Tribunas

Variaciones Goldberg sobre el caso Novell

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

 

 

Participo pasivamente en un grupo de whatsapp de los amigos de una persona con cierto relieve político y social de la vida española. Un importante número de los miembros de este grupo es catalán. Para mí las conversaciones son un termómetro del pensamiento, de las actitudes y de la forma de vida de un sector de la sociedad española. Se habla de todos los temas. La edad media es tirando a alta pero no solo. Se leen todo tipo de opiniones, la mayoría no son creyentes ni les importa. Lo que no puedo negar es que los temas relacionados con la Iglesia levantan polvareda. Máxime si se trata, como en estos días pasados, del caso Novell, de monseñor Novell.

Lo primero que habría que decir, sobre este caso, es que, en la práctica, no tenemos información. Por lo tanto, no sabemos. A lo sumo hemos espigado en historias, versiones, fuentes que son indicativas. Pero nadie puede afirmar, de momento, que públicamente tenga los datos, las circunstancias exactas, los motivos y las causas por las que monseñor Novell, basándose en razones personales, presentó la renuncia al Papa después de unos Ejercicios Espirituales.

Entiendo que lo propio, y no solo de los periodistas, es reflexionar, pensar, establecer hipótesis, buscar un sentido. Esta es la clave, ¿qué sentido tiene que haya presentado la renuncia?

Especular en privado no es lo mismo que hacerlo en público. Por un lado están lo que desde fuera se han lanzado a aprovechar el caso Novell para sembrar sus ideas sobre Dios, la Iglesia, los obispos, la moral. Ciertamente lo mismo podría haber sido con el caso Novell que otro. Pero claro, Novell vive cerca y es conocido. Pero sinceramente, poco interesa porque es instrumentalizado.

Lo más peligroso de las especulaciones es que no se basen en datos sino en tesis. Aprovechar el caso Novell para confirmar ideas previas es una importante tentación que se ha desparramado en demasía. Pongo el siguiente ejemplo. Si yo considero que el celibato de los sacerdotes es una imposición histórica que hay que eliminar para que la Iglesia sea más evangélica, qué más quiero que el caso de un obispo que se enamore por primera vez, de verdad, en su vida.

El celibato, y el amor, y el sexo, como monotema, como si el único problema con la Iglesia fuera ése, razón explicativa de la creación de tensiones internas –patologías que dijo un teólogo amigo de Küng-. Este hecho no es óbice para que no haya podido pasar, que no lo sé. Pero si así hubiera sido, el problema no estaba en el celibato sino en otro capítulo del libro relacionado con el celibato, las causas y circunstancias que podrían llevar a un obispo a esa situación. Causas para las que el celibato también tenía una adecuada respuesta.

Lo que más me preocupa de este caso es que quién o quiénes debieran pensar sobre él no lo hubieran hecho. Imaginar que un obispo, con su vida interior, su entrega, su fidelidad a “su esposa”, que es su diócesis, pudiera quebrarse internamente, sería muy duro por lo que significa de la gestión de la complejidad por los obispos. ¿Qué papel han jugado las expectativas? ¿Y las contradicciones propias y las ajenas?

¿Qué tensión o tensiones puede provocar que un obispo renuncie?  Está claro que los obispos son seres de carne y hueso. Y que subliman, como todos los humanos. Hay quienes lo hacen de una forma y quienes de otra; quienes se entregan a la pulsión del poder, o a la del “yoísmo”, o al carrerismo y quienes profundizan en la dimensión espiritual y son santos de altar en vida. Hay quienes escriben libros y otros que los restauran. Para qué seguir…

Si he de serles sincero, la mejor explicación, aunque en la línea de los principios, que he leído sobre este caso la ha ofrecido Forumlibertas en un texto titulado “El caso del obispo Novell y la crisis de la Iglesia en Cataluña”. Precisamente porque escriben y conocen muy bien la realidad de la Iglesia en Cataluña, apuntan algunos argumentos interesantes sobre quién era monseñor Novell, qué representaba para esa Iglesia y qué puede estar pasando.

Fíjense en cómo termina el citado artículo. Ojo al dato, que diría el ínclito García:

“La realidad pura y dura es que ahora, en pocos meses, Cataluña ha perdido a dos obispos, muy distintos y dotados de una gran singularidad.

Uno porque ha renunciado, el otro el obispo de Terrassa, porque ha sido elevado, si es que puede decirse así, a la diócesis de Sevilla que tiene mayor relevancia formal. Sáez Meneses también era singular, no tanto porque participara de un discurso que generara controversia, como por su gran labor pastoral, que le llevó a constituir un seminario propio, y alimentarlo con un mínimo de vocaciones, que es una de las grandes debilidades de la Iglesia actual.

No son los dos únicos obispos que marcaban un posible camino en la languidez de la Iglesia en Cataluña, pero la realidad es que no hay muchos más, y que el panorama que ya era crítico, ha empeorado sensiblemente, y no se resuelve, obviamente, reduciendo el número de parroquias o de diócesis. En todo caso sí es necesaria una organización y esta tiene que ser consecuencia de una movida interna que dote otra vez de vitalidad  a la Iglesia”.

Por más que nos apasionen las variaciones Goldberg sobre el caso Novell, creo que ha llegado la hora de, quizá, rezar más por la Iglesia.

 

 

José Francisco Serrano Oceja