Tribunas

Vidas sin “utilidad pública”

 

 

Juan Moya


 

 

 

 

 

Los condenados en el "procés" han sido indultados por el gobierno por "utilidad pública". No me corresponde a mí valorar la realidad de esa "utilidad"; los organismos jurídicos competentes lo dirán. Pero inevitablemente me ha llevado a pensar -como habrá sucedido a muchos-  que para estos mismos gobernantes, al parecer hay muchas vidas que no tienen "utilidad pública": todos aquellos que pueden ser susceptibles de la eutanasia que hoy comienza. Lo "útil" de muchos enfermos y ancianos, para los gobernantes, es que desaparezcan.

El que ha cometido un delito grave y ha sido condenado justamente vemos que puede ser indultado, aunque no esté arrepentido y además manifieste públicamente que volverá a cometerlo. El gobernante habla además de la necesidad de perdonar, y otras consideraciones piadosas.

Por contraste, los enfermos y ancianos a los que se les va a aplicar la eutanasia han cometido el gran delito de no ser ya "útiles" y por tanto no se les puede "indultar" por carecer de una cualidad tan importante. ¿Y la piedad de la que nos hablan donde está ahora?: se nos dice que en evitarles sufrimientos. Falsa piedad, cinismo inadmisible.

Estos enfermos y ancianos han podido hacer muchas cosas útiles a lo largo de su vida, en servicio de la sociedad, incluso heroicas, pero ya no..., y no merecen vivir. Ese es el pago que van a recibir. Para los partidarios de la eutanasia, la persona es como un objeto, tiene un valor relativo, no absoluto.

Los que promovieron y organizaron los campos de exterminio del siglo XX también pensaban que había muchas personas que no eran útiles (por su raza o sus ideas), y debían desaparecer. Los culpables de aquellos crímenes, en su ceguera triunfalista, no eran conscientes de que ellos también acabarían desapareciendo...

Todos tendremos que dar cuentas a Dios de nuestros actos. Y entonces ya no será tiempo de  "indultos".