Tribunas

Europa: muerte lenta

 

 

Ernesto Juliá


 

 

 

 

 

La reciente decisión del parlamento europeo de declarar el aborto como un “derecho humano”, viene a ser como una petición de los políticos que rigen ahora los destinos de Europa, para poder aplicar en su tiempo la plena ley de la Eutanasia a la misma Europa.

¿“Derecho humano” de quién? Me supongo que no será de la criatura que va a morir asesinada. ¿De la madre, del médico, del padre, de un pariente lejano o cercano? Entonces la pregunta surge inmediata: ¿Desde cuándo unos hombres pueden decidir que los demás tienen derecho a matar a un ser humano? Tan ser humano es la criatura que tienes dos meses, dos días de vida, como la que sobrepasa ya los 100 años.

Una cosa es enfrentarse con la decisión de abortar en casos extremos de desesperación o estado mental de la embarazada. Muchas mujeres que están en una situación semejante prefieren dar a luz e inmediatamente abandonar a su hijo en manos de alguien que lo desee adoptar, o dejarlo, bien arropado, en la puerta de una iglesia, de un orfanato, un hospital, para que alguien lo acoja.

En estos casos dignos de comprensión, sobran los juicios, y todo va dirigido a salvar la vida de la criatura, y rezar para que las heridas   del corazón, de la mente, de la madre y de la criatura lleguen a sanar.

El calificar el aborto –nada de interrupción del embarazo, que nada tiene que ver con la realidad de provocar voluntaria y fríamente la muerte de un ser humano- de “derecho humano”, es un insulto directo a los “derechos humanos”, es engañar a la inteligencia con palabras más suaves. Y ¿quién es el Estado, el gobierno, para dar a los ciudadanos el “derecho de matar” a otros ciudadanos, aunque todavía no estén inscritos en el registro civil, cuando la “vida”, el derecho a nacer es el principal derecho que un gobierno tiene que custodiar y defender?

Los “derechos humanos” reconocen una realidad que hay que proteger y defender: la libertad de nacer, de enseñanza, de religión, de trabajo, de residencia, etc. etc. ¿Cómo se puede defender y proteger la libertad de matar?

El embarazo es un proceso natural que forma parte de la vida de todo ser humano: madres e hijos viven el embarazo cada uno a su manera. Y que nadie tiene “derecho” de interrumpir matando al que lo está viviendo: un ser humano que ya existe, aunque todavía desarrolle su vida sin haber salido del vientre de su madre.

Europa con esta ley se abre el camino de la muerte lenta, ya iniciado hace años al abandonar sus raíces cristianas, griegas y romanas que alimentaron el espíritu que le dio vida. Ahora, parece que quiere abandonar a las generaciones que podrían darle nueva vida. ¿Quiere suicidarse, negando su futuro?

Los datos de abortos de hace unos años en el mundo son escalofriantes: 73.300.000 al año; 200.881 cada día; 8.367 cada hora y 139 cada minuto. Las guerras y los campos de concentración han dejado unos cementerios que han sido motivo de horror y escándalo. Esta guerra abortista, y esos campos de concentración que son las clínicas abortistas, apenas si remueven la conciencia de tantas personas, y no dejan ningún rastro en los cementerios.

Lógicamente, esa ley del parlamento europeo puede ser olvidada y no tenida en la menor consideración por los diversos Estados que componen la Unión Europea. Hungría y Polonia ya lo han hecho, y seguirán defendiendo el derecho a nacer de todos sus habitantes. ¿Harán lo mismo Francia, Italia, España, Alemania, etc.?

 

 

Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com