Fe y Obras

Colaborar con el Maligno

 

 

21.04.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

El hombre, en su relación con Dios, muestra hasta qué punto la misma es cierta o, simplemente, se trata de un disimulo y un “para que se vea”. Es decir, el comportamiento políticamente correcto abunda mucho y, en materia religiosa católica, más que mucho.

Hay católicos que, simplemente, miran para otro lado cuando les corresponde mostrar que lo son o lo que son.

Los hay, también, que no lo son aunque parezca que lo son por lo que hacen: no muestran que lo son cuando deben mostrarlo o, incluso, actúan abiertamente contra la doctrina que, se supone, deben respetar y tener en cuenta en sus vidas.

De estos últimos, los hay que desempeñan una función elevada, muy elevada, dentro de la jerarquía de Dios. Y es que, como bien sabemos, es fácil darse cuenta de que, a nivel católico, somos muchos los que formamos parte de la Esposa de Cristo y no todos ocupamos los mismos lugares… ni hace falta que así sea (hay diversidad de dones…).

Así, por ejemplo, los católicos, digamos “de a pie”, del común, formamos la gran mayoría de nuestra religión, la única que es verdadera.

Pero hay otros de los nuestros que, por elección propia, han decidido que quieren servir a Dios y a los hombres, por ejemplo, formando parte del grupo de los sacerdotes (o religiosos).

Ahí, también, hay jerarquías porque, como bien sabemos, desde el sacerdote, digamos, diocesano hasta el mismo Santo Padre hay muchos escalones que unos consiguen subir con esfuerzo y trabajo y sólo uno, en un determinado momento, puede vestir de blanco y ocupar la silla de Pedro.

Pues bien, se debería tener muy en cuenta que, en determinadas ocasiones, se puede colaborar con el Maligno de muchas formas: haciendo caso omiso a la doctrina católica, atendido con demasiada atención a los discípulos del Mal que tanto abundan en el mundo, queriendo hacer ver que, a lo mejor, se pueden convertir aquellos que sólo desean hacer daño a la Esposa de Cristo, siendo complacientes con el mundo y sus mundanidades, etc.

Vemos, por tanto, que es más que probable que alguno o algunos de nuestros pastores que ocupan los lugares más altos de la jerarquía católica están haciendo eso y otras cosas que no pueden ser tenidas por buenas o mejores.

El caso es que, incluso, a los que defendemos que se debe actuar de forma recta y sin torcimientos nos llaman algo así como carcas o, simplemente, ortodoxos que es una palabra que a los tibios les repele bastante y hacen ascos a la misma.

Sin embargo, bien saben ellos que el Mal que, por acción o por omisión, están apoyando acabará por llevárselos por delante. Es lo que quieren los representantes y discípulos de Satanás.

Y es que quien quiere no ver nada y pasar por ciego… seguramente lo consigue.

Ahora bien, aún hay otros que aun tienen más culpa ellos: los que pudiendo reprender ciertas cosas… no lo hacen ni quieren hacerlo.

Y es que ya dijo Jesús aquello de que hay ciegos que quieren conducir a otros ciegos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net