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¿Qué es el jansenismo?

 

El jansenismo tiene sus orígenes en los escritos de san Agustín sobre la gracia. El filósofo Blaise Pascal será uno de sus principales defensores.

 

 

 

11 nov 2021, 09:00 | La Croix


Cornelio Jansenio

 

 

 

 

 

En resumen: el jansenismo es una corriente religiosa que se desarrolla en el siglo XVII y está inspirada en los escritos de san Agustín sobre la gracia y a la que el libro Augustinus, obra póstuma de Jansenio, obispo de Ypres, publicado en 1640, da forma. Defiende que la gracia de Dios, necesaria para la salvación del alma, es concedida o rechazada de antemano, sin que las obras del creyente, tan empañadas por el pecado original, pueden cambiar la suerte de su alma. Esta visión de la salvación se opone a la defendida por los jesuitas, que defienden una gracia divina suficiente que da al hombre todo lo que le es necesario para hacer el bien, pero que no puede tener efecto sino por la sola decisión del libre arbitrio.

 

La gracia de Dios concedida o rechazada de antemano

Corriente religiosa que se desarrolla en el siglo XVII en la Iglesia católica, el jansenismo tiene sus orígenes en los escritos de san Agustín sobre la gracia. Esta doctrina, inspirada por los escritos de Baio, un profesor de Lovaina (cuya tesis el papa Pío V condenó en 1567), toma forma en Augustinus, una obra póstuma de Jansenio, obispo de Ypres, publicada en 1640. En este texto, del que Roma condenará diferentes veces 5 tesis (en 1643, 1653 y 1656), Jansenio explica, como hemos dicho más arriba, que la gracia de Dios, necesaria para la salvación del alma humana, es concedida o rechazada de antemano, sin que las obras del creyente, tan empañadas por el pecado original, pueden cambiar la suerte de su alma. Esta visión de la salvación se opone a la defendida por los jesuitas, que defienden una gracia divina suficiente, que da al hombre todo lo que le es necesario para hacer el bien, pero que no puede tener efecto sino por la sola decisión del libre arbitrio.

Esta controversia se origina en el surco de la Reforma luterana, del Concilio de Trento y de la Contrarreforma, que quieren responder a la aspiración y a la renovación religiosa que recorre Europa desde el siglo XV. Adquiere una gran importancia en Francia, por medio del abad de Saint-Cyran, un amigo de Jansenio. Este frecuenta la familia Arnauld, amiga de los abades de Port-Royal (en el valle de Chevreuse y en París), que se convertirán en fulcro del pensamiento jansenista. «El jansenismo se encuentra con las élites del pueblo cristiano francés y se convierte en una moda del ambiente aristocrático», explica la historiadora Monique Cottret (Autora de Histoire du jansénisme y Les nouvelles ecclésiastiques). Los «jansenistas» nunca se designan a sí mismo con ese nombre, pues se consideran sencillamente católicos. Son sus adversarios quienes emplean este apelativo.

 

¿Cuál es la relación entre Blaise Pascal y el jansenismo?

El filósofo Blaise Pascal tenía una hermana, Jacqueline, religiosa en la abadía de Port-Royal desde 1652. La visitaba regularmente, sin compartir sin embargo su fervor. Pero es ahí donde se dirige a hacer un breve retiro poco después de su conversión repentina, el 23 de noviembre de 1654. En enero de 1655 se establece en Granges, al lado de Port-Royal des Champs, «en una celda exigua, que no tiene más que un lecho duro, una silla, una mesa y un crucifijo», con los Solitarios, llamados también Señores de Port-Royal, que desean retirarse temporalmente del mundo, dice Aimé Richardt en Le Jansénisme, de Jansénius à la mort de Louis XIV.

En 1656, Antoine Arnauld, hermano de las madres Angélique Arnauld y Agnès Arnauld, sucesivamente abadesas de Port-Royal, es expulsado de la facultad de teología de la Sorbona. Este brillante teólogo, líder de los jansenistas después de la muerte de Saint-Cyran, se negaba a atribuir a Jansenio las proposiciones que Roma condenaba. A sugerencia suya, Blaise Pascal escribió el 23 de enero una «Carta enviada a un provincial por uno de sus amigos sobre las discusiones en la Sorbona», defendiendo la causa de la espiritualidad jansenista rigorista contra las ideas de los jesuitas, a los que consideraba demasiado laxos. Es la primera de las 18 Provinciales publicadas en 1656 y 1657. Una «obra maestra de la polémica» que tuvo un «impacto considerable», explica Monique Cottret, para quien «los jesuitas nunca se han recuperado de ello».

 

¿Qué se reprocha a los jansenistas?

Si Roma ha condenado varias veces las tesis de Jansenio, sobre todo con la bula Cum occasione del papa Inocencio X en 1653 y la bula Unigenitus de Clemente XI en 1713, los jansenistas mismos nunca se han declarado heréticos o cismáticos. Están en línea con el concilio de Trento, aunque sus tesis sobre la gracia les acercan a los calvinistas. Adoptan poco a poco una tendencia galicana, en una época en la que la infalibilidad pontificia no es un dogma.

Para Monique Cottret, más allá de las disputas teológicas sobre la cuestión de la gracia, el problema principal planteado por los jansenistas es político. Su persecución comienza con el cardenal de Richelieu, comprometido en la guerra de los Treinta años con los protestantes, cosa que los jansenistas denuncian. En 1638, Richelieu hace encarcelar a Saint-Cyran en Vincennes. Después es Mazarino quien, considerando a los jansenistas rebeldes, convoca a los obispos en 1654 y luego en 1655 y les hace firmar un texto que declara que la doctrina de Jansenio es condenable.

La persecución continúa bajo Luis XIV, que considera republicanos estos opositores al absolutismo real: el 9 de marzo de 1661 ordena la dispersión de las novicias y de las pensionistas de los monasterios de Port-Royal.

 

¿Cuál ha sido la evolución del jansenismo?

«Cuanto más se ha condenado el jansenismo, más se ha desarrollado», subraya Monique Cottret para la que dos episodios han contribuido a hacerle verdaderamente popular. En 1712, Luis XIV hace destruir el monasterio y el cementerio de Port-Royal des Champs, lo que es muy mal visto por la opinión pública. Después, en 1746, el arzobispo de París, Christophe de Beaumont, quiere terminar de una vez por todas con esta doctrina, exigiendo que los fieles muestren un billete de confesión firmado por un sacerdote favorable a la bula Unigenitus para poder recibir los sacramentos. Es un escándalo enorme. Como reacción, «París se despierta jansenista», dice Monique Cottret. El Parlamento impone entonces a los clérigos que den los sacramentos bajo pena de prisión, mientras tienen la orden de su arzobispo de no hacerlo. Para la historiadora, «es seguro que este episodio ha jugado un papel en la descristianización del país».

Al momento de la Revolución francesa, el 10 % del clero que ha prestado juramento a la Constitución civil del clero es jansenista. Mientras muchos de los sacerdotes refractarios han emigrado, el clero constitucional –la mayor parte del cual es jansenista–, que queda en Francia, sufre la descristianización y las persecuciones. En 1832, los funerales del Abbé Grégoire, ferviente admirador de Port-Royal, a los que asisten miles de personas, marcan, de alguna manera, el canto del cisne de la influencia jansenista.

 

 

Clémence Houdaille,
Pierre Sautreuil,
La Croix