Biblia

 

La amistad en las Escrituras

 

El Antiguo Testamento habla poco de la amistad entre dos seres humanos, pero mucho de la amistad entre Dios y el hombre. En el Nuevo Testamento, por el contrario, Jesús cultiva las amistades. Y san Pablo también tenía muchos y fieles amigos...

 

 

26 jun 2021, 17:15 | La Croix


 

 

 

 

 

Jesús abrió su amistad a cualquiera que practicara sus enseñanzas. Este vínculo era incluso más importante para él que los lazos familiares, como le dijo a un hombre que le recordó que su familia le estaba esperando mientras estaba con sus discípulos: "Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre" (Mt 12,49-50). Por tanto, podemos considerar que Jesús tenía muchos amigos entre los que le seguían y le acogían, entre ellos los Doce, las mujeres Susana, María y María Salomé, así como Marta, María y Lázaro, los hermanos de Betania. "El cuerpo no está ausente de las relaciones amistosas que Jesús mantiene con sus amigos, subraya el teólogo portugués José Tolentino Mendonça (1). No solo les lava los pies, sino que está dispuesto a dar su vida por ellos". En este contexto, el largo discurso de despedida de Jesús a sus discípulos es una "clave de la teología de la amistad", según el escritor portugués. "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,12-15).

Entre los Doce, el apóstol Juan es objeto de especial atención por parte de Jesús. Cuatro veces el Evangelio de Juan informa de que era "el discípulo a quien Jesús amaba". En la última cena "estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús" (13,23) . Más tarde está al pie de la cruz (19,26), luego entra en la tumba vacía donde "vio y creyó" (20,8). Finalmente, es presentado por Jesús como el que "quiero que se quede" (21,22) y, por el narrador, como verdadero testigo y autor del Evangelio (21,24). Al precisar que es el discípulo amado quien da testimonio, el narrador afirma que el Evangelio tiene su origen en el amor de Jesús. Y si este discípulo amado "se queda", es para recordarnos que todo discípulo de Jesús, en cualquier época, es "amado" por Él.

San Pablo tenía también amigos muy fieles, especialmente Timoteo, un judío de Listra al que Pablo había hecho circuncidar (Hch 16,1) y que se convirtió en su estrecho colaborador, y Tito, de origen pagano, probablemente convertido por el apóstol en Antioquía de Siria, que lo representaba en la Iglesia de Corinto.

 

¿Habla el Antiguo Testamento de la amistad entre dos seres humanos?

En general, el Antiguo Testamento habla a menudo de la amistad entre Dios y un hombre, pero muy poco de la amistad entre dos seres humanos. Sin embargo, la noción de una relación especial entre dos hombres o -más raramente- entre dos mujeres está presente. Así, Rut y su suegra Noemí ofrecen un buen ejemplo de amistad entre dos mujeres. Mientras que Noemí, tras la muerte de su marido y de sus dos hijos, sugiere a sus dos nueras que vuelvan a casa, a Moab, Rut decide quedarse con su suegra y confiar en el Dios de Noemí. Sin saberlo, Ruth entra en el linaje de Jesús. En cuanto a David y Jonatán, su amistad nace de la admiración de Jonatán por David (1 Sam 23). Según Xavier Morales (2), "la relación entre David y Jonatán es claramente unilateral" porque surge por iniciativa de Jonatán, que se encariña con él después de haberle visto triunfar sobre el filisteo Goliat (1 Sam 18,1), y esta amistad es solo para beneficio de David. De hecho, Jonatán intercede por su amigo ante su padre (1 Sam 19) y favorece su huida para que escape de la ira de Saúl (1 Sam 20). Es cierto que Jonatán era "muy querido" por David (2 Sam 1,25) pero, según Xavier Morales, "el afecto de Jonatán por David es un tanto excesivo y es difícil ponerlo como modelo de amistad".

Varios libros sapienciales mencionan la amistad entre dos hombres, especialmente en el libro del Eclesiastés: "Más vale ser dos que uno, pues sacan más provecho de su esfuerzo. Si uno cae, el otro lo levanta; pero ¡pobre del que cae estando solo, sin que otro pueda levantarlo! Lo mismo si dos duermen juntos: se calientan; pero si uno está solo, ¿cómo podrá calentarse? Si a uno solo pueden vencerle, dos juntos resistirán" (Ecl 4,9-12). Del mismo modo, el Libro de los Proverbios intenta definir la verdadera amistad: "El honrado guía a su prójimo, el camino del malvado lo extravía" (Prov 12, 26) o "Son leales los golpes de un amigo, engañosos los besos del enemigo. Estómago harto desprecia la miel, para el cuerpo hambriento lo amargo es dulce. Pájaro errante lejos de su nido, el hombre errante lejos de su hogar. Perfume e incienso alegran el corazón, la ternura de un amigo consuela el ánimo" (Prov 27,6-9).

 

¿Qué dice el Antiguo Testamento sobre la amistad entre Dios y el ser humano?

Abraham, Moisés y David son descritos como amigos de Dios. Si Abraham es llamado así, es, según la Carta de Santiago, porque "creyó a Dios y eso le fue contado como justicia y fue llamado 'amigo de Dios'" (Sant 2,23). Para Moisés, es gracias a la humildad de su corazón -"era un hombre muy humilde, más que nadie sobre la faz de la tierra" (Núm 12,3)- que puede entrar en una relación íntima con el Señor: "El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo" (Ex 33,11). En cuanto a David, la Biblia lo describe como "un hombre según el corazón de Dios". Esto no significa que fuera perfecto puesto que David cometió adulterio con Betsabé (2 Sam 11,2-5) y el crimen de matar a Urías el hitita (2 Sam 12,14-25), pero amaba a Dios y lo conoció como un Dios bueno y misericordioso.

 

Más que de amor, ¿no sería mejor hablar de amistad entre Dios y el hombre?

Esta es la tesis defendida por José Tolentino Mendonça. "El régimen del amor es a menudo el del 'todo o nada', mientras que el de la amistad está menos idealizado, es más accesible", explica a La Croix. Es mejor, dice, hablar de amistad con el Señor, no de amor, porque "la relación que construimos con Dios es siempre libre y gratuita, mientras que el amor mal entendido puede llevar a un doloroso encierro interior".

 

 

Claire Lesegretain

 

 

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(1) Autor del Petit traité de l’amitié, Salvator.

(2) Dieu est amitié, Salvator.