Biblia

 

¿Habrá malditos?

 

"Me han dicho que todos los hombres tendrán vida eterna. Pero he leído que solo se salvarán aquellos cuyos nombres estén escritos en el gran Libro", escribe un lector.

 

 

 

16 nov 2021, 09:00 | La Croix


 

 

 

 

 

La respuesta de Michel Souchon, jesuita.

 

 

"Uno de mis familiares me dice que estoy interpretando mal el Nuevo Testamento y que todos los hombres tendrán derecho a la vida eterna. Pero he leído y comprendido que solo se salvarán aquellos cuyos nombres están escritos en el gran Libro, los demás perecerán en el gran lago de fuego. Por lo tanto, tengo claro que habrá quienes estén malditos".

 

El mensaje cristiano contiene dos afirmaciones claras. La primera es que Dios quiere que todas las personas se salven. La segunda es que la salvación no se impone a las personas, sino que solo se puede recibir libremente.

Dios quiere que todas las personas se salven. "Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Juan 3,16-17). Cristo murió por todos (cf. Romanos 8,32). Vino para "que tengan vida y la tengan abundante" (Juan 10,10).

 

Pero Dios quiere que esta salvación se reciba libremente

El amor no se puede ordenar. Ni la fe ni la confianza. Dios quiere que las personas "crean libremente en Él". Que le digan a su vez las palabras de Pedro en la sinagoga de Cafarnaúm: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Juan 6,68-69).

La libertad presupone una clara conciencia de los retos que implica la decisión. ¿Habrá finalmente hombres o mujeres que elijan libre y conscientemente la muerte sobre la vida? ¿Habrá vidas en las que la misericordia de Dios no encuentre ningún rastro de amor que salvar, ninguna marca de confianza que honrar? Espero que no.

Por supuesto, se pueden citar textos que hablan del rechazo final de algunos, empezando por la escena del "juicio final" en el capítulo 25 de Mateo. Pero recordemos que hay dos tradiciones en las Escrituras. Por un lado, "los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio" (Juan 5,29) y, por el otro, "en el juicio los impíos no se levantarán, ni los pecadores en la asamblea de los justos" (Salmo 1,5).

 

¡Elige la vida!

En la segunda tradición, la "condenación" consiste en no "resucitar", en no participar en la resurrección con Cristo. ¿Las personas que han elegido la muerte toda su vida no conocerán la "vida eterna"? Tal vez. No lo sabemos. Para nosotros, "elijamos la vida" ahora y para siempre. "Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia" (Deuteronomio 30,19).

La segunda tradición me parece fuerte y esclarecedora. Que Dios pueda resucitar a hombres y mujeres para condenarlos a la "no vida para siempre" me parece ilógico y, sobre todo, contradictorio con el retrato del Padre que nos presenta Jesús: un Padre de ternura misericordiosa que, con los brazos abiertos, espera a sus hijos al final de su camino.