho y muchas veces se dirá. Y es que nosotros, los discípulos del Hijo de Dios, tenemos constancia efectiva de lo que supone tener por bueno y verdad todo lo que la Iglesia católica, a lo largo de los siglos, ha dicho a tal respecto. Y nos vale más que bien para fundar nuestra vida en una verdad, la Verdad, que encierra saberse hijos de Dios a través del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Por cierto, que este Domingo, el del Cuerpo y la Sangre de Cristo también es el Día Nacional de la Caridad. Vale, pues, la pena, rascarse el corazón para ver si de él sale la intención de rascarse el bolsillo por los más necesitados. Sin alharacas ni exageraciones del “he hecho o he dado”. Dios ya ve en lo secreto de nuestro corazón. ¡Qué más necesitamos!

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net