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El genio femenino del cristianismo

 

Juana de Arco, Catalina de Siena, Teresa de Ávila... "Cuando todo va mal en la Iglesia, ¡es la hora de las mujeres!", dice el padre François-Marie Léthel, especialista en teología de los santos, en su libro Les saints nous conduisent à Jésus. En coautoría con la periodista Élisabeth de Baudoüin, el libro pone de relieve el genio típicamente femenino de las santas para salir adelante cuando todo se desmorona.

 

 

 

25 nov 2021, 10:00 | Marguerite de Baudoüin, La Croix


Tiepolo, Santa Catalina de Siena

 

 

 

 

 

En su libro, usted dice que cuando todo se derrumba en la vida de la Iglesia, los hombres huyen y las mujeres se quedan... Esto evoca una imagen muy conocida: la de María y las santas mujeres al pie de la Cruz.

En efecto, el papel de la mujer en la Iglesia ocupa un lugar muy importante en el Evangelio. Antes de todos los santos está, por supuesto, la Virgen María, y después de ella las mujeres que acompañan a Jesús: Marta, María Magdalena.... El primer y más importante acontecimiento que ilustra este papel es la pasión de Jesús. Los hombres no se comportan bien: Judas traiciona a Cristo, Pedro lo niega y todos los apóstoles huyen (incluido Juan, aunque vuelve). A finales de la Edad Media, existía una falsa imagen del Calvario, que representaba a la pobre Virgen María desmayada y sostenida por un hombre fuerte, san Juan. El texto griego del Evangelio dice exactamente lo contrario: María y María Magdalena están de pie junto a la Cruz, y Juan está de pie tras ellas. Si quisiéramos escenificar este pasaje, tendríamos que mostrar a Juan como temeroso, apoyado por María y las santas mujeres. Espiritual y moralmente, las mujeres tienen una mayor capacidad para resistir el sufrimiento que los hombres, que se desaniman más fácilmente.

 

Pensemos también en los primeros mártires de la Iglesia...

En efecto, la experiencia más bella, poderosa y heroica es la de una pobre mujer y esclava, santa Blandina, que acompañó y animó a todos los condenados a muerte, antes de morir ella misma. Es conocida por la carta de los mártires de Lyon, probablemente revisada por san Ireneo, que fue obispo de Lyon justo después de la persecución. Este Padre de la Iglesia, que sentía una gran admiración por las mujeres, llegó incluso a defender a Eva, que fue más valiente que Adán porque ¡primero ofreció resistencia a la serpiente!

 

El final de la Edad Media -siglos XIV y XV- fue un periodo de gran crisis social, religiosa y política en Europa. ¿Qué mujeres destacaron en ese momento?

Destacan dos figuras sobresalientes: santa Catalina de Siena en Italia y santa Juana de Arco en Francia. Son dos mujeres laicas del pueblo, consagradas en la virginidad, que viven con hombres. Su pureza es radiante. Joven y bella, Juana de Arco inspira a sus soldados un respeto absoluto. También se admira a Catalina de Siena. Tienen una gran libertad de acción y movimiento y hacen que los hombres vacilantes y desesperados de la Iglesia y el Estado estén más dispuestos a escuchar a las mujeres que hablan en nombre de Dios. Con ellas, el mito del hombre fuerte y la mujer débil se derrumba. Catalina hizo volver al papa de Aviñón a Roma; Juana dio valor a Carlos VII y lo hizo coronar en Reims.

 

A su imagen, ¿la santidad arrasa con los patrones culturales?

La santidad muestra el verdadero rostro de las mujeres, en detrimento de los patrones sociológicos que a menudo las desfavorecen. Cuanto más santa es una mujer, más mujer es, y más la santidad hace que rompa los grilletes culturales. El caso de Juana de Arco es especialmente ilustrativo en este sentido. Durante su juicio, los jueces, para quienes la idea de una mujer vestida de hombre al frente de un ejército era totalmente inaceptable, le reprocharon que no realizara las tareas domésticas: hilar, coser, etc. Entonces ella dio esta respuesta humorística y llena de garbo: "En cuanto al trabajo de las mujeres, ¡hay muchas otras mujeres que lo hacen!". Responsio superbia -"Respuesta orgullosa"-, señalaron los secretarios.

 

Como especialista en los escritos de los santos, ¿qué diferencia de estilo hay entre los santos que ha estudiado?

Los santos son siempre los mayores representantes de una cultura, de una lengua y de una civilización porque entran en ella en profundidad. Analfabetas ambas, Catalina de Siena y Juana de Arco tenían, sin embargo, un poder de palabra, un genio, una intuición extraordinarias. Juana de Arco, una francesa del este del país, lo dijo todo en pocas palabras, mientras que Catalina de Siena es un volcán que siempre está en erupción. Santa Teresa del Niño Jesús tiene un genio típicamente francés. Sus breves fórmulas son extraordinariamente profundas: "Amar es darlo todo y entregarse... amar a Jesús y hacerlo amar... Por tanto, Jesús, mi alegría es amarte".

 

¿Podemos hablar de una especificidad femenina en la santidad?

No cabe duda de que existe una primacía de las mujeres en el ámbito de la mística. Jesús es un hombre, pero las mujeres no están en desventaja, al contrario. En la Iglesia tienen el privilegio de amar al hijo con corazón de madre y al marido con corazón de esposa. Los hombres también lo experimentan, pero es menos inmediato. Reflexionando sobre la resurrección de Jesús, santo Tomás de Aquino señala con gran finura que el orden de aparición de Cristo resucitado corresponde al orden de aparición del amor. Las mujeres que habían estado más cerca de Jesús en la pasión se encuentran con Cristo por la mañana, mientras que los hombres esperan hasta la noche.

 

Una especificidad que también se encuentra... ¿en la maternidad?

De hecho, Catalina de Siena, por ejemplo, que era la vigésimo cuarta de veinticinco hijos, hizo sus votos de virginidad a una edad muy temprana, pero tuvo miles de hijos espirituales. Es impresionante ver que cuando comenzó su misión a la edad de 20 años, sus discípulos la llamaron inmediatamente Mamma. Para ella, la maternidad es todo menos posesiva. A las madres que se preocupan de que sus jóvenes hijos religiosos vayan con ella a lugares peligrosos, les responde: "Habéis entregado vuestros hijos a Dios, no os pertenecen". Contempla la maternidad de la Virgen a través de este prisma: la maternidad sobrenatural de María, a diferencia de una maternidad puramente natural que implicaría estar dispuesta a morir por su hijo, quiere la muerte de su hijo al pie de la Cruz. Su amor va más allá del instinto primario porque está totalmente unida a su hijo, que quiere dar su vida por nosotros.

 

La devoción a María es también la característica de san Juan Pablo II, a quien usted describe como "el más monfortiano de todos los papas"...

San Luis María Grignion de Montfort dejó un inmenso tesoro para la Iglesia, el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, que inspiró el lema de san Juan Pablo II: Totus Tuus. Este papa tenía una relación maravillosa con las mujeres: monjas, chicas jóvenes, mujeres casadas... Durante su proceso de beatificación, los testimonios de las mujeres son magníficos. Todas ellas dijeron que tenía un respeto por las mujeres de una pureza magnífica, fruto de su relación con esta Mujer única que se llevó todo su corazón y toda su vida. Creo que la espiritualidad mariana es importante para todos los bautizados, y especialmente para el hombre consagrado en el celibato.

 

Su libro es una inmersión en el universo de los santos, pero también de los santos que han marcado y acompañado todo su sacerdocio: ¿de dónde viene esta idea?

La idea surgió de mi vieja amiga, la periodista Elisabeth de Baudoüin. Al principio no estaba a favor de esta forma autobiográfica, pero ella me convenció... ¡por el bien de las almas! (Risas). Como sacerdote no podía negarme. Volviendo al tema de nuestra entrevista, experimentamos esta complementariedad entre hombre y mujer: una mujer cristiana, esposa y madre, y un hombre religioso comprometido con el sacerdocio y el celibato. Como mujer laica y madre, Isabel tuvo una verdadera gracia de la maternidad: "dio a luz" este libro de una manera que yo, una persona más académica, no podría haber hecho.

 

 

Marguerite de Baudoüin,
La Croix