Servicio diario - 21 de enero de 2016
El encuentro tendrá lugar el 26 de enero. La visita precedente
entre ambos fijada para el pasado mes de noviembre se suspendió por
los atentados de París
El papa Francisco recibirá en el Vaticano el próximo martes, 26
de enero, al presidente de Irán, Hasan Rohani. Este encuentro tenía
que haberse celebrado el 14 de noviembre pasado, pero el viaje a
Europa del mandatario iraní se suspendió tras los atentados en
París. La visita para la semana que viene ha sido confirmada por el
director de la oficina de prensa de la Santa Sede, el padre Federico
Lombardi.
La vez pasada, el recorrido de Rohani debía iniciar en la Ciudad
Eterna, y después de encontrar al Papa, tenía programado reunirse
con los principales líderes políticos de Italia y proseguir el 16 y
17 de noviembre hacia París.
El encuentro entre el Santo Padre y el presidente iraní será el
primero, después de 16 años, entre un Pontífice y el presidente de
dicho país. El último gobernante persa que tuvo una audiencia en el
Vaticano fue Mohamed Jatamí, recibido por Juan Pablo II en 1999.
Teherán no rompió relaciones diplomáticas con la Santa Sede a pesar
de la Revolución Islámica de 1979.
Cuando en junio se dio a conocer el acuerdo nuclear iraní, el
padre Federico Lombardi, aseguró que la Santa Sede consideraba
positivo dicho acuerdo. Asimismo añadió que “se trata de un
resultado importante de las negociaciones llevadas a cabo hasta la
fecha, pero que requiere la continuación del esfuerzo y del
compromiso de todos para que dé frutos”. También indicó que se
“espera que dichos frutos no se limiten solo al ámbito del programa
nuclear, sino que se extiendan a otros sectores”.
El acuerdo entre Irán y los países del “5+1” (Estados Unidos,
Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania), preveía el
levantamiento gradual de las sanciones contra Teherán, a cambio de
reducciones significativas del programa nuclear.
Finalmente, el pasado sábado el Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA) confirmó que Irán ha cumplido las condiciones
que permiten poner en marcha el acuerdo nuclear pactado en julio
pasado en Viena.
De este modo Estados Unidos y Europa levantaron las sanciones
internacionales al país, que desmanteló su capacidad técnica para
fabricar combustible nuclear capaz de ser usado en una bomba
atómica.
El estadio Sun Bowl de la Universidad de Texas acogerá la
celebración “Dos naciones, una fe”. Los asistentes al evento
seguirán en pantallas gigantes la visita de Francisco
La diócesis estadounidense de El Paso ha invitado a sus fieles
a que el 17 de febrero sigan la visita del papa Francisco a
México, reunidos en el estadio Sun Bowl de la Universidad de
Texas, en El Paso (UTEP), gracias a la transmisión en directo que
será seguida en pantallas gigantes.
Ese día, el Santo Padre estará en la vecina Ciudad Juarez en
donde celebrará la santa misa, y no todos podrán cruzar la
frontera.
El obispo de la diócesis de El Paso, monseñor Mark J. Seitz,
confirmó en una conferencia de prensa que la celebración
alternativa se llamará “Two Nations, One Faith” (Dos
naciones, una fe).
“Queremos –precisó el obispo– que el mayor número de personas
disfrute de esta maravillosa visita, una de las más importantes a
la región. Por eso es que decidimos trabajar de la mano con UTEP y
brindar un lugar amplio y apropiado para poder recibir a miles de
personas”.
En el estadio que tiene capacidad para unas 50 mil personas
habrá además un programa de música religiosa con el cantante y
guitarrista Tony Meléndez, y los casi cuatro mil alumnos de las
escuelas católicas de El Paso ese día no tendrán clase, de manera
que puedan asistir al evento.
El alcalde de El Paso, Óscar Leeser, que estará en Ciudad
Juarez para recibir al Papa, declaró que este acontecimiento único
“demanda mucha logística y planificación, sin embargo puedo
decirles que la ciudad está lista”.
En la homilía de este jueves, el Santo Padre advierte de que se
puede matar con la lengua y los chismes
El papa Francisco ha reflexionado en la homilía de la misa de
Santa Marta de esta mañana sobre los celos y la envidia. Por eso ha
pedido que el Señor nos preserve de estos pecados que existen
también en nuestras comunidades cristianas y usan la lengua para
matar a los otros.
La Primera Lectura del día habla de los celos de Saúl, rey de
Israel, hacia David. Tal y como ha recordado el Santo Padre, después
de la victoria contra los filisteos, las mujeres cantaron con
alegría diciendo: “Saúl mató a mil, David a diez mil”. Así, desde
ese día, “Saúl mira con sospecha a David, pensando que puede
traicionarlo y decide matarlo. Después sigue el consejo del hijo y
se lo piensa. Pero después vuelve sobre sus malos pensamientos”, ha
precisado el Papa. Por eso, ha señalado que los celos son “una
enfermedad” que vuelve y lleva a la envidia.
De este modo, el Pontífice ha asegurado que la envidia es algo
feo, y es un pecado feo. “Y en el corazón, los celos o la envidia
crecen como la mala hierba: crece, pero no deja crecer la hierba
buena. Todo lo que parece hacerle sombra, le hace mal”, ha
explicado. Asimismo, ha indicado que también el corazón envidioso
lleva a matar, a la muerte. Y la Escritura lo dice claramente: por
la envidia del diablo ha entrado la muerte en el mundo.
Prosiguiendo en esta misma línea, el Santo Padre ha asegurado que
la envidia “mata” y “no tolera que otro tenga algo que yo no”. Y
siempre sufre “porque el corazón del envidioso o del celoso sufre.
Es un corazón que sufre”. Y un sufrimiento que desea “la muerte de
los otros”.
Por esto, ha advertido cuántas veces, en nuestras comunidades, no
tenemos que ir muy lejos para ver estos, por celos se mata con la
lengua. El Santo Padre ha señalado que cuando uno tiene envidia de
otro comienzan los chismes, y ¡los chismes matan!
A continuación, el Obispo de Roma ha dicho en su homilía: “Y yo,
pensando y reflexionando sobre este pasaje de la Escritura, me
invito a mí mismo y a todos a buscar si hay celos en mi corazón, hay
algo de envidia, que siempre lleva a la muerte y no me hace feliz;
porque esta enfermedad siempre lleva a mirar lo bueno que tiene el
otro como si fuera contra ti. ¡Y este es un pecado feo! Es el
comienzo de muchos, muchos crímenes”.
Así, ha invitado a pedir al Señor “que nos dé la gracia de no
abrir el corazón a los celos, de no abrir el corazón a las envidias,
porque estas cosas siempre llevan a la muerte”.
El Santo Padre ha observado que Pilato era inteligente y Marcos
en el Evangelio dice que Pilato se había dado cuenta de que los
jefes de los escribas le habían entregado a Jesús por envidia.
Al respecto, el Papa ha concluido asegurando que la envidia
–según la interpretación de Pilato, que era muy inteligente pero
cobarde– es la que ha llevado a Jesús a la muerte. Para finalizar
su homilía, ha exhortado a pedir al Señor la gracia de no entregar
nunca, por envidia, a la muerte a un hermano, a una hermana de la
parroquia, de la comunidad, ni tampoco a un vecino del barrio. “Cada
uno tiene sus pecados, cada uno tiene sus virtudes. Son propias de
cada uno. Mirar el bien y no matar con los chismes por envidia o por
celos”, ha concluido el Santo Padre.
Los trabajadores de peregrinaciones, párrocos, rectores y los
trabajadores de santuarios celebran en Roma su Jubileo del 19 al 21
de enero
Peregrinar a los santuarios es una de las expresiones más
elocuentes de la fe del pueblo de Dios, y manifiesta la piedad de
generaciones de personas, que con sencillez han creído y se han
encomendado a la intercesión de la Virgen María y de los Santos. Así
lo ha indicado el papa Francisco en la audiencia de este jueves con
los participantes del Encuentro Internacional de los
trabajadores de peregrinaciones, los párrocos, los rectores y
los trabajadores de santuarios, que celebra en Roma su Jubileo del
19 al 21 de enero.
En su discurso, el Santo Padre ha asegurado que esta religiosidad
popular es una forma genuina de evangelización, que necesita ser
promovida y valorada, sin minimizar su importancia. Según el Papa,
sería un error decir que quien va en peregrinación vive una
espiritualidad no personal sino “de masa”. Quien entra en un
santuario –ha asegurado– siente enseguida que se encuentra en su
casa, acogido, comprendido y sostenido.
La palabra clave que el Pontífice ha subrayado en su discurso es
“acogida”. Con la acogida –ha indicado– nos lo jugamos todo. Y ha
recordado que Jesús habló de acogida pero sobre todo la practicó.
Asimismo, ha precisado que la acogida es realmente determinante para
la evangelización. A veces, basta simplemente con una palabra, una
sonrisa, para hacer sentir a una persona acogida y querida.
Además, el Santo Padre ha explicado que el peregrino debe ser
bien acogido tanto a nivel material como espiritual. Es importante
–ha precisado que el peregrino se sienta tratado más que como un
huésped, como un familiar. También ha recordado que el santuario es
la casa del perdón, donde cada uno se encuentra con la ternura del
Padre que tiene misericordia por todos, sin excluir a nadie. Los
sacerdotes que desempeñan un ministerio en los santuario “deben
tener el corazón impregnado de misericordia, su actitud debe ser la
de un padre”, ha afirmado el Santo Padre.
Texto completo del discurso del Santo Padre.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Os acojo cordialmente a todos, trabajadores de las
peregrinaciones a los santuarios. Peregrinar a los santuarios es una
de las expresiones más elocuentes de la fe del pueblo de Dios, y
manifiesta la piedad de generaciones de personas, que con sencillez
han creído y se han encomendado a la intercesión de la Virgen María
y de los Santos. Esta religiosidad popular es una forma genuina de
evangelización, que necesita ser siempre promovida y valorada, sin
minimizar su importancia.
Es curioso: el beato Pablo VI en la Evangelii nuntiandi,
habla de la religiosidad popular, pero dice que es mejor llamarla
“piedad popular”. Y después, el episcopado Latinoamericano en el
documento de Aparecida da un paso más y habla de “espiritualidad
popular”. Los tres conceptos son válidos, pero juntos.
En los santuarios, de hecho, nuestra gente vive su profunda
espiritualidad, esa piedad que desde hace siglos ha plasmado la fe
con devociones sencillas, pero muy significativas. Pensemos la
intensidad, en algunos de estos lugares, de la oración a Cristo
Crucificado, o la del Rosario, o el Vía Crucis…
Sería un error pensar que quien peregrina vive una espiritualidad
no personal sino “de masa”. En realidad, la peregrinación lleva
consigo la propia historia, la propia fe, luces y sombras de la
propia vida. Cada uno lleva en el corazón un deseo especial y una
oración particular. Quien entra en el santuario se siente enseguida
en casa, acogido, comprendido y sostenido. Me gusta mucho la figura
bíblica de Ana, la madre del profeta Samuel. Ella, en el templo de
Silo, con el corazón lleno de tristeza rezaba al Señor para tener un
hijo. El sacerdote Elí pensaba que estaba borracha y quería echarla
(cfr 1 Sam 1,12-14). Ana representa bien muchas cosas que se pueden
encontrar en nuestros santuarios. Los ojos fijos en el Crucifijo o
en la imagen de la Virgen, una oración hecha con las lágrimas en los
ojos, llena de confianza. El santuario es realmente un espacio
privilegiado para encontrar al Señor y tocar con la mano su
misericordia. Confesar en un santuario, es hacer experimentar tocar
con la mano la misericordia de Dios.
Por esto la palabra clave que deseo subrayar hoy con vosotros es
acogida: acoger a los peregrinos. Con la acogida, por así decir,
“nos lo jugamos todo”. Una acogida afectuosa, festiva, cordial y
paciente. ¡También es necesaria paciencia! Los Evangelios nos
presentan a Jesús siempre acogedor hacia los otros que se acercan a
Él, especialmente los enfermos, los pecadores, los marginados. Y
recordamos su expresión: “Quien os acoge a vosotros me acoge a mí, y
quien me acoge a mí acoge al que me ha mandado” (Mt 10,40).
Jesús ha hablado de la acogida pero sobre todo la ha practicado.
Cuando se nos dice que los pecadores –por ejemplo Mateo y Zaqueo–
acogían a Jesús en su casa y a su mesa, es porque sobre todo ellos
se habían sentido acogidos por Jesús, y esto había cambiado su vida.
Es interesante que el Libro de los Hechos de los Apóstoles se
concluye con la escena de san Pablo que, aquí en Roma, “acogía a
todos los que acudían a él” (Hch 28,30). Su casa, donde habitaba
como prisionero, era el lugar donde anunciaba el Evangelio. La
acogida es realmente determinante para la evangelización. A veces,
basta simplemente una palabra, una sonrisa, para hacer que una
persona se sienta acogida y querida.
El peregrino que llega al santuario a menudo está cansado,
hambriento, sediento… Y muchas veces esta condición física afecta
también a la interior. Por eso, esta persona necesita ser bien
acogida tanto en el plano material como en el espiritual. Es
importante que el peregrino que cruza el umbral del santuario se
sienta tratado más que como un huésped, como un familiar. Debe
sentirse en su casa, esperado, amado y mirado con ojos de
misericordia. Sea quien sea, joven o anciano, rico o pobre, enfermo
y probado o turista curioso, puede encontrar la acogida requerida,
porque en cada uno está el corazón que busca a Dios, a veces sin
darse cuenta plenamente. Hagamos que cada peregrino tenga la alegría
de sentirse finalmente comprendido y amado. De esta manera,
volviendo a casa sentirá nostalgia por lo que ha experimentado y
tendrá el deseo de volver, pero sobre todo querrá continuar el
camino de fe en su vida ordinaria.
Una acogida del todo particular es la que ofrecen los ministros
del perdón de Dios. El santuario es la casa del perdón, donde cada
uno se encuentra con la ternura del Padre que tiene misericordia de
todos, sin excluir a nadie. Quien se acerca al confesionario lo hace
porque está arrepentido, está arrepentido de su pecado. Siente la
necesidad de acercarse allí. Percibe claramente que Dios no lo
condena, sino que lo acoge y lo abraza, como el padre del hijo
pródigo, para devolverle la dignidad filial (cfr Lc
15,20-24). Los sacerdotes que desarrollan un ministerio en los
santuarios deben tener el corazón impregnado de misericordia, su
actitud debe ser la de un padre.
Queridos hermanos y hermana, vivamos con fe y con alegría este
Jubileo: vivámoslo como una única gran peregrinación. Vosotros, de
forma especial, vivís vuestro servicio como una obra de misericordia
corporal y espiritual. Por eso os aseguro mi oración, por
intercesión de María nuestra Madre. Y vosotros, por favor, con
vuestra oración, acompañadme también a mí en mi peregrinación.
Gracias.
Se celebrará este viernes en todas las diócesis. La CEE invita a
los sacerdotes, consagrados y laicos a secundar esta iniciativa para
renovar el encuentro personal con Jesucristo
La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha convocado para este
viernes una
jornada de ayuno y oración, con motivo de la puesta en marcha
del nuevo Plan Pastoral para los próximos cinco años (2016-2020),
con el que quiere favorecer la transformación misionera de las
diócesis, parroquias y comunidades cristianas.
En el documento “Iglesia en misión al servicio de nuestro
pueblo”, los obispos españoles piden salir al encuentro de los
cristianos practicantes, pero rutinarios y conformistas; del gran
número de cristianos bautizados no practicantes, y del creciente
número de conciudadanos que no han recibido el anuncio de
Jesucristo, que viven al margen de la Iglesia de Dios sin el don de
la fe.
A este día de ayuno y oración, están invitados a unirse todos los
sacerdotes, consagrados y laicos. De manera textual, la CEE dice que
“al poner en marcha este Plan Pastoral, teniendo en cuenta que la
evangelización es obra de Dios y requiere nuestra colaboración, los
obispos dedicaremos el día 22 de enero, fecha próxima a la
conversión de san Pablo, el gran evangelizador, una jornada de ayuno
y oración, invitando a unirse con nosotros a los sacerdotes,
consagrados y laicos, para pedir a Dios su ayuda y disponernos a
colaborar con todas nuestras fuerzas en la gran tarea misionera”.
“Somos conscientes y estamos persuadidos –añade el escrito– que para
evangelizar es preciso renovar nuestro encuentro personal con
Jesucristo”.
Por lo tanto, se trata de realizar una conversión misionera de la
Iglesia en España y reavivar el ardor evangelizador de las
comunidades, lo que exige una seria revisión y puesta a punto de la
tarea de evangelización. Para conseguirlo, los obispos se han
marcado diferentes propósitos para cada uno de los próximos años. En
2016, “propiciar reuniones y encuentros de reflexión para analizar
las exigencias de la evangelización hoy”; en 2017, “animar a las
comunidades cristianas y a los evangelizadores de toda clase y
condición, a que con sus vidas irradien en el mundo la alegría de
Cristo que ellos han recibido”; en 2018, “revisar las actitudes,
comportamientos y actividades de la Iglesia en España en el anuncio
de la Palabra”; en 2019, “promover una más auténtica, fructuosa y
activa participación de los fieles cristianos en las celebraciones
litúrgicas”; y en 2020, “reavivar en el sentir común de la Iglesia,
desde la misma Conferencia Episcopal y sus organismos a las
diócesis, parroquias y demás comunidades cristianas, el mandamiento
nuevo de Jesús”.
Se trata de un proyecto ecuménico e interreligioso impulsado por
laicos, sacerdotes e inmigrantes subsaharianos
El cardenal arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares
Llovera, ha bendecido este miércoles en el término de Vallada, el
proyecto “Catedral de la Natura”, impulsado por laicos y
sacerdotes, con un grupo de inmigrantes africanos subsaharianos, en un
paraje en plena naturaleza de 10 hectáreas de extensión, para la
oración y el diálogo interreligioso e interconfesional.
Durante la visita al lugar, que se enmarca dentro de la Semana de
Oración por la Unidad de los Cristianos, el cardenal Cañizares ha
presidido una oración ecuménica “por el cuidado de la madre tierra” y
ha bendecido también un monumento de piedra, que incluye una placa de
cerámica, dedicada a la encíclica Laudato si’ del papa
Francisco.
“Es un gozo grande estar todos reunidos en torno al Padre que nos
ha concedido esta casa común que es la naturaleza”, ha indicado el
purpurado español, que ha implorado a Dios para que “nos conceda la
unidad que proviene del amor, la caridad y la misericordia”.
Asimismo, el arzobispo de Valencia ha orado para que “junto a los
preferidos de Dios, los más necesitados, y a las distintas
confesiones, el Espíritu Santo haga que nuestra fe se reavive y así
nos reconciliemos con el mundo y nuestra casa común, que es la
naturaleza”.
El proyecto ecuménico e interreligioso de la “Catedral de la
Natura” incluye la futura construcción de un templo ecuménico en
el paraje conocido como Pinar dels Sants, una sinagoga, una
mezquita y un ágora, “espacios todos al aire libre que ya acogen
oraciones y celebraciones”, y que “se encuentran señalizados y
acotados por elementos naturales como piedras, troncos, maderas y
cañizos, y por otras piezas artísticas de cerámica valenciana”, según
el sacerdote natural de Vallada, Jesús Belda, uno de los promotores de
la iniciativa.
El proyecto incluye la acogida, ayuda y formación de inmigrantes
subsaharianos que necesitan integración, con el apoyo también de
Cáritas diocesana, diferentes Cáritas parroquiales, y otras entidades,
informó la agencia de noticias de la archidiócesis de Valencia (AVAN).
Entre otras actividades, se han puesto ya en marcha tres talleres:
un taller de bioconstrucción, en el que aprenden a trabajar y a
realizar construcciones con piedras, troncos, tierra y adobes,
empleando materiales y recursos naturales; un taller de permacultura,
en el que mediante la recogida del agua de lluvia, y la puesta en
marcha de cultivos sostenibles permanentes, han plantado ya hortalizas
y árboles frutales, además del cuidado y cría de animales. Además,
algunos de los miembros del proyecto colaboran con la Cooperativa
COTASA de trabajo asociado, cuyo objetivo es facilitar la inserción
social y laboral de personas inmigrantes.
En el acto también han participado Vicente Collado, presidente de
la Comisión Diocesana de Relaciones Interreligiosas del arzobispado de
Valencia, y representantes de la Iglesia Nueva Apostólica.
La lana de estos dos animales será utilizada para confeccionar
los palios de los nuevos arzobispos metropolitanos
Con ocasión de la memoria litúrgica de santa Inés, tal y como es
tradición, en la Capilla Urbano VIII en el Vaticano, se han
presentado al papa Francisco dos corderos, bendecidos esta mañana en
la Basílica de la vía Nomentana, dedicada a la joven mártir. La lana
de estos corderos será utilizada para confeccionar los palios de los
nuevos arzobispos metropolitanos. El palio –recuerda una nota de la
oficina de prensa vaticana– es un signo litúrgico de honor y de
jurisdicción que es usado por el Papa y los arzobispos en sus
iglesias y en las de sus provincias. Está formado por una franja
estrecha de tela, tejida en lana blanca, decorada por seis cruces en
seda negra.
El rito de la bendición de los palios, que son impuestos por los
nuncios apostólicos locales a los arzobispos, lo realiza el Santo
Padre el 29 de junio, solemnidad de los santos apóstoles Pedro y
Pablo.
Los padres trapenses de la abadía de las Tres Fuentes en Roma
crían los corderos, el animal que simboliza a santa Inés,
martirizada en Roma alrededor del año 305. Las religiosas de Santa
Cecilia en el Trastevere tejen los palios con la lana de estos
animales que hoy han sido bendecidos.
Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro
Sierra. ‘La Vida del Señor en nosotros nos hace ver todo de una
manera nueva’
El título de la carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons.
Carlos Osoro Sierra, para esta semana es “Sigue a Jesucristo: «Vence
el mal con el bien»”. A continuación publicamos el texto íntegro de la
misma:
El anuncio de Jesucristo no se puede hacer más que como nos dice el
apóstol san Pablo en la Carta a los Romanos: «No te dejes vencer por
el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rom 12, 21). Descubre
que este es el «arte de la Evangelización». Con este arte que Cristo
te regala gratuitamente dándote su Vida y que debe dar fruto
abundante, camina por el mundo. Te aseguro que lo cambiarás. Con la
gracia y la fuerza que Él te da, entrega a este mundo sus obras.
Hacedlo todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos, familias, grupos,
comunidades. Tenéis la oportunidad de inundar este mundo de obras
bellas, compartid vuestra experiencia de fe; expresad con toda vuestra
vida, utilizando cabeza, corazón y manos, el arte que da más belleza a
los hombres y a la tierra en la que habitamos. Regalemos la Belleza
que es Dios mismo y que se nos manifestó y reveló en Jesucristo.
Hagamos ver a todos los hombres la necesidad de hacer de este mundo
una gran sala de exposiciones, donde todos los hombres puedan
descubrir a este Jesús del que tienen necesidad, porque todos queremos
saber la verdad, el camino que hemos de seguir y de la vida que debe
estar en nosotros. Ese mismo Jesús que nos dice el Evangelio que
«salió de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que
tuvo que subirse a una barca; se sentó […] les habló mucho rato en
parábolas».
El Señor siempre, en todas las situaciones y circunstancias, nos
convoca y nos hace ver que somos su Iglesia. Una Iglesia que camina
por este mundo y que tiene la misión de regalar la vida del Señor,
tiene que saber sentarse también como Jesús y hablar a los hombres.
¿Qué nos diría hoy, en este momento, el Señor? Que nos centremos en Él
y descubramos más y mejor la sencillez y la cercanía a todos sin
excepción; el servicio desinteresado a las personas simple y
llanamente porque son «creadas a imagen y semejanza de Dios»; la
sensibilidad a los problemas y situaciones que urgen respuesta en
nuestra sociedad; la convivencia construida desde el diálogo y no
desde la fuerza del que más poder tiene; la paciencia incansable. Así
tiene que aparecer la Iglesia, para reflejar el rostro misericordioso
del Señor. Pues pone en el centro de todo lo que existe a la persona,
tal y como Dios mismo la puso, protegiendo y buscando siempre que el
ser humano pueda desarrollar todas las dimensiones de su existencia,
sin tapar ninguna o negar el derecho a desarrollarlas; en definitiva,
todo lo contrario a crear tiranías o dictaduras de unos contra otros.
¡Qué fuerza tiene la Iglesia cuando, en nombre de Jesucristo,
transmite la fe con el lenguaje de la belleza, cuando comunica el
valor del trabajo para todos los hombres, de la concordia y de la
verdadera reconciliación en la convivencia, participando todos y
contribuyendo a transformar y mejorar la sociedad!
El Señor nos enseñó que siempre tenemos que tener una doble mirada
si queremos vencer el mal a fuerza de bien:
1. Mirada hacia nosotros mismos. Déjate mirar por el Señor,
mírate como Él te mira: Dejemos que nos hable Jesús, como
habló a aquellas gentes desde la barca, en parábolas. Dejemos que el
Señor se meta hasta el fondo de nuestro corazón. Pensemos cómo quiere
llegar y desea sembrar su Vida en cada uno de nosotros para que así
seamos testigos de Él en medio de los hombres. Tengamos una mirada
hacia nosotros mismos, la que nos da Jesucristo: el Señor que salió a
sembrar, y pasó a mi lado y derramó su Vida en mí. Soy cristiano por
gracia de Dios. Soy un milagro de Dios. Porque milagro es saberse
hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Milagro es saber para
que estamos en la vida. Milagro es saber el sentido que tiene nuestra
vida. Milagro es sentir la mano del Señor que coge mi mano y me dice
«levántate». Milagro es saber que el Señor me dice «coge de la mano a
tu hermano, nunca lo abandones, nunca le respondas con una mirada
inquisitorial aunque él te la dé a ti». El Señor se fijó en nosotros y
nos regaló su existencia. Somos regalo de Dios, tenemos su Vida.
2. Mirada hacia todos los hombres. Mira a los demás con la
misma mirada del Señor: La Vida del Señor en nosotros nos
hace ver todo de una manera nueva, con la novedad que Dios te regala
para ver tu vida, la de los demás y todo lo que existe. Sin embargo,
no siempre hemos cultivado bien esa mirada. No siempre hemos sido
testigos cualificados de la misma. ¿Qué situaciones podemos vivir de
incoherencia de nuestra fe y de una mirada que no es la de
Jesucristo?: 1) Mirando a los demás como esclavos de mis propios
intereses. Utilizando mal la libertad, pues desde esa libertad que nos
da el Señor para acoger su Vida y que dé fruto y belleza a los demás,
nos hemos entretenido en otras cosas que aparentemente nos llenaban
más, pero que dejaban más vacíos de su dignidad a quienes teníamos a
nuestro lado; 2) Mirando superficialmente la existencia de los otros y
no reconociendo todos y cada uno de los derechos de la persona humana,
que tan maravillosamente han sido revelados por Jesucristo; 3) Mirando
a los demás creyéndome yo dios, poniendo mi razón y mis razones por
encima de todo. Es la seducción que hace que desaparezca de mi vida el
reconocimiento del otro como alguien único e irrepetible, que a la
larga llena nuestra vida de angustia y de infelicidad, entre otras
cosas porque no doy vida sino muerte.
Vence el mal con el bien. Ten siempre una mirada como la de
Jesucristo hacia todos los hombres. Para ello, si vale esta
comparación, queramos ser como la luna, que no tiene luz propia, pero
refleja la luz que le viene de otro y da luz. Para vencer el mal con
bien, déjate invadir del Bien, de la Belleza Suprema, y regala a todos
los que te rodeen la luz del Señor. No tenemos luz propia, pero el
Señor nos ha regalado la suya. Y esa Luz es la que queremos dar. ¡Qué
maravilla mirar con la mirada de Jesucristo y que reconozcan su
dignidad, hablar con un lenguaje que todos entiendan y que descubran
el arte verdadero que solamente comunica Jesucristo! Quien tiene la
mirada, el lenguaje, la vida del Señor, deja de pensar en sí mismo. Lo
importante en su vida ya no es él, son los otros y todos. No ahoguemos
ese yo que el Señor puso en nuestra vida, que es su mismo
ser. No ahoguemos el yo por el mí. Muchos hombres y
mujeres de la tierra desconocen el yo porque no conocen a
Jesucristo. Y entonces aparece la gran enfermedad: mi vida para mí,
mis gustos, mis preocupaciones, lo mío… Es un mí que siempre
es muerte, desolación, tristeza, angustia, desesperanza, desilusión,
desentenderse de todos los demás.
¡Qué maravillosa es la vida vivida con el Arte y la Belleza que nos
ha regalado gratuitamente el Señor! ¿Qué será de una persona a la que
nadie miró con la mirada de Jesucristo, a la que nadie dijo que era
amada y que era fruto del amor de Dios? El anuncio de Jesucristo no es
cuestión secundaria. Él me abre a todos los demás y, cuanto más me
encuentro con Él, más apertura tengo. El encuentro con Jesucristo no
es secundario. Regalemos la semilla. Salgamos a sembrar. Hagámoslo con
el lenguaje que entienden todos los hombres. Comuniquemos la Buena
Noticia, el gran amor y pasión del Señor por el ser humano.
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos, arzobispo de Madrid
El Papa ha cambiado el rito del lavatorio de los pies del Jueves
Santo y ahora formalmente podrán ser mujeres u hombres los que sean
lavados
El papa Francisco ha modificado el rito del Lavatorio de pies,
que se da en la misa del Jueves Santo, de tal forma que a partir de
ahora, también las mujeres podrán participar en el rito. Lo ha
comunicado en una carta al cardenal Robert Sarah, prefecto de la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos. De este modo, el purpurado ha publicado un decreto con
la propuesta introducida por el Pontífice.
En la misiva del Santo Padre, explica que desde hace tiempo ha
estado reflexionando sobre el rito del “Lavatorio de los pies”, con
la intención de “mejorar las modalidades de actuación, para que
expresen plenamente el significado del gesto realizado por Jesús en
el Cenáculo, su donarse “hasta el final” por la salvación del mundo,
su caridad sin fin”.
Y después de una “cuidadosa consideración” ha decidido realizar
un cambio en el misal romano. De este modo, el Santo Padre dispone
que se modifique la sección según la cual las personas elegidas para
recibir el lavatorio de pies deben ser hombres o chicos, de tal
forma que desde ahora, los pastores de las Iglesias puedan elegir a
los participantes al rito entre todos los miembros del Pueblo de
Dios.
Asimismo, se pide que se dé una adecuada explicación del
significado del rito a las personas elegidas.
Un decreto que llega después de dar ejemplo, ya que desde que
Francisco es Papa, le hemos visto lavar los pies a varias mujeres en
la Semana Santa de Roma. en El primer año en la capilla de la cárcel
de menores Casal del Marmo. Un año después en la casa de ayuda de la
Fundación Don Gnocchi y el año pasado en la cárcel romana de
Rebbibia.
El mismo Papa nos dice que todos podemos y debemos hacer algo
para que las cosas cambien
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
La revista FORBES ha publicado unos datos
oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (CONEVAL), que nos indican que, de 2012 a 2014,
aumentaron dos millones de personas en situación de pobreza en
México, llegando a 55.3 millones de mexicanos, que son el 46.2% de
la población total, aunque no se puede dejar de mencionar que
disminuyó la pobreza extrema en un 0.85%, pues más personas cuentan
con servicios básicos de salud, vivienda, seguridad social.
Chiapas es el Estado con mayor proporción de
pobres: el 76.2% de una población cercana a los cinco millones de
habitantes. Es decir, 3.96 millones de chiapanecos están en
situación de pobreza; y de ellos, 1.6 millones en pobreza extrema.
Le siguen Oaxaca, Guerrero, Puebla, Michoacán, Veracruz, Estado de
México, etc.
Como seguidores de Jesús, ¿esto nos puede dejar
indiferentes? ¿Es justo y equitativo este sistema en que vivimos?
¿Podemos relegarnos en nuestras sacristías, y dejar que el mundo
ruede, sin importarnos los que sufren? ¿Esto tiene que ver con el
Evangelio y con la misión de la Iglesia?
PENSAR
El Papa Francisco ha dicho:
“La causa principal de la pobreza es un
sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha puesto
al dios dinero, un sistema económico que excluye, excluye siempre,
excluye a los niños, ancianos, jóvenes sin trabajo… y que crea la
cultura del descarte en la que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver
personas descartadas. Esta es el motivo principal de la pobreza, no
las familias numerosas.
El sistema social y económico es injusto en su
raíz. Esa economía mata. ¡No a una economía de la exclusión! ¡No a
la inequidad que genera violencia! ¡No a la nueva idolatría del
dinero! ¡No a un dinero que gobierna en lugar de servir! El dinero
debe servir y no gobernar.
Algunos simplemente se regodean culpando a los
pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas
generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una
“educación” que los tranquilice y los convierta en seres
domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si
los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción
profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos,
empresarios e instituciones—, cualquiera que sea la ideología
política de los gobernantes.
En nuestras ciudades está instalado el crimen
mafioso y aberrante de la trata de personas, y muchos tienen las
manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda.
Nadie puede exigirnos que releguemos la
religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia
alguna en la vida social y nacional. Una auténtica fe siempre
implica un profundo deseo de cambiar el mundo.
¡Cuánto daño nos hace la vida cómoda, el
bienestar! El aburguesamiento del corazón nos paraliza.Algunas
personas prefieren no informarse y viven su bienestar y su comodidad
indiferentes al grito de dolor de la humanidad que sufre.
ACTUAR
¿Qué hacer? El mismo Papa nos dice que no nos
quedemos en quejas, en lamentos y en críticas al sistema; que todos
podemos y debemos hacer algo para que las cosas cambien:
“¡No al pesimismo estéril! Hace falta
volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser
buenos y honestos”.
Y agrega algo muy concreto: “Debemos
inmiscuirnos en la política, porque la política es una de las formas
más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los laicos
cristianos deben trabajar en política. Trabajar por el bien común es
un deber de un cristiano. Y muchas veces para trabajar, el camino a
seguir es la política”. Obviamente, está hablando de la buena
política, la del servicio.
¿Cómo generar otro estilo de
vida y luchar por otro sistema? Dice el Papa: “Los ámbitos
educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de
comunicación, la catequesis, etc. Una buena educación escolar en la
temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo
de toda una vida”.
Con ocasión de la visita del
Papa a nuestra patria, reflexionemos qué podemos hacer.
El Observador Permanente, Mons. Bernardito Auza, urge a toda la
comunidad internacional a no permanecer indiferente ante esta
tragedia y actuar con la máxima urgencia
La población se ha convertido en víctima deliberada en muchos
escenarios de conflicto, por ello, las discusiones del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas deben girar en torno a la
protección de los civiles. Está es la principal conclusión a la
que se llega tras leer la intervención realizada este martes por
el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Nueva
York, monseñor Bernardito Auza, durante un debate abierto de ese
órgano resolutivo en el que participaron la Cruz Roja, Oxfam,
varias agencias de las Naciones Unidas y decenas de Estados
miembros del organismo mundial.
Los civiles son las
principales víctimas de las guerras de hoy ante la indiferencia
de la comunidad internacional, denunció el arzobispo de origen
filipino, al tiempo que lamentó el aumento constante de
los “ataques deliberados e indiscriminados”
contra personas inocentes.
Este “triste incremento”, explicó Mons. Auza, tiene
implicaciones en todo el mundo: “enormes cantidades de víctimas
civiles, niños incluidos; migraciones masivas; crisis de los
refugiados; la destrucción intencional de las infraestructuras
médicas y civiles, como las escuelas; el uso de civiles como
armas de guerra a través de su privación de alimentos y
necesidades básicas, el total desprecio de la seguridad de los
trabajadores humanitarios y periodistas; las claras violaciones
del derecho internacional humanitario”.
La responsabilidad de todo esto, aseguró el Observador
Permanente de la Santa Sede ante la ONU, concierne a “toda la
comunidad internacional, implicada en este tipo de delitos
atroces con el silencio o la indiferencia”, la fabricación y el
suministro de armas o con su venta, tanto legal como en el
mercado negro. Es una responsabilidad, subrayó, que “va mucho
más allá de la masacre directa de los civiles”. Por este motivo,
realizó un llamamiento para que “nadie permanezca indiferente
ante esta tragedia” y se “actúe con la máxima urgencia”.
Por último, Mons. Bernardito Auza instó a los presentes a
“vencer el mal con el bien, luchando contra la indiferencia con
la solidaridad y a mirar más allá de los meros intereses
nacionales y geopolíticos, a fin de salvar al mundo del flagelo
de la guerra”.
Por su parte, el vicesecretario general de Naciones Unidas,
Jan Eliasson destacó las violaciones a las leyes humanitarias y
de derechos humanos llevadas a cabo por los combatientes de
muchos conflictos, y citó algunos ejemplos recientes.
“En tiempos de guerra, los hospitales deben ser santuarios.
Sin embargo, recientemente hemos visto un aumento de los ataques
a hospitales y centros de salud. En Afganistán un bombardeo
aéreo destruyó una sala de operaciones y devastó otras
instalaciones. En Yemen, los hospitales han sido atacados y los
niños que no han muerto a causa de las balas o bombas mueren por
falta de medicinas o cuidado”, apuntó.
Además, Eliasson se refirió a las atrocidades cometidas por
grupos terroristas como el autodenominado Estado Islámico (Daesh,
por su acrónimo en árabe) o Boko Haram, así como por otras
agrupaciones armadas irregulares o estatales que buscan destruir
el tejido social.
En este contexto, el vicesecretario general urgió al Consejo
a abordar esa amenaza con determinación y respeto a los derechos
humanos. También dijo que la comunidad internacional y el
Consejo de Seguridad deben condenar los abusos y velar por el
respeto a las leyes internacionales, actuar con antelación en
los escenarios proclives a conflictos y poner fin a la
impunidad.
El encuentro fue presidido por José Luis Cancela,
vicecanciller de Uruguay, país que ocupa este mes la presidencia
del Consejo.
«La imponente historia de esta niña que pactó con Dios para
rescatar a su madre de las flaquezas en las que se hallaba
inmersa, ofreciendo su vida por ella, revela la grandeza y el
poder de un amor que supera lo imaginable»
Ordinariamente las madres no se limitan a traer al mundo a
sus hijos. A partir del instante en el que conocen que están
encinta, establecen un vínculo indisoluble con ellos enlazando
para siempre un destino imantado por un amor ciertamente
inconmensurable. El gozo y la aflicción forman parte de una
maternidad permanentemente dispuesta a dar la vida por el fruto
de sus entrañas mil veces antes de verlo perecer. Pero, en
ocasiones, este sentimiento es patrimonio también de los hijos,
una experiencia que marcó la vida de Laura. Ella, alimentando la
presencia de Dios con un estado de oración continua, se apresuró
a ofrecerse a sí misma en holocausto por el ser que más estimaba
en el mundo: su madre.
Nació en Santiago de Chile el 5 de abril de 1891.
Prácticamente no llegó a conocer a su padre, influyente político
y militar chileno, ya que éste falleció en Temuco, un destierro
impuesto por la situación política, cuando ella no tenía edad ni
de recordar sus facciones. Mercedes, de ascendencia humilde,
viuda y con sus dos pequeñas, Laura y Julia, trató de rehacer su
vida lejos de allí después de haber sobrevivido malamente como
costurera y regentar una paquetería que fue desvencijada por
desaprensivos ladrones. Al lugar elegido, Argentina, tardaron en
llegar nada menos que ocho meses. Tuvo la desgracia de
encontrarse con Manuel Mora, un gaucho de rudos modales,
impositivo y colérico, que, como quiera que fuese, quizá
pensando que podría dar a sus hijas un futuro mejor, lo
convirtió en su compañero. Y, de hecho, en enero de 1900 pudo
ingresar a las niñas en el colegio de las salesianas de Junín de
los Andes lugar no excesivamente distante de Chapelcó,
Quilquihué, donde Manuel tenía la hacienda de su propiedad.
Fue en el colegio donde Laura supo que la relación ilícita de
su madre no era sana espiritualmente hablando, hecho que asestó
un duro golpe a su inocente corazón. Era una niña madura que se
había caracterizado por una inclinación natural a la virtud
dentro de una pausada naturalidad y, por tanto, exenta de
afectación. De modo que la profunda aflicción que mostró no
podía calificarse como el fruto de algún desequilibrio emocional
o algo parecido, aunque el sentimiento que le provocaba la
noticia fue perceptible por sus formadoras que tomaron medidas
pertinentes para suavizar la situación.
La sombra de la condenación de quien le había dado la vida
era una losa de inmensas proporciones para Laura que no halló
más salida que ofrecerse a Dios en sacrificio. Lo consultó con
su confesor, el padre Crestanello, salesiano avezado en la
formación espiritual, quien le advirtió: «Mira que eso es
muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar
la muerte muy pronto». Ella no se arredró. Coincidiendo con
la recepción de su primera comunión el mismo año de 1901, en
diciembre se integró con las Hijas de María y se consagró a la
Virgen. Manuel, que había marcado como una res a su anterior
compañera, en el estío de 1902, durante las vacaciones
escolares, quiso verter su lascivia en Laura que tenía 11 años.
Ebrio y fuera de control se deshizo de Mercedes para dar rienda
a sus bajos instintos con su hija, pero no contó con la bravura
de la pequeña que pudo zafarse de él.
La angustia por la asfixiante situación en la que vivía su
madre instaba a Laura a redoblar sus mortificaciones y
penitencias con la esperanza de lograr su conversión y
consiguiente abandono del lugar y del iracundo compañero. El día
de su primera comunión había suplicado ardientemente: «¡Oh,
Dios mío, concédeme una vida de amor, de mortificación y de
sacrificio!». La vía hacia su libación definitiva se abrió
con una tisis que se le declaró de improviso en 1903. Otro de
sus sufrimientos añadidos fue saber que la situación ilícita de
su madre era un veto para que ella pudiera abrazar la vida
religiosa.
Con pasos gigantes la enfermedad se fue apoderando de su
organismo y el dolor se tornó insoportable. «Señor: que yo
sufra todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se
convierta y se salve». Aún intentó su madre que se
recuperase fuera del colegio, pero no hubo remedio. En ese
intervalo Manuel Mora volvió a cebarse en la beata porque fue
testigo de una fuerte discusión entre su madre y él, y la niña
medió para que Mercedes no claudicara y se sometiera a las
consignas del hacendado. Éste maltrató a Laura con brutalidad y,
aunque unos testigos impidieron que terminara con su vida, la
dejó herida de muerte ya que no pudo volver a ponerse en pie.
A punto de abandonar este mundo, Mercedes supo por su propia
hija que se había ofrecido a Dios para que mudase su conducta
radicalmente: «Muero, porque yo misma se lo pedí a Jesús…
Hace casi dos años que le ofrecí la vida por ti, para obtener la
gracia de tu conversión a Dios. ¡Oh, mamá! ¿Antes de morir, no
tendré el gozo de verte arrepentida?». Y arrancó de la
madre lo que tanto había suplicado en un instante de altísima
emoción para ésta, al ver que fenecía lo que más amaba en el
mundo. «¡Oh, mi querida Laura, te juro en este momento que
haré cuanto me pides… Estoy arrepentida, Dios es testigo de mi
promesa!». Rubricada su determinación ante el sacerdote,
como Laura le pidió, ésta ya podía partir en paz. Y musitando: «Gracias
Jesús, gracias María», murió el 22 de enero de 1904. Juan
Pablo II la beatificó el 3 de septiembre de 1988.