Las campanas de Castel Gandolfo festejaron y anunciaron la llegada, este domingo 14 de julio, del Santo Padre Francisco, en su primera visita, en la que alentó a la comunidad de la diócesis de Albano al anuncio y testimonio del Evangelio y a ser siempre signo de esperanza y de paz.
Recibido con gran alegría y entusiasmo, saludó al Obispo Marcello
Semeraro, a la alcaldesa, Milvia Monachesi, y al director y a los
dependientes de las Villas Pontificias y a sus familiares y recordó
a sus amados predecesores, el Beato Juan Pablo II y Benedicto XVI,
que transcurrieron una parte del verano romano en esta secular
residencia pontificia. Deseando que, como ellos, impulsen su
compromiso y fidelidad cotidiana a Cristo, el Papa Francisco
encomendó a todos a la Virgen, recordando a Nuestra Señora del
Carmen, que se celebra el 16 de julio, y pidió oraciones por él,
«porque lo necesito mucho», dijo textualmente. El encuentro marcado
por una alegre y serena cordialidad, terminó con la Bendición del
Santo Padre, que luego dirigió el rezo dominical del Ángelus, por
primera vez en Castel Gandolfo.
Extractos del saludo del Papa:
«Los exhorto a renovar con alegría y entusiasmo el compromiso del anuncio y testimonio del Evangelio».
Mi saludo cordial, asegurando mi recuerdo en la oración a toda la
población, que aliento a ser signo de esperanza y de paz, atenta
siempre a las personas y familias más necesitadas. Y ¡esto es
importante! Nosotros debemos ser siempre signo de esperanza y de paz
en este momento. ¡Abran la puerta a la esperanza, que la esperanza
vaya adelante… hacer la paz siempre!
En este momento mi pensamiento se dirige al Beato Juan Pablo II y a
Benedicto XVI, que amaban pasar parte del verano en esta residencia
pontificia. Muchos de ustedes han podido encontrarlos y recibirlos,
manteniendo un buen recuerdo. Que su testimonio les sea siempre
aliento en la fidelidad cotidiana a Cristo y en el continuo esfuerzo
por llevar una vida coherente con las exigencias del Evangelio y las
enseñanzas de la Iglesia.
Queridos hermanos y hermanas, los encomiendo a la protección materna de la Virgen María – que pasado mañana honraremos con la advocación de la Virgen del Monte Carmelo – para que puedan desempeñar sus diferentes tareas de forma útil y serena. ¡Que Nuestra Señora vele siempre por ustedes y sus familias! ¡No se olviden, también ustedes recen por mí – lo necesito ¿eh?- y por mi servicio! Les renuevo mi gratitud a cada uno y los bendigo de corazón. ¡Gracias!
(CdM – RV)