Cáritas | Acción social • 14/05/2021

 

Nuestros pueblos, más vivos que nunca

 

En el Día del Mundo Rural, las entidades que trabajamos en este medio subrayamos que, a pesar de todo, la crisis por la COVID-19 nos ha enseñado a valorar nuestra vida

 

 

Por Nivel Técnico Mixto del Medio Rural de Cáritas


 

 

 

 

 

El 15 de mayo, Día del Mundo Rural, los pueblos festejamos nuestro día. Este año llega de nuevo en una situación anómala, sufriendo aún las consecuencias de la pandemia de la COVID-19. Y aunque sea de forma diferente a las fiestas habituales, este año también hay razones por las que celebrar. Desde nuestra presencia en el medio rural pensamos que, aunque el virus ha tenido consecuencias graves, hemos aprendido de esta situación y queremos transformar el virus en vida y reflejar toda esa transformación y aprendizaje.

La vulnerabilidad de esta etapa nos ha enseñado la fortaleza de nuestra vida en los pueblos, las ventajas de poder estar en contacto con la naturaleza, en viviendas más adaptadas a esta nueva realidad.

La incertidumbre nos ha llevado también a aprender qué es lo importante: la familia, la salud, la amistad, los abrazos, la interdependencia y la interrelación entre las personas, que hemos salvado en parte gracias a la conexión a través de las redes; aunque muchas veces nos olvidamos de las dificultades que estas nuevas formas de comunicación suponen para nuestros mayores, y la necesidad de que los pueblos cuenten con conexiones de calidad para no quedarnos atrás.

 

La pandemia ha mostrado la importancia de lo rural

La realidad ha puesto en evidencia la importancia de lo rural, esa necesidad de las personas de respirar y salir a la naturaleza. Una necesidad que debe ir acompañada del respeto hacia quienes vivimos en los pueblos, a nuestras costumbres y nuestros trabajos.

También hemos aprendido a reconocer como esenciales trabajos que antes pasaban desapercibidos: la sanidad, la limpieza, el comercio de proximidad, la producción de alimentos…

En todo este año hemos constatado la necesidad de reforzar la comunidad; de humanizar la sociedad y los cuidados para tomar conciencia de que haciendo equipo somos más fuertes y lograremos hacer frente a las adversidades.

La nueva situación ha revelado carencias y retos que afrontar: salud, sanidad, seguridad, servicios necesarios para que todo funcione. Hemos asistido a la soledad de todas aquellas personas que han tenido que sufrir la enfermedad sin su familia; también la de esas otras que han pasado meses sin compañía, en los hospitales o en sus casas.

 

La necesidad de tejer redes para acompañar

Y también hemos comprobado que, en medio de esta situación, la solidaridad se ha hecho presente en el ánimo de todas aquellas personas que han tejido redes para acompañar, para ayudar en la medida de sus posibilidades. Hemos visto las posibilidades de contribuir desde lo pequeño para mejorar la situación. Hemos sido capaces de buscar soluciones a los problemas y transformar los problemas en oportunidades.

 

En definitiva, desde lo rural, hemos aprendido que pese a la amenaza del virus se impone la vida:

  • Hemos sido conscientes de la necesidad de valorar todo lo que tenemos a nivel personal y colectivo, de saborear las ventajas de vivir en un entorno rural y de seguir poniendo en práctica las relaciones de vecindad.
  • Debemos tomar la iniciativa y poner el foco en lo importante: crear redes, transcender lo individual y ser conscientes de la fuerza de lo colectivo.
  • Hemos demostrado nuestras capacidades y aportado a la sociedad. Como vecinos y vecinas, hemos acompañado en el duelo por todas las pérdidas de este año.
  • Hemos seguido apostando por la vida rural, por la agricultura y la ganadería como forma de vida; porque la producción de alimentos es esencial para nuestra sociedad. Hemos afrontado los retos y seguimos mirando hacia adelante con optimismo.

 

Por todo ello, un año más y aunque de otro modo, celebraremos nuestra fiesta el 15 de mayo desde la responsabilidad y el cuidado colectivo.