Fe y Obras

María, Auxiliadora del enfermo

 

 

04.02.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


“ORACIÓN DEL ENFERMO A MARÍA

María, Divina Enfermera,
cuida mi cuerpo y mi alma:
en el dolor, sosiégame;
en la soledad, acompáñame;
en el miedo, alienta mi confianza.
María de Caná,
alegra mis días.
En la oscuridad, ilumina mi fe;
en la debilidad, impulsa mi ánimo;
en la desesperación, sostén mi esperanza
y hazme testigo del amor de Dios.
Madre de la Misericordia,
si mi vida se apaga,
intercede por mí ante tu Hijo,
vencedor de la muerte,
y cógeme en tus brazos,
Virgen de la ternura.
Amén.”

Esta es la oración que se nos propone para la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo el próximo 11 de febrero. También para la que se refiere al 1 de mayo del presente 2016, a la sazón Pascua del Enfermo. Además, el tema para este año es  “María, icono de la confianza y del acompañamiento”.

En realidad, a María la tenemos por Madre bondadosa que nunca olvida a sus hijos. Y si hay alguien que necesite auxilio es, precisamente, quien pasa por malos momentos por estar padeciendo algún tipo de enfermedad. Dirigirse a ella es el medio ordinario al que debemos recurrir porque es más que conveniente que la Madre de Dios presente al Padre, por ser Mediadora nuestra, las cuitas que nos puedan afectar.

A tal respecto, al de la enfermedad y a la mediación de María en la misma, nos dice el Papa Francisco en el Mensaje dado para la citada Jornada:

“La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…

En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea, sino porque nos ofrece una clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver cómo la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz. Y esta clave nos la proporciona María, su Madre, experta en esta vía.”

Ciertamente, la enfermedad (cuando es grave más) hace plantearnos muchas realidades que, de no concurrir la misma, es casi seguro no cayéramos en la cuenta de ellas. Por eso no es nada extraño que haya personas poco creyentes que se conviertan profundamente cuando pasan por un trance así. Por eso nos dice el Santo Padre que la enfermedad puede llegar a ser el nexo de una mayor unión con el Hijo de Dios.

De todas formas, no es poco cierto que es más que probable que pasemos por momentos difíciles porque nuestra naturaleza humana es como es. Sin embargo, no es menos cierto que sabemos que podemos dirigirnos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, para apoyarnos en su dulce corazón y en su amante existencia.

Y es que María nunca deja de escucharnos como escuchó a su Hijo cuando, en la Cruz, la entregó a sus hermanos los hombres.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net