- | - | - |
ZENIT | - |
El mundo visto desde Roma
|
- | - | - |
Servicio diario | - |
19
de mayo de 2006
|
Santa Sede
Sólo hay democracia auténtica cuando hay justicia social,
explica Benedicto XVI
Positiva audiencia del Papa al representante del patriarcado
ortodoxo de Moscú
Declaración de la Santa Sede sobre el fundador de los
Legionarios de Cristo
Mundo
Llegan las Misioneras de la Caridad a Afganistán
Hallado en Kenia, con indicios de asesinato, el cuerpo de un
capellán de prisiones
Nuevo presidente de la Cadena COPE, radio católica en España
Entrevista
El lugar y el papel de los movimientos en la Iglesia (I)
La vida consagrada femenina y la misión de suscitar esperanza (II)
Espiritualidad
Predicador del Papa: «Deber» amar, «el mandamiento más bello y
liberador del mundo»
Nuevos movimientos
Federación Internacional de Hombres Católicos
Esposos para Cristo
Documentación
Benedicto XVI: «Democracia, instituciones y justicia social»
Comunicado vaticano sobre el fundador de los Legionarios de
Cristo
La Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi renuevan su
compromiso de servir a la Iglesia
Santa Sede
Sólo hay democracia auténtica cuando
hay justicia social, explica Benedicto XVI
Insiste asimismo en la necesidad de «instituciones apropiadas, creíbles y
autorizadas»
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI explicó este viernes que sólo hay auténtica democracia cuando hay
justicia social, es decir, cuando cada persona tiene acceso a los bienes
primarios.
El Papa afrontó el argumento al recibir en audiencia a los participantes en el
congreso sobre «Democracia, instituciones y justicia social», que entre este
jueves y viernes ha organizado la Fundación vaticana «Centesimus Annus - Pro
Pontifice».
El Papa señaló dos elementos decisivos para que un sistema de gobierno pueda
llamarse auténticamente democrático.
Justicia social
Uno de ellos es el «esfuerzo tenaz, duradero y compartido por la promoción de la
justicia social».
«La democracia sólo alcanza su plena realización cuando cada persona y cada
pueblo es capaz de acceder a los bienes primarios (vida, comida, agua, salud,
educación, trabajo, certeza de los derechos) a través de un ordenamiento de las
relaciones internas e internacionales que asegure a cada quien la posibilidad de
participar», afirmó.
«Y sólo puede haber auténtica justicia social en una perspectiva de genuina
solidaridad, que comprometa a vivir y a trabajar siempre los unos por los otros,
y nunca los unos contra o en perjuicio de los otros».
«El gran desafío de los cristianos laicos en el contexto mundial de hoy consiste
en hacer concreto todo esto», aseguró.
Instituciones creíbles
El otro elemento necesario para una democracia, según señaló el Papa son
«instituciones apropiadas, creíbles y autorizadas, que no estén orientadas a la
mera gestión del poder público, sino que sean capaces de promover niveles
articulados de participación popular, en el respeto de las tradiciones de cada
nación, y con la constante preocupación de custodiar su identidad».
Si bien el Papa constató «la lentitud con que se abre camino la democracia»,
indicó que «sigue siendo la herramienta histórica más valiosa, si se utiliza
bien, para disponer del propio futuro de forma digna».
La Fundación «Centesimus Annus - Pro Pontifice» fue instituida en 1993 por Juan
Pablo II con el objetivo de promover el conocimiento y la práctica de la
doctrina social de la Iglesia. Su nombre se inspira en la última encíclica
social de ese pontífice «Centesimus Annus» de 1991.
ZS06051907
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Positiva audiencia del Papa al
representante del patriarcado ortodoxo de Moscú
Benedicto XVI afrontó con el metropolita Kirill un camino de «colaboración para
el futuro»
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
La audiencia entre Benedicto XVI y el representante del Patriarcado ortodoxo de
Moscú, celebrado este jueves, ha sido calificada por fuentes vaticanas como
positivo.
El encuentro entre el metropolita Kirill de Smolensk y Kaliningrado, presidente
del Departamento de Asuntos Exteriores del Patriarcado de Moscú, y el Papa tuvo
lugar «en un clima de grandísima amistad y amabilidad», explican fuentes
vaticanas en declaraciones a Zenit.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede no publicó detalles sobre los temas
afrontados.
Según fuentes consultadas por Zenit, en el encuentro «se afrontaron los desafíos
comunes que afrontan las dos Iglesias y se perfiló un camino de colaboración
para el futuro».
ZS06051909
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Declaración de la Santa Sede sobre el
fundador de los Legionarios de Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
La Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó este viernes un comunicado en el
que se anuncia que no se abrirá un proceso canónico contra el padre Marcial
Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y se le invita a renunciar al
ministerio público de su sacerdocio.
Según explica el texto, «a partir de 1998, la Congregación para la Doctrina de
la Fe recibió acusaciones, que en parte ya se habían hecho públicas», contra el
padre Maciel, de 86 años de edad, «por delitos reservados a la competencia
exclusiva del Dicasterio».
«En 2002 --sigue diciendo la nota--, el reverendo Maciel publicó una declaración
para negar las acusaciones y para expresar su disgusto por las ofensas en su
contra de algunos antiguos Legionarios de Cristo. En 2005, por motivos de edad
avanzada, el reverendo Maciel se retiró del cargo de superior general de la
Congregación de los Legionarios de Cristo».
«Después de haber sometido los resultados de la investigación a atento estudio,
la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la guía del nuevo prefecto, Su
Eminencia el cardenal William Levada, ha decidido --teniendo en cuenta tanto la
edad avanzada del reverendo Maciel como su débil salud-- renunciar a un proceso
canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia,
renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre ha aprobado estas
decisiones», se comunica.
El texto concluye diciendo que «independientemente de la persona del fundador,
se reconoce con gratitud el benemérito apostolado de los Legionarios de Cristo y
de la asociación "Regnum Christi"».
Tras la publicación del comunicado, la Congregación de los Legionarios de Cristo
emitió una declaración en la que se explica que el padre Maciel, «ante las
acusaciones hechas en su contra, afirmó su inocencia y siguiendo el ejemplo de
Jesucristo optó siempre por no defenderse de ninguna manera».
«Él, con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre lo ha caracterizado,
ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con tranquilidad de
conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de
Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la
Legión de Cristo y para el Movimiento "Regnum Christi"», afirma.
«Los legionarios y miembros del Movimiento Regnum Christi, a ejemplo del padre
Maciel y unidos a él, acogemos y acogeremos siempre todas las disposiciones de
la Santa Sede con profundo espíritu de obediencia y fe y renovamos nuestro
compromiso de trabajar con toda intensidad para realizar nuestro carisma de la
caridad y extender el Reino de Cristo sirviendo a la Iglesia», concluye la
declaración.
El padre Marcial Maciel nació en Cotija de la Paz (Michoacán, México) en 1920.
La Legión de Cristo, según se explica en su página web (Cf.
http://www.legionariesofchrist.org),
es una congregación religiosa de derecho pontificio, fundada en 1941.
Hoy cuenta con más de 650 sacerdotes y cerca de 2.500 seminaristas mayores y
menores. Tiene casas establecidas en 18 países.
El movimiento de apostolado «Regnum
Christi», también fundado por el padre Maciel, se compone de unos 65.000
miembros, seglares --hombres y mujeres--, diáconos y sacerdotes, esparcidos por
todos los continentes.
ZS06051910
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Mundo
Llegan las Misioneras de la Caridad a
Afganistán
La congregación religiosa fundada por la Beata Teresa de Calcuta
KABUL viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Ninguna oposición ha suscitado en la capital de Afganistán el inicio de la labor
de las Misioneras de la Caridad, congregación que fundó la beata Teresa de
Calcuta (1910-1997).
Hace un año que se esperaba la llegada de las religiosas al país --de 31
millones de habitantes, el 99% musulmán--; el pasado 10 de abril se constituyó
la comunidad en Kabul, confirma la agencia del Pontificio Instituto de Misiones
Extranjeras «AsiaNews».
El padre Giuseppe Moretti, superior de la «missio sui iuris» de Afganistán,
bendijo la casa de la congregación el pasado 9 de mayo [las misiones «sui iuris»
son aquellos territorios de misión que no forman parte de algún Vicariato o de
alguna Prefectura Apostólica; son conducidos por un superior eclesiástico].
Cuatro religiosas, todas de nacionalidad distinta, ya recogen a los niños más
necesitados de la calle. Con sus saris blancos recorren la ciudad, entre los
burkas azules de las mujeres afganas.
El hábito de las misioneras es un signo claro de pertenencia religiosa, y muchos
temían que ello creara problemas respecto a fundamentalistas islámicos, explica
la agencia del PIME.
La presencia de las religiosas hasta el momento «no ha suscitado ninguna
oposición, como en cambio alguno imaginaba», confirmó el padre Moretti.
«Ya han empezado a dedicarse a los niños, cuya condición en el país está en
niveles gravísimos --recordó--, acogiendo a algunos de la calle».
Igualmente expresó su certeza de que «las religiosas de la Madre Teresa serán
respetadas y amadas como las Hermanitas de Jesús [parte de la familia espiritual
surgida del testimonio y carisma del beato Charles De Foucauld (1858-1916) Ndr.],
que desde hace 46 años trabajan con discreción en los hospitales y son bien
queridas por los afganos».
Presente en la sección de Pediatría de un gran hospital de Kabul, una Hermanita
de Jesús comentó --citaba «AsiaNews» el jueves--: «Ayer, con ocasión de la
fiesta de las enfermeras, el director del hospital --un musulmán-- invitó al
personal a tener a la Madre Teresa como ejemplo; dijo que, como ella, es
necesario atender a todos con el mismo empeño, más allá de razas y religiones».
Más información en www.motherteresa.org
ZS06051905
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Hallado en Kenia, con indicios de
asesinato, el cuerpo de un capellán de prisiones
El padre Jude Kibor, de 57 años
ELDORET, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Con indicios de muerte violenta ha sido encontrado el capellán de la cárcel
keniata de Eldoret en los alrededores de la ciudad.
La diócesis –a unos 300 kilómetros al noroeste de Nairobi-- confirmó el hallazgo
el 11 de mayo.
«El cuerpo del sacerdote, que parecía haber sido estrangulado, fue encontrado
abandonado en un matorral de la carretera Old Nairobi, en Eldoret, hacia las
9.00 horas», expresó la diócesis en un comunicado difundido por CISA («Catholic
Information Service for Africa»).
El vicario general de Eldoret, el padre Francis Moriasi, declaró a la agencia
informativa africana que había visitado el lugar del hallazgo y que el cuerpo
del padre Kibor fue arrastrado allí por sus presuntos asesinos.
De acuerdo con su relato, algunas personas del área afirmaron que oyeron gritos
del sacerdote pidiendo ayuda desde su coche. Otros apuntan que vieron a tres
hombres tirar su cuerpo.
El padre Kibor vivía en la parroquia de Majengo y se dirigía a celebrar Misa en
la prisión local. Se le sustrajo su maletín, pero otros efectos personales –como
el documento nacional de identidad o los zapatos— fueron hallados en su coche,
ubicado a unos 10 kilómetros del cuerpo.
Al día siguiente el obispo de Eldoret, monseñor Cornelius Kipng’eno Arap Korir,
presidió en la catedral del Sagrado Corazón de Jesús la Eucaristía en sufragio
por el alma del sacerdote fallecido.
El prelado pidió a los fieles oración por los autores de esta muerte y por el
éxito de la investigación policial.
Originario del distrito de Iten, donde había nacido en 1949, el padre Kibor
había desarrollado su ministerio sacerdotal –desde su ordenación en 1980-- en
Matunda, Kaiboi, Kaptagat, Ndalat y Mokwo (en la diócesis) antes de su
designación al frente de la capellanía de la prisión (cuya cifra de reclusos
asciende al millar), de la que se hizo cargo en los últimos siete años.
En la catedral del Sagrado Corazón de Jesús se programó otro funeral el pasado
miércoles, y el entierro del padre Kibor el día siguiente en Singore (parroquia
de Iten).
El sábado pasado el obispo de Eldoret –también presidente del episcopado
católico keniata-- comentó a la agencia misionera «Misna» que en la ciudad se
registra desde hace tiempo una inseguridad creciente.
1,5 millones de personas se cuentan en la diócesis de Eldoret; 390 mil son
católicas. La circunscripción eclesiástica abarca los distritos de Nandi, Uasin
Gishu, Keiyo y Marakwet, y cuenta con 39 parroquias.
El país de África Oriental suma en total unos 33 millones de habitantes, la
mayoría cristianos --se estima la proporción de católicos en un 33% y de
protestantes en un 45%--; el 10% sigue credos tradicionales, y otro 10% son
musulmanes.
ZS06051906
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Nuevo presidente de la Cadena COPE,
radio católica en España
MADRID, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
El presidente de la Fundación San Pablo CEU, Alfonso Coronel de Palma, será el
nuevo presidente de la COPE (Cadena de Ondas Populares Españolas), sustituyendo
a Bernardo Herráez, según un comunicado remitido por la emisora.
Coronel de Palma se hará cargo de la cadena el próximo 30 de junio, fecha en la
que se celebrará su Junta General de Accionistas.
Después de más de 30 años en la emisora, Herráez ha recordado su andadura en la
que ocupó cargos como Consejero Delegado y más tarde como Presidente –durante
los últimos nueve años- y ha asegurado sentirse «muy satisfecho» de haber estado
en la COPE desde el año 1975.
A su juicio, la COPE de ahora «no se parece en nada» a la de entonces porque «no
tenían la conciencia emisora» actual.
Alfonso Coronel de Palma, gran canciller de la Universidad San Pablo CEU de
Madrid, asumirá su cargo el 30 de junio con «mucha ilusión», por trabajar en un
«proyecto muy bonito», ya que la COPE es para él una emisora «que actúa en
libertad y es libertad».
Recordando que «La verdad os hará libres», ha resaltado la «conjunción de verdad
y libertad» en la que la emisora basa su labor «frente al resto de poderes e
intereses que existen».
ZS06051911
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Entrevista
El lugar y el papel de los movimientos
en la Iglesia (I)
Entrevista a Arturo Cattaneo, profesor de Derecho Canónico
VENECIA, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
El congreso mundial de movimientos eclesiales, celebrado en Roma en 1998, se
abrió con una esclarecedora ponencia del entonces cardenal Joseph Ratzinger,
recientemente publicada en Italia en un volumen titulado «Nuove irruzioni dello
Spirito» (Nuevas irrupciones del Espíritu), de Editorial San Pablo. El libro
incluye también las respuestas del mismo cardenal a las preguntas de obispos de
los cinco continentes que participaron en un Seminario, celebrado en Roma en
1999.
En su ponencia, tras recordar a los movimientos la necesidad de evitar posturas
unilaterales y absolutizaciones, se dirigió también a los obispos, exhortándoles
a no «condescender ante cualquier pretensión de uniformidad absoluta en la
organización y en la programación pastoral».
«No pueden erigir sus proyectos pastorales como la piedra de lo que se le
permite hacer al Espíritu. Ante lo que son meros proyectos humanos, puede
suceder que las Iglesias se vuelvan impenetrables al Espíritu de Dios, a la
fuerza de la que viven».
«No es lícito pretender que todo deba inscribirse en una determinada
organización de la unidad: ¡mejor menos organización y más Espíritu Santo!»,
subrayó.
Arturo Cattaneo, sacerdote de la prelatura del Opus Dei, y desde 2003 profesor
de Derecho Canónico en el Instituto San Pío X de Venecia, en esta entrevista a
Zenit, parte de las palabras del entonces cardenal Ratzinger para explicar la
dialéctica entre institución y carisma dentro de la Iglesia.
En este sentido, afirma que «el obispo diocesano debe tener en cuenta la
catolicidad de la Iglesia local» que armoniza en sí «unidad y variedad» y «no
confundir la unidad con uniformidad pastoral».
Autor de numerosas publicaciones de temas canónicos, eclesiológicos y de
pastoral matrimonial, el profesor Cattaneo se ha ocupado recientemente de una
monografía titulada en italiano«Unità e varietà nella comunione della Chiesa
locale» (Unidad y variedad en la comunión de la Iglesia local), editada por
Marcianum Press, de Venecia. Ha sido profesor de Derecho Canónico y Teología en
Pamplona (España), Lugano (Suiza) y Roma.
--El cardenal Ratzinger en el texto apenas citado remite a lo que usted
escribió en 1997, publicado ahora en su última monografía. ¿Nos puede explicar
el significado de esta llamada de atención ante el peligro o la tentación de la
uniformidad?
--Cattaneo: La uniformidad es un empobrecimiento de la unidad. En la Iglesia, la
unidad se caracteriza por la catolicidad. En consecuencia, también en cada
Iglesia local debe desarrollarse una pluralidad y una diversificación que no
sólo no estorban a la unidad sino que la enriquecen y la convierten en comunión.
--¿Qué entiende por «catolicidad»?
--Cattaneo: Es uno de los grandes redescubrimientos de la Eclesiología del siglo
XX. Yves Congar, en su obra «Cristianos desunidos», la definió como
«universalidad dinámica de la unidad de la Iglesia» o, en otras palabras, como
«capacidad que tienen sus principios de unidad de asimilar, perfeccionar,
exaltar y llevar a Dios, reunir en El a todo el hombre y a todos los hombres,
así como todo valor de humanidad». La Iglesia «responde por tanto a la ley de la
recapitulación de todas la cosas en Cristo (Ef 1,10)». («Chrétiens désunis,
principes d'un oecumenisme catholique», 1937).
--¿Y por qué considera la catolicidad tan importante para la integración de
las diferencias en la unidad?
--Cattaneo: La catolicidad, como la demás características esenciales de la
Iglesia, es un don y una tarea. La expresión viene del griego «katà hólon», que
significa «según el todo» o «extendido al todo», indicando que las partes y las
diferencias deben ser según el todo, con una unidad hecha de plenitud, que debe
realizarse continuamente y se funda en la plenitud de la gracia de Cristo.
--¿Nos puede indicar las consecuencias prácticas que esto tiene para el
gobierno de la Iglesia local?
--Cattaneo: En el gobierno pastoral, el obispo diocesano debe tener en cuenta la
catolicidad de la Iglesia local, y no confundir la unidad con la uniformidad
pastoral a toda costa, que hace difícil la inserción fructífera de los diversos
carismas. No se puede pensar que sea legítimo sólo lo que se organiza desde
algunos organismos diocesanos porque entonces quien no se somete a las
decisiones de tales organismos corre el riesgo de encontrarse excluido de las
paradójicamente llamadas «estructuras de comunión».
--¿No piensa que en la Iglesia se deberían poner límites a la variedad para
garantizar la unidad?
--Cattaneo: La pregunta me parece mal planteada porque da por sentado que unidad
y variedad son necesariamente opuestos, cuando en realidad no es así. Baste
pensar en la Santísima Trinidad que es un misterio de perfecta unidad en la
diversidad de las personas. La irrupción de los numerosos carismas apostólicos,
que dan nueva vida a nuestras parroquias y diócesis, ha hecho el tema
especialmente actual, de gran importancia también para el ecumenismo.
--¿Pero no le parece que a veces hay una tensión entre unidad y variedad?
--Cattaneo: Efectivamente, el hecho de que estos dos aspectos no sean
necesariamente opuestos no significa que automáticamente estén en armonía. En
realidad, se trata de un desafío que la Iglesia debe afrontar continuamente.
Tras dedicar un amplio estudio a la Iglesia local, me he ocupado muchas veces de
las cuestiones relativas a la inserción en la parroquia y en la diócesis de las
diversas realidades eclesiales (estructuras pastorales personales, institutos de
vida consagrada, movimientos y grupos varios). En este libro he recogido esos
estudios, algunos de los cuales están todavía inéditos.
--En 1998, en Roma, se celebró la primera gran concentración de movimientos y
comunidades eclesiales con el Papa. ¿Qué motivos impulsan al Papa Benedicto XVI
a repetir aquel encuentro, programándolo para Pentecostés de este año?
-- Cattaneo: Pentecostés de 1998 fue muy especial porque aquel año estaba
dedicado al Espíritu Santo (en el trienio de preparación al Gran Jubileo de
2000). Que Benedicto XVI haya querido repetirlo me parece un signo elocuente del
interés y la confianza que también él tiene en los movimientos. Pienso que los
motivos son los mismos que movieron a su predecesor, entre ellos mencionaría
sobre todo el deseo de poder contar cada vez más con ellos, en la urgente e
ingente obra de la nueva evangelización.
--¿Cuál es la visión que tiene Benedicto XVI de los movimientos?
--Cattaneo: He aludido al interés con el que él mira a los movimientos. Me
parece que deriva de su fuerte anhelo misionero, de la convicción de que hay que
empeñarse a fondo para recristianizar nuestra sociedad, para hacer que --entre
otras cosas-- Europa redescubra sus raíces cristianas. Diría además que la
sensibilidad del Papa hacia los carismas que han originado tantos movimientos
eclesiales es fruto de su actitud de profunda humildad y al mismo tiempo de
responsabilidad al servicio de la Iglesia que él mismo manifestó en la homilía
de la misa de inicio de su pontificado: «Mi verdadero programa de gobierno es el
de no hacer mi voluntad, de no seguir mis propias ideas, sino de ponerme a la
escucha, con toda la Iglesia, de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme
guiar por Él, de manera que sea Él mismo el que guíe a la Iglesia en esta hora
de nuestra historia».
ZS06051904
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
La vida consagrada femenina y la misión
de suscitar esperanza (II)
Entrevista con sor Marcella Farina, Hija de María Auxiliadora
MADRID, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Los miles de mujeres consagradas a Dios son un signo de esperanza para la
humanidad, afirma sor Marcella Farina, salesiana.
Sor Marcella Farina es profesora de Teología Fundamental y de Teología
Sistemática en la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educacion, Auxilium,
forma parte de la Academia Pontificia Teológica, de la Asociación Mariológica
Interdisciplinar y es también miembro y socia fundadora de la Sociedad Italiana
de Investigación Teológica.
Publicamos la segunda parte de la entrevista concedida a Zenit. La primera parte
apareció en la edición de Zenit de este
jueves, 18 de
mayo de 2006.
--¿Cuál es el principal desafío de la vida religiosa femenina?
--Sor Farina: La pregunta exige un discernimiento enfocado a las diversas
instancias, cuestiones, perspectivas que emergen de la vida religiosa femenina.
Existen múltiples desafíos-posibilidades proféticos. Sin duda, la base es la
transparencia de la radicalidad evangélica, es decir la fidelidad al Evangelio
hecha legible con el testimonio, con un estilo de existencia en el que
resplandece la belleza del seguimiento.
Es verdad que toda la Iglesia, y por tanto cada creyente, está llamado a pasar
de la teología a la teofanía, del discurso sobre Dios a la revelación de Dios,
de la cristología a la cristofanía, del discurso sobre Jesucristo a su
revelación, del conocimiento de su persona al conocimiento de Él en persona.
La persona llamada a seguir a Jesús más de cerca, amándolo con corazón indiviso,
está llamada a revelar la misericordia del Señor de modo especial. A la
exigencia de radicalidad evangélica, se une el reto de traducir esta realidad en
femenino.
--¿Qué significa hacer visible la radicalidad evangélica en femenino?
--Sor Farina: Hay algunas dimensiones que podemos ver en la historia. Partiría
de la indicación que nos ofrece el evangelio de Lucas en el capítulo 8,
versículo 1-3: « Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la
Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que
habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada
Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un
administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes».
Aplicando a estos versículos la exégesis del silencio, es decir, situando estas
escuetas indicaciones en el contexto sociorreligioso de aquella época, emerge
que Jesús, libre de todo estereotipo misógino, admitió a mujeres entre sus
seguidores. Por otra parte, dice que «habían sido curadas de malos espíritus y
enfermedades», que niega el estereotipo de la mujer «peligro moral», sin hacer
ninguna referencia a la liberación espiritual de los Doce.
Estas mujeres habían captado en el mensaje de Jesús tal potencia de liberación y
de autenticidad que esto las llevó a superar los prejuicios, límites, temores, y
a correr el riesgo de ser juzgadas por los demás. Se sabe lo duras e injustas
que eran las normas que mantenían atadas a las mujeres al poder masculino
paterno y marital, por las que no podían decidir por sí mismas su propio
proyecto de vida; en concreto, no podían disponer del propio cuerpo, por tanto
de la propia sexualidad y del propio mundo afectivo, ni de sus recursos
económicos. Éstas tuvieron la osadía de optar por Jesús y el Evangelio,
afirmando con la vida que disponían libremente de su propio cuerpo y de sus
bienes, según las exigencias del seguimiento de Cristo.
La historia del cristianismo, aunque todavía persistan hoy lecturas ideológicas
que afirman lo contrario, da fe claramente de que las mujeres, en mayor medida
que los hombres, encontraron en el Evangelio un espacio único de libertad y de
autonomía, de realización propia y de servicio religioso y social, y por tanto
de visibilidad histórica.
Pensemos en la época de las persecuciones: son numerosas las mujeres, desde las
jovencitas hasta las mujeres casadas y las viudas, que dan testimonio de la fe
en Jesucristo hasta el martirio. De manera que el «sexo débil» se presenta
fortísimo, dejando asombrados a los perseguidores.
Pensemos en la acción evangelizadora realizada por las mujeres del mundo
aristocrático imperial, a través de las relaciones domésticas. Pensemos en el
monaquismo y en la socialización de los saberes, desde los culturales a los que
se refieren a los oficios.
Pensemos en las congregaciones religiosas modernas y en el valor de las mujeres
para estar en el mundo, superando el estereotipo de guardianas del hogar
doméstico, con la pasión evangelizadora y socorredora de Cristo. La memoria
histórica debería resultar un recurso profético efectivo para el futuro. En este
sentido, señalaría algunos ámbitos en los que se debería ejercer esta profecía.
--¿Dónde están estos nuevos ámbitos?
--Sor Farina: Hoy, en un contexto de secularización y también de hostilidad más
o menos latente hacia el Evangelio, nosotras mujeres consagradas deberíamos
testimoniar la potencia emancipadora del seguimiento de Jesús, irradiando la
belleza de entendernos a nosotras mismas a su luz y a la de su mensaje. En la
escuela de María, Madre suya y nuestra, deberíamos volver a enmarcar nuestra
existencia en las grandes obras de Dios, en su misericordia, como la Virgen en
el Magnificat.
No es algo que se da por descontado. Exige valor, osadía y humildad. Es el
coraje de ir hasta el final, hasta la entrega de la vida, sobre todo con el
testimonio de fe valerosa, saliendo del ámbito privado, de la concepción típica
de la Ilustración que persiste --a pesar de los desmentidos históricos-- al
considerar la dimensión religiosa como un hecho privado, por tanto invisible,
sin incidencia en la construcción de la sociedad.
En una cultura que corre el riesgo de centrarse en lo tecnológico, estamos
llamadas a dar testimonio de la relación, la síntesis entre razón y sentimiento,
entre racionalidad y relacionalidad.
En un contexto en el que emerge la conflictividad y el interés individual, es
una semilla de esperanza de singular fecundidad tener un estilo de vida
solidaria, donde se realiza el intercambio de saberes y se da el «empowerment»
(darse recíprocamente poder, reconocimiento, ánimo) entre mujeres por el bien de
toda la humanidad.
Todo esto exige una capacidad de discernimiento y su ejercicio concreto,
fundados en una visión teologal de la historia, por tanto en una visión abierta
a la esperanza, confiada en la confianza anticipada que el Señor nos da
constante y gratuitamente.
--Usted coordina cursos de formación. ¿Dónde ve las lagunas más grandes?
--Sor Farina: Hay que contar con que el panorama de la vida consagrada femenina
ha cambiado, en relación a hace sólo un decenio. Hoy predomina el mundo asiático
y africano respecto al europeo o americano. Lo constato concretamente en el
«Curso anual de capacitación para formadoras y formadores en la vida
consagrada».
Esta diversa proveniencia sociocultural y sociorreligiosa presenta nuevas
urgencias educativas, al mismo tiempo que ofrece oportunidades y sensibilidades
en una nueva comprensión de la experiencia evangélica y carismática. La
reflexión teológica, también la relativa a la vida consagrada y a los carismas
de cada instituto, hasta el Vaticano II, se elaboró en gran parte en Occidente,
con categorías conceptuales, acentuaciones, tradiciones y traducciones prácticas
ligadas a este contexto. Los institutos mismos surgieron en su mayoría en
Occidente, sobre todo en Europa y, en concreto en Italia.
La consecuencia de esto es que, antes, a la hora de transmitir contenidos
teológicos y carismáticos, se podían presuponer elementos culturales y
religiosos, experiencias y comportamientos (doctrina, historia, filosofía, arte,
literatura, estilos de vida y sabiduría popular) que hoy ya no se pueden dar por
descontados.
Puede suceder que las mismas palabras transmitan conceptos y modos de sentir
diversos que tal vez no coincidan con el mensaje evangélico y carismático.
Por lo tanto, en los itinerarios formativos hay que asegurar las condiciones de
posibilidad fundamental para una correcta inculturación y nueva expresión de la
fe y de la vida consagrada, sin dejarse engañar por fáciles traducciones.
No basta transmitir contenidos informativos sino que hay que favorecer la
asimilación de los valores en una elaboración existencial de síntesis evangélica
y carismática que hace posible el discernimiento personal y comunitario.
Es esta una urgencia fundamental a la que hay que responder de modo adecuado.
Sobre las eventuales lagunas, se puede señalar que éstas a menudo repiten los
mismos límites que encontramos en la sociocultura actual. La mentalidad del
«todo y ahora» se traduce a veces en los institutos religiosos en la elección de
itinerarios de estudio breves, quizá con aplicaciones prácticas inmediatas. Esto
no dispone el espíritu a ese «silencio interior», a esa paciencia-paz, a esa
perseverancia, a ese «estudiosidad» que forman el humus de la humilde y
apasionada búsqueda de la verdad.
--¿Pero es buena la formación de las religiosas?
--Sor Farina: En general noto una forma latente de analfabetismo religioso: los
contenidos de la fe a veces se aprenden de modo superficial y aproximado. No por
falta de empeño de los profesores o de los estudiantes sino por una cierta prisa
«psicológica», provocada también por la cultura informática, que si, por una
parte, proporciona muchas informaciones e instrumentos, por otra parece favorece
la acumulación de material sin una verdadera asimilación, sin un genuino
metabolismo espiritual.
El efecto es el saber «más o menos», que no puede llevar a esa sabiduría
existencial que orienta en el discernimiento entre verdadero y falso, entre bien
y mal. El peligro es la regresión a nivel cultural con el efecto de confusión o
el yo como único referente, cerrazón y defensa en la seguridad de la propia
isla.
La sociedad compleja y globalizada exige personas profundas y solidarias,
capaces de confrontación constructiva y de proyectos solidarios. Estamos
llamadas a invertir en la formación, también en la formación cultural y
profesional, para poder vivir y actuar con la carga de recursos evangélicos y
responder a los retos de la historia.
Hay que seguir detrás de las opciones valientes hechas por las mujeres
consagradas tras el Concilio Vaticano II, valorando las grandes oportunidades
formativas que se nos ofrecen, no temiendo iniciar itinerarios de estudio
largos, sobre todo en el campo de las ciencias teológicas y en el de las
ciencias de la educación, en las que deberíamos ser cada vez más expertas.
Deberíamos concretamente alimentar la conciencia de la formación continua.
Otro aspecto que hay que reforzar es el sentido de la verdad que se hace
fidelidad, por tanto el sentido proyectivo de la vida, encarnando el ideal en lo
cotidiano y reduciendo la distancia entre el ideal y las opciones concretas de
cada día.
El discurso no es teorético, abstracto: es la opción fundamental por Cristo que
hay que traducir en la vida, en sus múltiples expresiones, confiando con
gratitud en la gracia que El nos da siempre con abundancia.
Es el crecimiento en la identidad evangélica y carismática, dentro de una
sociedad en cambio que exige de la persona y de la comunidad una constante y
profunda nueva comprensión del propio ser y de la propia misión.
--¿Hay necesidad de más acompañamiento espiritual?
--Sor Farina: En este sentido, se advierte la exigencia del acompañamiento del
que hoy a veces carecemos. Hay muchos profesores, personas que ofrecen
conocimientos, quizá incluso consejos, ayudas varias, pero las nuevas
generaciones –e incluso no las más recientes- sienten a menudo una profunda
soledad, sienten la necesidad de que se les ayude concretamente a traducir en la
historia los valores evangélicos.
Hace algunos años no se hablaba de acompañamiento espiritual pero había
sacerdotes que guiaban en el discernimiento vocacional y animaban a elegir
confiando en la Providencia Divina. El acompañamiento es urgente incluso como
lugar de esperanza. En él se pueden crear oportunidades y ocasiones para que la
persona se ejercite en el discernimiento, haciendo opciones coherentes con
audacia y humildad.
En este acompañamiento, hay que dar atención a la asimilación verdadera de los
contenidos de la fe y de la espiritualidad del propio instituto, con un sano
metabolismo espiritual.
Otro aspecto sobre el que deseo llamar la atención es la maduración en el
sentido de la propia condición de ser creado.
Hay algunos elementos de la cultura actual que orientan a considerar la
perfección humana como infalibilidad, que alimentan el complejo de omnipotencia
y omnisciencia, por tanto no favorecen la conciencia del límite, de la propia
precariedad.
En tal sentido, hay una llamada a dar testimonio del sentido de trascendencia,
del primado de Dios, el abandono en la Providencia, superando las formas de
miedo que llevan a la posesión, la manipulación, la postura de autosalvación.
En una sociedad que se cierra en lo inmediato y terrestre, la vida consagrada
está llamada a recordar el Más Allá y al Otro, la realidad de los valores
escatológicos. No significa simplemente alimentar la tensión hacia el futuro,
sino cultivar la aspiración al Paraíso, a la patria futura, adquirida trabajando
por la ciudad terrestre según el proyecto de Dios.
Me parece muy iluminador recordar a este propósito el mensaje que Pablo VI
dirigió a la III Asamblea General de los obispos italianos, el 22 de febrero de
1968. Decía: «Que no se diga que así orientados y libres de aspiraciones
temporales nos convertimos en extranjeros en esta tierra, en la que la
Providencia nos ha permitido vivir; ni que somos incapaces de diálogo con el
mundo profano, orientado hacia las realidades terrenas que se han convertido hoy
en muy fecundas y seductoras. Toda la constitución conciliar “Gaudium et Spes”
está ahí para demostrar lo contrario y para resolver el problema de las
relaciones del cristianismo con el humanismo».
--¿Entonces, cuál sería la misión?
--Sor Farina: Sigue Pablo V: «Nuestra misión, justo en esta hora inquieta y
confusa, es la de proporcionar esperanzas buenas, esperanzas verdaderas,
esperanzas nuevas a los hombres a los que se dirige nuestro ministerio; y esto
--dicho con cautela-- vale también para la vida temporal de nuestros hermanos
(tales son en efecto para nosotros los hombres, que la vida vivida nos hace
cercanos)».
«Nos toca a nosotros, creyentes, que esperan y aman, llevar, según nuestra
habilidad, continuamente la luz al hombre ciego, el pan al hombre hambriento, la
paz al hombre airado, al hombre cansado el apoyo, al hombre que sufre el
consuelo, al hombre desesperado la esperanza, al niño la alegría de la bondad,
al joven la energía del bien».
«Si hay una crisis hoy en el mundo es la de la esperanza, la de la ignorancia de
los fines por los que vale la pena emplear la enorme riqueza de medios, con los
que la civilización se ha enriquecido pero también ha endurecido la vida humana.
Nosotros somos los guías. Somos aquellos que tienen la ciencia de los fines».
«Debemos ser maestros de la esperanza. Y esto va dicho por vosotros, pastores, a
los que ha sido dado conducir al rebaño humano a los pastos de la verdadera
vida; va dicho por vosotros, laicos católicos, que con los pastores aportáis a
la Iglesia y al mundo el pensamiento y la obra de la salvación cristiana».
ZS06051920
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Espiritualidad
Predicador del Papa: «Deber» amar, «el
mandamiento más bello y liberador del mundo»
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., al Evangelio dominical
ROMA, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, VI de Pascua, del
padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia.
* * *
VI Domingo de Pascua - B
(Hechos 10, 25-27. 34-35. 44-48; I Juan 4, 7-10; Juan 15,
9-17)
El «deber» de amar
«Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he
amado… Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».
El amor, ¿un mandamiento? ¿Se puede hacer del amor un mandamiento sin
destruirlo? ¿Qué relación puede haber entre amor y deber, dado que uno
representa la espontaneidad y el otro la obligación?
Hay que saber que existen dos tipos de mandamientos. Existe un mandamiento o una
obligación que viene del exterior, de una voluntad diferente a la mía, y un
mandamiento u obligación que viene de dentro y que nace de la cosa misma. La
piedra que se lanza al aire, o la manzana que cae del árbol, está «obligada» a
caer, no puede hacer otra cosa; no porque alguien se lo imponga, sino porque en
ella hay una fuerza interior de gravedad que la atrae hacia el centro de la
tierra.
De igual forma, hay dos grandes modos según los cuales el hombre puede ser
inducido a hacer o no determinada cosa: por constricción o por
atracción. La ley y los mandamientos ordinarios le inducen del primer modo:
por constricción, con la amenaza del castigo; el amor le induce del segundo
modo: por atracción, por un impulso interior. Cada uno, en efecto, es atraído
por lo que ama, sin que sufra constricción alguna desde el exterior. Enseña a un
niño un juguete y le verás lanzarse para agarrarlo. ¿Qué le empuja? Nadie; es
atraído por el objeto de su deseo. Enseña un Bien a un alma sedienta de verdad y
se lanzará hacia él. ¿Quién la empuja? Nadie; es atraída por su deseo.
Pero si es así --esto es, somos atraídos espontáneamente por el bien y por la
verdad que es Dios--, ¿qué necesidad había, se dirá, de hacer de este amor un
mandamiento y un deber? Es que, rodeados como estamos de otros bienes, corremos
peligro de errar el blanco, de tender a falsos bienes y perder así el Sumo Bien.
Como una nave espacial dirigida hacia el sol debe seguir ciertas reglas para no
caer en la esfera de gravedad de algún planeta o satélite intermedio, igual
nosotros al tender hacia Dios. Los mandamientos, empezando por el «primero y
mayor de todos» que es el de amar a Dios, sirven para esto.
Todo ello tiene un impacto directo en la vida y en el amor también humano. Cada
vez son más numerosos los jóvenes que rechazan la institución del matrimonio y
eligen el llamado amor libre, o la simple convivencia. El matrimonio es una
institución; una vez contraído, liga, obliga a ser fieles y a amar al compañero
para toda la vida. Pero ¿qué necesidad tiene el amor, que es instinto,
espontaneidad, impulso vital, de transformarse en un deber?
El filósofo Kierkegaard da una respuesta convincente: «Sólo cuando existe el
deber de amar, sólo entonces el amor está garantizado para siempre contra
cualquier alteración; eternamente liberado en feliz independencia; asegurado en
eterna bienaventuranza contra cualquier desesperación». Quiere decir: el hombre
que ama verdaderamente, quiere amar para siempre. El amor necesita tener como
horizonte la eternidad; si no, no es más que una broma, un «amable malentendido»
o un «peligroso pasatiempo». Por eso, cuanto más intensamente ama uno, más
percibe con angustia el peligro que corre su amor, peligro que no viene de
otros, sino de él mismo. Bien sabe que es voluble, y que mañana, ¡ay!, podría
cansarse y no amar más. Y ya que, ahora que está en el amor, ve con claridad la
pérdida irreparable que esto comportaría, he aquí que se previene «vinculándose»
a amar para siempre. El deber sustrae el amor de la volubilidad y lo ancla a la
eternidad. Quien ama es feliz de «deber» amar; le parece el mandamiento más
bello y liberador del mundo.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS06051902
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Nuevos movimientos
Federación Internacional de Hombres
Católicos
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 18 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones
Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos,
de la Federación Internacional de Hombres Católicos.
* * *
DENOMINACIÓN OFICIAL: FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE HOMBRES CATÓLICOS
SIGLA: FIHC-Unum Omnes (Fédération Internationale des Hommes Catholiques)
FUNDACIÓN: 1948
HISTORIA: La FIHC nació como Federación Internacional de las Asociaciones de los
Hombres de Acción Católica, por iniciativa de la Unión de los Hombres de Acción
Católica Italiana. En la Asamblea constitutiva que tuvo lugar en Lourdes, en
Francia, participaron los delegados de 20 países de Europa, América del Norte y
América del Sur. En 1950, con ocasión de la primera Asamblea general, por deseo
de Pío XII que había apoyado personalmente al proyecto de creación de la
Federación y deseaba abrirla también a las organizaciones que no pertenecían a
la Acción Católica, se cambió la denominación pasando a ser “Federación
Internacional de los Hombres Católicos - Unum Omnes”. Reconocida por la Santa
Sede como organización internacional católica, la FIHC es miembro de la
Conferencia de las OIC.
IDENTIDAD: La FIHC reúne organizaciones nacionales de hombres católicos
comprometidos en el apostolado y en la difusión de las enseñanzas de la Iglesia;
promueve contactos entre las asociaciones miembro para favorecer el conocimiento
y la ayuda recíproca además de colaborar en la acción evangelizadora; favorece
la creación de nuevas organizaciones de hombres católicos; instaura y mantiene
relaciones con las organizaciones internacionales que comparten sus mismos
objetivos; se hace portavoz ante la opinión pública y los organismos
internacionales del pensamiento de los hombres católicos sobre cuestiones de
interés general.
ESTRUCTURA: Órganos oficiales de la FIHC son la Asamblea general, que tiene
autoridad absoluta para todo lo que se refiere a la dirección, la disciplina y
el control de la Federación; el Consejo, órgano administrativo constituido por
el Presidente, el Vicepresidente, el Secretario general, el Tesorero y el
Asistente eclesiástico; el Comité ejecutivo, que tiene la responsabilidad de
tomar decisiones e iniciativas en el período que transcurre entre las Asambleas
generales y tiene la obligación de presentarlas para su ratificación. A la FIHC
se puede pertenecer como miembros a pleno título (organizaciones internacionales
de hombres reconocidas por la autoridad eclesiástica o asociaciones nacionales
formadas por hombres y mujeres); como miembros asociados (organizaciones
diocesanas de hombres católicos).
DIFUSIÓN: La FIHC cuenta con 36 asociaciones miembros y está presente en 36
países distribuidos del siguiente modo: África (10), Asia (3), Europa (19),
Norteamérica (1), Sudamérica (3).
PUBLICACIONES: Newsletter, publicación cuatrimestral.
SEDE CENTRAL Fédération Internationale des Hommes Catholiques
Palazzo San Calisto - 00120 Ciudad del Vaticano
Tel. e Fax [+39]06.69887382
E-mail: unumomnes@libero.it
[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06051913
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Esposos para Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 18 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones
Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos,
de los Esposos para Cristo.
* * *
DENOMINACIÓN OFICIAL: ESPOSOS PARA CRISTO
SIGLA: CFC (Couples for Christ)
FUNDACIÓN: 1981
HISTORIA: La Asociación Esposos para Cristo nació en Manila, en Filipinas, por
iniciativa de dieciséis matrimonios pertenecientes a un grupo de oración de la
Renovación Carismática Católica que se pusieron al servicio de matrimonios
cristianos deseosos de profundizar la propia fe ayudándose mutuamente a reavivar
la relación con el Señor y a dejarse renovar por la fuerza del Espíritu Santo.
En pocos años la Asociación obtuvo el reconocimiento de la Conferencia Episcopal
de las Filipinas y su nuevo servicio de evangelización se difundió en las
parroquias como programa de renovación de la vida familiar. El 11 de marzo de
2000 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de Couples
for Christ como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.
IDENTIDAD: Los CFC reúne a familias que, acogiendo la exhortación de Cristo de
ser sal y luz en el mundo, difunden la Buena Noticia de la liberación del hombre
y –mediante el compromiso en la obra evangelizadora de la Iglesia, en la
promoción de la paz y de la justicia, en la defensa de los pobres y de los
oprimidos, en la promoción de la unidad de los cristianos– cooperan en la acción
del Espíritu Santo que da vida a una humanidad nueva. La pertenencia a la CFC
exige la adhesión al Christian Life Program, un programa de formación que tiene
como fin transmitir a los miembros de la asociación los contenidos esenciales de
la fe ayudándoles a descubrir el sentido de la propia vocación al matrimonio y a
renovar cotidianamente la fidelidad a Dios, la promesa que les une como esposos
y el compromiso a ayudarse mutuamente. Los CFC logran los propios objetivos a
través de programas de pastoral familiar que buscan hacer de la familia una
“Iglesia doméstica” y a través de programas pastorales atentos a los necesitados
y a los pobres.
ESTRUCTURA: Órgano de gobierno de los CFC es el Consejo internacional, que tiene
la sede en Manila, con el cual se relacionan los Consejos nacionales. De los
Consejos nacionales dependen los Consejos regionales, de éstos los sectores y de
los sectores los capítulos que son la unidad de base de los CFC. A la Asociación
también pueden pertenecer como miembros agregados cristianos no católicos.
DIFUSIÓN Los CFC cuentan con unos 980.600 miembros y está presente en 76 países
distribuidos del siguiente modo: África (16), Asia (18), Europa (24),
Norteamérica (8), Oceanía (6), Sudamérica (4).
PUBLICACIONES: In His Steps, trimestral de reflexión bíblica; Mothers, revista
quincenal; Ugnayan, boletín quincenal.
PÁGINA WEB: http://www.cfcglobal.com
SEDE CENTRAL: Couples for Christ
349 Ortigas Avenue - Greenhills East
Mandaluyong 1554 (Filipinas)
Tel. [+63]2.7270681, Fax 2.7275777
E-mail: cfcglobe@info.com.ph
[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06051912
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Documentación
Benedicto XVI: «Democracia,
instituciones y justicia social»
Discurso a un congreso organizado por la Fundación «Centesimus Annus Pro
Pontifice»
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este viernes a los
participantes en el congreso organizado por la Fundación «Centesimus Annus Pro
Pontifice» sobre «Democracia, instituciones y justicia social».
* * *
Señor cardenal,
venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado,
queridos hermanos y hermanas:
Con alegría os doy la bienvenida por primera vez y os saludo cordialmente a
todos. Saludo especialmente al señor cardenal Attilio Nicora, presidente de la
Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, así como al presidente de
la Fundación, el conde Lorenzo Rossi di Montelera, a quien le doy las gracias
por las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Saludo a los obispos
presentes y a vuestros asistentes espirituales sacerdotes. A cada uno de
vosotros os expreso aprecio y gratitud por el servicio que ofrecéis al sucesor
de Pedro y por la generosidad con la que apoyáis su actividad apostólica.
El nombre mismo de vuestra fundación indica con claridad las apreciables
finalidades que perseguís. «Centesimus Annus» hace referencia a la última gran
encíclica social de Juan Pablo II, con la que el inolvidable pontífice,
resumiendo cien años de Magisterio en este campo, proyectaba hacia el futuro a
la Iglesia, estimulando la discusión con la «res novae» del tercer milenio. «Centesimus
Annus» expresa también vuestro compromiso de colaborar para que en las
diferentes áreas del mundo contemporáneo la doctrina social desempeñe de manera
clara su tarea a favor de la difusión del Evangelio. El calificativo de «Pro
Pontifice» subraya, a su vez, vuestra intención de cultivar una cercanía
particular con la tarea pastoral del obispo de Roma, comprometiéndoos a
colaborar, según vuestras fuerzas, en el apoyo de los instrumentos concretos que
él necesita para animar y alentar la presencia de la Iglesia en todo el mundo.
Habéis comenzado vuestra actividad en un ámbito sobre todo italiano; ahora veo
con alegría que la estáis desarrollando progresivamente en otras áreas de Europa
y de América. La naturaleza de la Fundación vaticana os capacita y os orienta
hacia estos grandes horizontes.
Vuestro congreso sobre «Democracia, instituciones y justicia social» afronta
problemas de gran actualidad. A veces se lamenta la lentitud con que se abre
camino la democracia y, sin embargo, sigue siendo la herramienta histórica más
valiosa, si se utiliza bien, para disponer del propio futuro de forma digna. Con
razón, habéis señalado dos puntos críticos en el camino hacia un ordenamiento
más maduro de la convivencia humana. Se requieren, en primer lugar,
instituciones apropiadas, creíbles y autorizadas, que no estén orientadas a la
mera gestión del poder público, sino que sean capaces de promover niveles
articulados de participación popular, en el respeto de las tradiciones de cada
nación, y con la constante preocupación de custodiar su identidad. Del mismo
modo es urgente un esfuerzo tenaz, duradero y compartido por la promoción de la
justicia social. La democracia sólo alcanza su plena realización cuando cada
persona y cada pueblo es capaz de acceder a los bienes primarios (vida, comida,
agua, salud, educación, trabajo, certeza de los derechos) a través de un
ordenamiento de las relaciones internas e internacionales que asegure a cada
quien la posibilidad de participar. Y sólo puede haber auténtica justicia social
en una perspectiva de genuina solidaridad, que comprometa a vivir y a trabajar
siempre los unos por los otros, y nunca los unos contra o en perjuicio de los
otros. El gran desafío de los cristianos laicos en el contexto mundial de hoy
consiste en hacer concreto todo esto.
Queridos amigos, a través de la fundación «Centesimus Annus» contribuís, junto a
otras asociaciones, a hacer que crezca el conocimiento de la doctrina social con
la que la Iglesia, como he escrito en la encíclica «Deus caritas est», pretende
«contribuir a la purificación de la razón y a reavivar las fuerzas morales, sin
lo cual no se instauran estructuras justas ni estas pueden ser operativas a
largo plazo» (n. 29). Que cada uno de vosotros, en cuanto fiel laico, haga suyo
«el deber inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad!»,
porque «la caridad debe animar toda la existencia de los fieles laicos y por
tanto, su actividad política, vivida como "caridad social"» (ibídem).
Que nuestro encuentro de hoy sirva para confirmaros en este generoso compromiso.
Al regresar a vuestras responsabilidades diarias, sentíos cada vez más unidos en
el vínculo de la comunión católica y vivid con pasión los compromisos que habéis
asumido. Os doy las gracias también por el don que vuestro presidente me ha
entregado para apoyar las obras de mi ministerio pastoral. Y, mientras invoco
sobre vosotros y sobre vuestras familias la protección maternal de María, os
bendigo a todos de corazón.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS06051922
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
Comunicado vaticano sobre el fundador
de los Legionarios de Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
En referencia a las noticias difundidas sobre la persona del fundador de los
Legionarios de Cristo, el reverendo padre Marcial Maciel Degollado, la Oficina
de Prensa de la Santa Sede ha publicado este viernes el comunicado que
presentamos a continuación.
* * *
A partir de 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió acusaciones,
que en parte ya se habían hecho públicas, contra el reverendo Marcial Maciel
Degollado, fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo, por delitos
reservados a la competencia exclusiva del Dicasterio. En 2002, el reverendo
Maciel publicó una declaración para negar las acusaciones y para expresar su
disgusto por las ofensas en su contra de algunos antiguos Legionarios de Cristo.
En 2005, por motivos de edad avanzada, el reverendo Maciel se retiró del cargo
de superior general de la Congregación de los Legionarios de Cristo.
Todos estos elementos han sido objeto de maduro examen por parte de la
Congregación para la Doctrina de la Fe y, en virtud del «motu proprio» «Sacramentorum
sanctitatis tutela» promulgado el 30 de abril de 2001 por el siervo de Dios Juan
Pablo II, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Su
Eminencia el cardenal Joseph Ratzinger, autorizó una investigación de las
acusaciones. Mientras tanto tiene lugar la muerte del Papa Juan Pablo II y la
elección del cardenal Ratzinger como nuevo pontífice.
Después de haber sometido los resultados de la investigación a atento estudio,
la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la guía del nuevo prefecto, Su
Eminencia el cardenal William Levada, ha decidido --teniendo en cuenta tanto la
edad avanzada del reverendo Maciel como su débil salud-- renunciar a un proceso
canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia,
renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre ha aprobado estas
decisiones.
Independientemente de la persona del fundador, se reconoce con gratitud el
benemérito apostolado de los Legionarios de Cristo y de la asociación «Regnum
Christi».
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS06051901
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
La Legión de Cristo y el Movimiento
Regnum Christi renuevan su compromiso de servir a la Iglesia
Ante el Comunicado de la Santa Sede
ROMA, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos la declaración de la Congregación de los Legionarios de Cristo tras
la publicación del comunicado de la Santa Sede sobre su fundador, el padre
Marcial Maciel (Cf.
Comunicado vaticano sobre el fundador de los Legionarios de Cristo).
* * *
En relación con la noticia de la conclusión de la investigación de las
acusaciones hechas al padre Marcial Maciel, nuestro venerado padre fundador, la
Congregación de los Legionarios de Cristo informa cuanto sigue:
1. El P. Marcial Maciel ha recibido a lo largo de su vida un sinnúmero de
acusaciones. En los últimos años, algunas de ellas fueron presentadas a la Santa
Sede para que abriera un proceso canónico.
2. Ante las acusaciones hechas en su contra, él afirmó su inocencia y siguiendo
el ejemplo de Jesucristo optó siempre por no defenderse de ninguna manera.
3. Considerando su avanzada edad y su precario estado de salud, la Santa Sede
decidió no realizar el proceso canónico e «invitar al padre a una vida reservada
de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público».
4. Él, con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre lo ha
caracterizado, ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con
tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el
Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas
gracias para la Legión de Cristo y para el Movimiento Regnum Christi.
5. Los legionarios y miembros del Movimiento Regnum Christi, a ejemplo del padre
Maciel y unidos a él, acogemos y acogeremos siempre todas las disposiciones de
la Santa Sede con profundo espíritu de obediencia y fe y renovamos nuestro
compromiso de trabajar con toda intensidad para realizar nuestro carisma de la
caridad y extender el Reino de Cristo sirviendo a la Iglesia.
ZS06051903
Envía
esta noticia a un amigo
TOP
ZENIT es una agencia internacional de información.
Visite nuestra página http://www.zenit.org
SERVICIO DIARIO Y SEMANA INTERNACIONAL
Para suscribirse/darse de baja:
http://www.zenit.org/spanish/subdiario.html
ZENIT EN TIEMPO REAL
Para suscribirse a ZENIT, EN TIEMPO REAL:
http://www.zenit.org/spanish/subenvivo.html
SYNTHESIS
Para suscribirse a SYNTHESIS,
la selección semanal de
los mejores artículos de Zenit:
http://www.zenit.org/spanish/subsemanal.html
Para cualquier información: infospanish@zenit.org
* * * * * * * * * * * * * * * *
La reproducción de los servicios de Zenit requiere
el permiso expreso del editor.
(c) Innovative Media Inc.