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¿Por qué llevan velo las mujeres?

 

La historiadora italiana Maria Giuseppina Muzzarelli recorre la historia del velo en el Occidente cristiano. La mantilla era un símbolo de modestia y pudor antes de convertirse en una herramienta de afirmación.

 

 

25 sep 2021, 13:27 | La Croix


 

 

 

 

 

El libro Histoire du voile, des origines au foulard islamique [Historia del velo, desde sus orígenes hasta el pañuelo islámico], de Maria Giuseppina Muzzarelli (publicado por Bayard), nos recuerda que el "velo o mantilla" de las mujeres no está históricamente vinculado al islam, ni siquiera a las religiones monoteístas. Esta pieza de tela tuvo una larga historia en nuestros países, antes de desaparecer en la segunda mitad del siglo XX.

Fue retomando una antigua tradición que el cristianismo difundió la prescripción de cubrirse la cabeza, basándose en la primera carta de san Pablo a los Corintios (11, 2-16). "El velo hizo así su entrada en el monoteísmo, interpretado inmediatamente como un elemento distintivo del género femenino y un símbolo de la sumisión de la mujer al hombre", señala la historiadora.

 

Un símbolo de modestia y obediencia

Sin embargo, según la historiadora, si las mujeres se conformaban con el uso del velo sin discutirlo, "no sabían casi nada" sobre su justificación teológica. Se cubrían "por practicidad, pero sobre todo por tradición, por costumbre, para cumplir con una norma implícita que exigía ocultar el cuerpo de las mujeres, incluida la cabeza".

Centrándose en el periodo comprendido entre la Edad Media y el siglo XVI, Maria Giuseppina Muzzarelli analiza los mil y un usos del velo. Se interesa por todos los velos, en particular por los "velos de las lamentaciones" (el de las viudas), las "que toman el velo" (religiosas y monjas), los velos del día de la boda...

Símbolo de modestia y obediencia a lo largo de los siglos, el velo es, sin embargo, ambivalente y ambiguo. A través del tejido elegido y de su colocación, se llega a resultados contradictorios, "cubriendo sin cubrir realmente, ocultando, protegiendo, disimulando mientras se atrae la atención y las miradas, embelleciendo y, por tanto, revelando", señala Maria Giuseppina Muzzarelli, que muestra con delicadeza hasta qué punto estos usos desviados forman parte de la historia del velo.

 

Poder masculino

A partir del siglo XIII, la historia del velo cambió gradualmente. El nacimiento de la moda lo puso en crisis. El arte de decorarlo, de llevarlo, la diversidad y el refinamiento de las telas y los adornos ofrecían muchas posibilidades de eludir su razón principal. "Las mujeres no tenían derecho a hablar en público, pero su tocado, a menudo muy llamativo, hablaba por ellas, ya sea porque lo llevaban o porque garantizaban su producción (…)".

Para la historiadora, este indumento fue, por consiguiente, uno de los pocos instrumentos que permitieron a las mujeres aparecer en la escena social y "desestabilizar, al menos en parte, la rígida distribución de roles impuesta por el poder masculino". Detrás del respeto formal de una obligación, el velo era, según ella, "un 'elemento de resistencia' positiva".

 

 

Élodie Maurot,
La Croix