Tribunas

Un nuevo año… con la familia

 

 

José Francisco Serrano Oceja


 

 

 

 

 

Días de Familia. Días acompañados con…

Con Aristóteles, que escribió, en su Ética a Nicómaco aquello de que “los padres quieren a sus hijos como un parte de sí mismos, en cuanto de ellos han recibido lo que son. Los padres aman a sus hijos como a sí mismos; por haber sido arrancados de ellos, son como encarnaciones de la persona de los padres”.

Con Séneca, por haber dicho aquello de que la familia es el principio de la ciudad “y el seminario de la República”.

Con quien dijo estos días que “he experimentado que en la familia se me quiere simplemente por que soy, no por lo que hago”.

Con Benedicto XVI, que nos recordó que “el matrimonio y la familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones históricas y económicas particulares”.

Con quien definió la familia como una minoría creativa, “en cuanto que es un grupo de personas que desde la experiencia de una rica comunión es capaz de generar unas prácticas y unas instituciones a través de las cuales otras personas y grupos sociales pueden participar en los bienes y valores comunes que constituyen el vínculo de comunión de la minoría”.

Con quienes se dan cuenta de que el principal riesgo para la fe, en nuestro tiempo, es el dualismo cristiano, separa la fe y la vida. En la familia es la vida la que remite a la fe y la fe la que da forma a la vida.

Con los que entienden que la familia no está hecha, sino que se hace, es un proyecto y mientras hay proyecto, hay futuro.

Con los que dan fe de que la familia es una unidad que nace de la experiencia en común, que permite el desarrollo de las personas que la conforman través de una convivencia que facilita la socialización de sus miembros.

Con quienes son testigos de que en la familia el utilitarismo quiebra porque todo es tan útil como valorado por sí mismo.

Con los obispos de la Subcomisión de Familia que han escrito estos días que en nuestra sociedad, “se hacen muy difíciles los compromisos estables y la vivencia de la fe, lo que determina otra actitud frente a la vivencia del matrimonio. Todo ello parece desembocar en un vacío existencial y en el aburrimiento”.

Llega el nuevo año. La vida cristiana es siempre un nuevo comienzo. Y la familia, también es eso, cada día, un nuevo comienzo. Como el amor. El tiempo es el mismo. Nosotros, quizás, no.

Siempre nos quedará la familia.

 

 

José Francisco Serrano Oceja