Fiestas religiosas

 

Meditación del maestro Eckhart para la Natividad de Juan el Bautista

Pontormo, Plato de nacimiento, hacia 1526. Zacarías está escribiendo su nombre es Juan.

Un bello texto del maestro Eckhart (1260-1328) explica que, para ser hijos de Dios, debemos dejar que Cristo nazca en nosotros. Para ello, debemos vaciarnos, liberarnos de la esclavitud del tiempo, de la codicia y de la carne...

 

 

19 jun 2021, 13:47 | La Croix


Pontormo, Plato de nacimiento, hacia 1526. Zacarías está escribiendo su nombre es Juan.

 

 

 

 

 

 

"El tiempo de Isabel se cumplió, y dio a luz un hijo. Juan es su nombre. Y el pueblo dijo: ¿Qué será este niño? Porque la mano de Dios está sobre él".

¿No está escrito: "El mayor don es que seamos hijos de Dios, y que él engendre a su Hijo en nosotros"?

El alma que desea ser hijo de Dios no debe engendrar en ella otra cosa que el mismo Hijo de Dios.

El deseo más noble de Dios es engendrar; y no puede estar satisfecho hasta que no engendre a su Hijo en nosotros. ¿Cómo puede el alma estar satisfecha por su parte si el Hijo de Dios no nace en ella?

Es entonces cuando brota la gracia, derramada por Dios... Cuando se cumplió el tiempo, nació Juan, "don de Dios".

¿Cuándo se cumple el tiempo? Cuando ya no hay tiempo... para el que ha puesto, en el tiempo, su corazón en lo que es eterno, esa es la plenitud del tiempo. (Cristo está formado en él).

No puede alegrarse en todo momento (como recomienda San Pablo) quien se alegra solo a tiempo. Solo quien se alegra por encima del tiempo puede alegrarse en todo momento. Tres cosas impiden al hombre reconocer a Dios: la sujeción interior al tiempo, al cuerpo y a la multiplicidad de cosas. Mientras el corazón sea esclavo de estas tres cosas, Dios no podrá engendrar a su Hijo en ti... Es la codicia del corazón lo que le hace querer apoderarse y poseer muchas cosas, pero así pierde precisamente lo que busca poseer.

Todo el tiempo que hay en ti, con todo lo que lo llena, hace imposible que Dios habite en ti o engendre a su Hijo. Todo debe salir incesantemente de ti para que Dios pueda entrar (y engendrar a su Hijo). Cuando vamos más allá del tiempo y de todo lo que lo llena, entonces somos libres, siempre felices: es entonces para nosotros la plenitud del tiempo, el Hijo de Dios nace en nosotros.