EL EVANGELIO DEL DOMINGO

por Gervasio Portilla García

06.09.2015


XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (B)

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (7, 31-37)

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron a un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó le lengua: Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:

- Effetá (esto es, "ábrete").

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia proclaman ellos. Y en el colmo del asombro decían:

- Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Palabra del Señor


COMENTARIO:

Este Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, nos presenta la curación de un sordo y tartamudo.

Esta curación tiene un significado especial: rechaza la distinción judía entre hombres puros e impuros.

En contra de lo que afirmaban los fariseos, todos los hombres, sean judíos o paganos o enfermos o sanos tienen idénticos derechos y obligaciones para el Señor.

La acción de Jesús en este Evangelio además de milagrosa, condena las diferencias y las distinciones de los judíos.

En todo ser humano, hay una imagen de Dios aunque pueda estar ocultada por mil avatares.

Los seguidores de Jesús, estamos obligados a llegar hasta esa imagen oculta, despertarla y reavivarla.

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.