ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 24 de marzo de 2013

La frase del día

Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso.

Jorge Luis Borges, escritor argentino (Buenos Aires,1899-Ginebra, 1986)

 


Francisco papa

La alegría del cristiano nace del encuentro con Jesús
Celebración del domingo de Ramos con el papa en San Pedro

El papa pide a la Virgen Dolorosa que ampare a quien vive situaciones difíciles
Palabras del papa en el Ángelus de hoy

No os dejéis robar la esperanza que nos da Jesús
Homilía del santo padre en el Domingo de Ramos

La pulsera amarilla del papa Francisco
El Año de la Fe, la Cuaresma, y África

Primeros signos del papa Francisco
Una forma diferente de presidir la Iglesia

El papa Francisco purifica a la Iglesia

Familia

Más de cien mil personas en marcha por la vida en Lima
Autoridades políticas, líderes de opinión, artistas, deportistas, líderes religiosos de distintas confesiones se sumaron a esta iniciativa

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Diego José de Cádiz
«Apóstol de la misericordia»

Espiritualidad

Monseñor Mario del Valle: Somos ministros de y para la comunión
Sacerdotes tachirenses renuevan sus promesas en Misa Crismal

La vida del cristiano es una vida vivida en Cristo
Reflexión sobre la Semana Santa del arzobispo de la Plata, Héctor Aguer

Cientos de fieles acuden al Via Crucis en la ciudad argentina de Itatí
Durante los 9 km de peregrinación rezaron por las intenciones del papa


Francisco papa


La alegría del cristiano nace del encuentro con Jesús
Celebración del domingo de Ramos con el papa en San Pedro

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Hoy domingo de Ramos, el papa Francisco ha celebrado en la plaza de San Pedro la primera celebración de la Semana Santa y una de las liturgias más importantes de la religión cristiana. Se calculaba la presencia de más de 250.000 personas en torno a las 11.30 de la mañana y a esa hora seguía llegando gente y ocupando las calles que rodean la plaza de San Pedro para escuchar también el Ángelus.

El característico verde de los ramos de olivo de este domingo de Ramos han dado luminosidad a la plaza junto a las banderas de muchos países del mundo. Los ramos de olivo que los fieles han llevado en la mano, son una ofrenda de la Dirección de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo. Los ramas de palmas que llevan los jóvenes son una donación del camino Neocatecumenal. Las plantas y los ramos de olivo que adornan el Altar y la Plaza de San Pedro son una donación de la región de Puglia. Y las "palmurelli" son una donación de los ayuntamientos de Sanremo y Bordighera. Este es el decimotercer año que la región de la Puglia y los floricultores de la ciudad de Terlizzi que se ocupan de la decoración de la plaza de San Pedro en el domingo de Ramos con olivos, flores y plantas mediterráneas de producción terlizzese.

Se han distribuido entre los asistentes a la celebración unos doscientos mil ramos de olivo bendecidos. Los dos árboles de olivo colocados bajo las estatuas de san Pedro y san Pablo se unirán a los que ya adornan los jardines vaticanos.

El santo padre ha celebrado la misa acompañado por cuatro concelebrantes, cardenales Vallini, cardenal Stanislaw Rylko, monseñor Josef Clemens y monseñor Filippo Iannone.

En la homilía Francisco ha dado tres ideas clave: alegría, cruz y jóvenes. La alegría - ha explicado - es la que procede de abrazar la cruz de Jesús. "La nuestra es una alegría que no nace por tener muchas cosas, sino que nace por haber encontrado a una Persona: Jesús". Ha pedido a los presentes  que no se dejen robar la esperanza que da Jesús. Sobre la cruz ha explicado que "es precisamente aquí donde resplandece su ser rey según Dios: su trono regio es el madero de la cruz". A los jóvenes les ha dedicado también unas palabras especialmente hoy que desde hace 28 años en el domingo de Ramos se celebra la Jornada de la Juventud. Les ha animado a "prepararse espiritualmente" para el encuentro de este verano en Río de Janeiro. También ha dicho de los jóvenes que "nos traéis la alegría de la fe y nos decís que tenemos que vivir la fe con un corazón joven, siempre, incluso a los setenta, ochenta años". Ha continuado diciendo a los jóvenes que tienen que proclamar que "es bueno seguir a Jesús, es bueno ir con Jesús, es bueno el mensaje de Jesús, es bueno salir de sí mismo a las periferias del mundo y de la existencia para llevar a Jesús".

Al finalizar, Francisco ha rezado el Ángelus y deseado "buen camino" en varias lenguas a los jóvenes con los que se encontrará en la JMJ de Brasil.

Antes de abandonar la plaza, el papa ha paseado en el jeep entre los pasillos de la plaza saludando a los fieles, tomando en brazos y besando a niños y bendiciendo a enfermos. Incluso en algunos momentos se detenía unos instantes para hablar con los peregrinos de todo el mundo reunidos hoy en la plaza. 

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El papa pide a la Virgen Dolorosa que ampare a quien vive situaciones difíciles
Palabras del papa en el Ángelus de hoy

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas

Al terminar esta celebración, invoquemos la intercesión de la Virgen María para que nos acompañe durante la Semana Santa. Que ella, que siguió con fe a su Hijo hasta el Calvario, nos ayude a caminar tras él, llevando con serenidad y amor su cruz, para llegar a la alegría de la Pascua. Que la Virgen Dolorosa ampare especialmente a quien está viviendo situaciones particularmente difíciles, recordando en especial a los afectados por la tuberculosis, pues hoy se celebra el Día mundial contra esta enfermedad. Os encomiendo a María, ante todo a vosotros, queridos jóvenes, y vuestro itinerario hacia Río de Janeiro.

¡Buen camino a todos!

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No os dejéis robar la esperanza que nos da Jesús
Homilía del santo padre en el Domingo de Ramos

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - A las 9.30 de hoy el santo padre Francisco ha presidido en la plaza de San Pedro la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor. Al centro de la plaza, en el obelisco, el papa ha bendecido los ramos y al terminar la procesión con la que alcanza el sagrato, celebra la Santa Misa de la Pasión del Señor. Publicamos a continuación la homilía que el santo padre ha pronunciado después de la proclamación de la Pasión del Señor según Mateo.

*****

Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompañan festivamente, se extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto» (Lc 19,38). Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha mostrado el rostro de misericordia de Dios, se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma. Este es Jesús. Este es su corazón que nos mira a todos, que mira nuestras enfermedades, nuestros pecados. Es grande el amor de Jesús. Y ahora entra en Jerusalén con este amor, y nos mira a todos. Es una bella escena, llena de luz, la luz del amor de Jesús, de alegría, de fiesta.

Al comienzo de la Misa, también nosotros la hemos repetido. Hemos agitado nuestras palmas. También nosotros hemos acogido a Jesús; también nosotros hemos expresado la alegría de acompañarlo, de saber que nos es cercano, presente en nosotros y en medio de nosotros como un amigo, como un hermano, también como rey, es decir, como faro luminoso de nuestra vida. Jesús es Dios y se ha rebajado a caminar con nosotros. Es nuestro amigo, nuestro hermano. Aquí nos ilumina en el camino. Y así hoy lo hemos acogido. Y esta es la primera palabra que quiero deciros: alegría. No seáis nunca hombres, mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer nunca por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino que nace de haber encontrado a una persona, Jesús; que está en medio a nosotros, nace del saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables y ¡hay tantos! Y en este momento viene el enemigo, el diablo enmascarado de ángel tantas veces e insidiosamente nos dice su palabra. No lo escuchéis, sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y por favor, no os dejéis robar la esperanza, no os dejéis robar la esperanza que nos da Jesús.

Y la segunda palabra. ¿Por qué Jesús entra en Jerusalén? O, tal vez mejor, ¿cómo entra Jesús en Jerusalén? La multitud lo aclama como rey. Y él no se opone, no la hace callar (cf. Lc 19,39-40). Pero, ¿qué tipo de rey es Jesús? Mirémoslo: montado en un pollino, no tiene una corte que lo sigue, no está rodeado por un ejército, símbolo de fuerza. Quien lo acoge es gente humilde, sencilla. Que tiene el sentido de ver en Jesús algo más. Que dice este es el Salvador. Jesús no entra en la Ciudad Santa para recibir los honores reservados a los reyes de la tierra, a quien tiene poder, a quien domina; entra para ser azotado, insultado y ultrajado, como anuncia Isaías en la Primera Lectura (cf. Is 50,6); entra para recibir una corona de espinas, unacaña, un manto de púrpura: su realeza será objeto de burla; entra para subir al Calvario cargando un madero. Y, entonces, he aquí la segunda palabra: cruz. Jesús entra en Jerusalén para morir en la cruz. Y es precisamente aquí donde resplandece su ser rey según Dios: su trono regio es el madero de la cruz. Pienso en lo que Benedicto XVI decía a los cardenales: sois príncipes, pero de un Rey crucificado. Ese es el trono de Jesús. Jesús toma sobre él. ¿Por qué la cruz? Jesús toma sobre sí el mal, la suciedad, el pecado del mundo, también el nuestro, el de todos nosotros y lo lava, lo lava con su sangre, con la misericordia, con el amor de Dios. Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas inflige el mal a la humanidad! Guerras, violencias, conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero, que después ninguno lo puede llevar con sí, debe dejarlo. Mi abuela nos decía a nosotros niños, "el sudario no tiene bolsillos". Amor al dinero,  poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación. Y también, cada uno de nosotros lo sabe y lo conoce, nuestros pecados personales: las faltas de amor y de respeto a Dios, al prójimo y a toda la creación. Jesús en la cruz siente todo el peso del mal, y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su resurrección. Este es el bien que Jesús nos hace a todos nosotros sobre el trono de la cruz. La cruz de Cristo abrazada con amor nunca lleva la tristeza, sino la alegría, la alegría de ser salvados y de hacer un poco de lo que ha hecho Él el día de su muerte .

Hoy están en esta plaza tantos jóvenes: desde hace 28 años, el Domingo de Ramos es la Jornada de la Juventud. Y esta es la tercera palabra: jóvenes. Queridos jóvenes, os imagino haciendo fiesta en torno a Jesús, agitando ramos de olivo; os imagino mientras aclamáis su nombre y expresáis la alegría de estar con él. Vosotros tenéis una parte importante en la celebración de la fe. Nos traéis la alegría de la fe y nos decís que tenemos que vivir la fe con un corazón joven, siempre, incluso a los setenta, ochenta años. Con Cristo el corazón nunca envejece. Pero todos sabemos, y vosotros lo sabéis bien, que el Rey a quien seguimos y nos acompaña es un Rey muy especial: es un Rey que ama hasta la cruz y que nos enseña a servir, a amar. Y vosotros no os avergonzáis de su cruz. Más aún, la abrazáis porque habéis comprendido que la verdadera alegría está en el don de sí mismo y que Dios ha triunfado sobre el mal precisamente con el amor. Lleváis la cruz peregrina a través de todos los continentes, por las vías del mundo.La lleváis respondiendo a la invitación de Jesús: «Id y haced discípulos de todos los pueblos» (Mt 28,19), que es el tema de la Jornada Mundial de la Juventud de este año. La lleváis para decir a todos que, en la cruz, Jesús ha derribado el muro de la enemistad, que separa a los hombres y a los pueblos, y ha traído la reconciliación y la paz. Queridos amigos, también yo me pongo en camino con vosotros, desde hoy sobre las huellas del beato Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ahora estamos ya cerca de la próxima etapa de esta gran peregrinación de la cruz. Aguardo con alegría el próximo mes de julio, en Río de Janeiro. Os doy cita en aquella gran ciudad de Brasil. Preparaos bien, sobre todo espiritualmente en vuestras comunidades, para que este encuentro sea un signo de fe para el mundo entero. Los jóvenes deben decirle al mundo: es bueno seguir a Jesús, es bueno ir con Jesús, es bueno el mensaje de Jesús, es bueno salir de sí mismo a las periferias del mundo y de la existencia para llevar a Jesús. Tres palabras: alegría, cruz, jóvenes. 

Pidamos la intercesión de la Virgen María. Ella nos enseña el gozo del encuentro con Cristo, el amor con el que debemos mirarlo al pie de la cruz, el entusiasmo del corazón joven con el que hemos de seguirlo en esta Semana Santa y durante toda nuestra vida. Amén. 

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La pulsera amarilla del papa Francisco
El Año de la Fe, la Cuaresma, y África

Por Anne Kurian

ROMA, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El cardenal Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban, en Sudáfrica, franciscano, le ofreció dos pulseras amarillas al papa Francisco hace una semana, el viernes, 15 de marzo, en su primer encuentro como papa con el colegio cardenales en la sala Clementina del Vaticano, dos días después de la fumata blanca. El papa inmediatamente se puso una de las pulseras en su muñeca derecha.

Un gesto que el papa Francisco mismo explicó durante la comida, los siguientes días, retirando su pulsera para mostrársela a los cardenales sentados a la mesa con él les explicó su origen, según declaró el cardenal Napier a Radio Vaticano.

Hace un año o dos, un sacerdote de su diócesis deseó crear un objeto simbólico para el tiempo de Cuaresma: "algo para recordar a aquellos que lo llevarían asumir un compromiso especial por Cuaresma, y para recordarles su compromiso".

Se optó por una banda negra y una banda púrpura, con la palabra Sacrificium impresa, porque "era así como se presentaba nuestra campaña de Cuaresma: haz un sacrificio, da a los pobres", precisa el cardenal.

Después se abrió el Año de la Fe y el sacerdote preguntó al cardenal, si debía continuar con esta iniciativa, a lo que el cardenal respondió: "Adelante". Para señalar este año especial, la pulsera es amarilla y presenta las palabras "Credo Domina-creo, Señor", con los símbolos del pez y de la cruz.

Además, añade el cardenal, la pulsera se da con una tarjeta "que presenta por una cara una oración para el Año de la fe, pidiéndole a Dios que nos ayude a hacer las cosas que debemos hacer para renovar verdaderamente nuestra fe, y por la otra, un formulario de compromiso para hacer estas cosas necesarias".

Traducido del francés por Raquel Anillo

La pulsera se distribuye en la parroquia San José de Durban (http://www.stjoseph.co.za).

Para saber más: http://www.catholic-dbn.org.za.

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Primeros signos del papa Francisco
Una forma diferente de presidir la Iglesia

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos a los lectores la habitual colaboración del obispo de San Cristóbal de Las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel que continúa sus comentarios sobre la novedad que está viviendo la Iglesia en este momento de gracia.

*****

SITUACIONES

Gratas sorpresas nos ha dado el Espíritu Santo con la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como 265 Sucesor de Pedro. Destacan los motivos para escoger el nombre de Francisco, y sus primeros cambios en los protocolos; no lo hace por pose publicitaria, sino que son su modo de ser. Reflejan el estilo pastoral de nuestra América Latina. No pretende romper costumbres y tradiciones sólo por romperlas, ni es acusación contra estilos de papas anteriores, sino que es una forma diferente de presidir la Iglesia.

¿Promoverá este Papa la anhelada reforma de la Iglesia? Esta ya empezó con el Concilio Vaticano II, hace cincuenta años, aunque falta continuarla en algunos puntos. Pero si algunos siguen suponiendo que dicha reforma implica cambiar las leyes y las actitudes de la Iglesia ante el celibato sacerdotal, ante el aborto, ante el sacerdocio femenino, ante la estructura jerárquica, se van a decepcionar.

ILUMINACION

El nuevo Papa ya nos empezó a trazar algunas líneas de lo que considera necesario tener en cuenta. Señalo sólo algunas. En primer lugar, su insistencia en que el centro de la Iglesia es Jesucristo, no el Papa: “Si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG asistencial, pero no en la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la mente la frase de Léon Bloy: “Quien no reza al Señor, ora al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio”.

Todos juntos, pastores y fieles, nos esforzaremos por responder fielmente a la misión de siempre: llevar Jesucristo al hombre y conducir al hombre al encuentro con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, realmente presente en la Iglesia y contemporáneo de cada hombre”. “Cristo es el Pastor de la Iglesia, pero su presencia en la historia pasa a través de la libertad de los hombres: entre estos, uno viene elegido para servir como su Vicario, Sucesor del Apóstol Pedro, pero Cristo es el centro, no el Sucesor de Pedro: es Cristo. Cristo es la referencia fundamental, el corazón de la Iglesia. Sin Él, Pedro y la Iglesia no existirían ni tendrían razón de ser. Como ha dicho en varias ocasiones Benedicto XVI, Cristo está presente y conduce a su Iglesia. En todo lo que sucede el protagonista es, en última instancia, el Espíritu Santo. Él ha inspirado la decisión de Benedicto XVI por el bien de la Iglesia; Él ha dirigido en la oración y en la elección a los cardenales”.

Cuando ponemos en el centroa Cristo, la cosa va…Pero algunos lo marginan, lo ocultan, lo presuponen, no lo consideran el punto central de referencia para asumir criterios y actitudes. Nos dejamos aprisionar por los criterios de este mundo…

En segundo lugar, la naturalidad con que da a los pobres la preferencia que Dios mismo les tiene: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!” Y entiende su servicio como “abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado”.

En tercer lugar, la conciencia ecológica: “Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, un hombre que ama y cuida la creación. En este tiempo no tenemos una relación tan buena con la creación, ¿verdad? Custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos”.

Quisiera pedir, por favor, a todos: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”.

COMPROMISOS

La reforma espiritual y estructural depende de todos. Si nosotros, que somos la Iglesia, no nos renovamos y no nos convertimos más al Evangelio, es poco lo que un Papa puede hacer.

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El papa Francisco purifica a la Iglesia

Por Emiliano Hernández

MADRID, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Muchos han sido los gestos que ha realizado el Santo Padre Francisco durante estos primeros días de su papado para hacernos  una idea de cuáles pueden ser las líneas maestras de su pontificado; pero si nos fijamos fundamentalmente en los hechos, el que verdaderamente destaca es el de la bendición posterior a la «fumata blanca» realizada desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, en la cual quiso incluir la indulgencia plenaria para todos aquellos católicos que la siguieran a través de cualquier medio comunicación.

Teniendo presente que actualmente en el mundo se contabilizan un número aproximado de 1.200 millones de católicos, nos podemos hacer una idea de la magnitud del suceso. No obstante, no estará de más recordar el significado que para un católico tiene la indulgencia, no vaya ser que gran parte del equívoco de no haber valorado esta acción en su justa medida se deba a la ignorancia del verdadero significado de este tesoro que administra la Iglesia.

Por desgracia, hoy día se puede decir que este desconocimiento no es visto en muchos ámbitos como una laguna importante en nuestra formación religiosa; es más, en algunos casos, se intenta obviar  dicha carencia de manera consciente hasta en los mismos procesos catequéticos, reforzando de esta manera el halo oscurantista que las indulgencias gozan desde tiempos de Lutero.

La indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por absolución. El hombre debe ser progresivamente «sanado» con respecto a las consecuencias negativas que el pecado ha producido en él y que la tradición teológica llama «penas» y «restos» del pecado. A primera vista, nos decía Juan Pablo II, “hablar de penas después del perdón sacramental podría parecer poco coherente. Con todo, el Antiguo Testamento nos demuestra que es normal sufrir penas reparadoras después del perdón. El amor paterno de Dios no excluye el castigo, aunque éste se ha de entender dentro de una justicia misericordiosa que restablece el orden violado en función del bien mismo del hombre (cf. Hb 12, 4-11). En ese contexto, la pena temporal expresa la condición de sufrimiento de aquel que, aun reconciliado con Dios, está todavía marcado por los «restos» del pecado, que no le permiten una total apertura a la gracia”.

Del concepto propio de indulgencia y de la falta de su adecuada comprensión se desprende una desafección inmediata de muchos fieles por estas medidas de gracia que imparte la Iglesia. El castigo es visto en nuestros días como algo contrario a la misericordia, y eso a pesar de que la tradición teológica nos señala que el amor de Dios nunca debería dar al mismo por excluido.  

Esta interpretación mundanizada de lo que es la misericordia de Dios es la etiología de importantes patologías espirituales, empezando por la mayor y principal de ellas: mantenernos apartados del gozo y de la presencia de Dios más tiempo.

El lenguaje crea palabras, y en cada época de la historia algunas de ellas se cargan de un desprestigio especial de forma que nadie osa ponerlas en tela de juicio, son las denominadas “palabras malditas”. Palabras tales como castigo, censura, discriminación y un largo etc. que son capaces de desprestigiar a cualquier concepto al que se le avecinen. Es lo que ocurre, a fin de cuentas, con la asociación indulgencia-castigo. Acto seguido, es natural, que surjan las preguntas, ¿quién es la Iglesia para no otorgarme un perdón que ya Dios me ha concedido?, ¿quién es ella para liberarme de un castigo que para mí nunca ha existido?; entonces, en ese preciso momento, ya todo estará perdido, el Maligno habrá ganado definitivamente su batalla, que no es otra que mantenernos alejados del amor de Dios a través de la mentira, la falsedad y el engaño.

Para muchas otras personas, todos estos prejuicios no sólo servirán para alejarles de Dios, sino que serán un obstáculo para su salvación; vienen enseguida a la memoria las dificultades que experimentó Paul Claudel antes de su conversión debido a un mal entendimiento de lo que de verdad representa el sacramento de la penitencia o la ofuscación que el famoso actor Alex Guinnes encontró en las indulgencias como freno a su entrada definitiva en la Iglesia Católica.

La realidad es que para los fieles las indulgencias pueden representar un acercamiento ininteligible a las realidades sagradas. Quizás para muchos de ellos resultaría más gráfico recordar la clásica ejemplificación del alma como una pared blanca en el momento del bautismo. Conforme pasa el tiempo, esa pared, se desgasta. Es más, un buen día se decide colgar un cuadro y ese cuadro implica que utilices un martillo y su respectivo clavo. El cuadro, con el tiempo, se podrá quitar, cambiar de lugar, etc., pero el agujero, una vez extraído el clavo,  queda y “deforma” esa pared lisa y bella. También tu alma se deforma cuando cometes una falta que te aleja de la amistad con Dios, que es el pecado. Pero existe el sacramento de la confesión, te arrepientes, dices tus pecados al sacerdote y Dios a través de él te perdona. Tu pared ya no tiene clavo, pero si un agujero. O sea, el pecado que realizaste y que ya te fue perdonado no tiene culpa, sino pena. Entonces, se busca un poco de yeso y pintura para resanar tu alma. Esto es precisamente la indulgencia; y es a través de la comunión de los santos como se  purifica a toda esa iglesia purgante que espera en la antesala del cielo gozar definitivamente de Dios.

Esta purificación de la Iglesia fue la que solicitó San Francisco de Asís en Perusa al papa Honorio III, para que todo el que, contrito y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula --donde el santo oyó la llamada de Jesús para que eligiera una vida de absoluta pobreza- ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. Es la misma purificación que el Papa Francisco ha pedido para su Iglesia en su primera bendición como papa. Impartiendo la indulgencia plenaria para cientos de millones de católicos el Santo Padre ha encontrado yeso y pintura abundante para continuar sanando el alma de la Iglesia.

Las indulgencias nos ayudan a comprender que sólo con nuestras fuerzas no podremos reparar el mal realizado y que los pecados de cada uno dañan a toda la comunidad Iglesia. Éste es el gran don que nos ha otorgado el papa Francisco con su primera bendición. Éste ha sido el primer acto de purificación de la Iglesia en su recién estrenado pontificado: la concesión de la indulgencia plenaria, prueba del amor y misericordia de Dios, prueba también de Su inmensa justicia.

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Familia


Más de cien mil personas en marcha por la vida en Lima
Autoridades políticas, líderes de opinión, artistas, deportistas, líderes religiosos de distintas confesiones se sumaron a esta iniciativa

Por Redacción

LIMA, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Mas de 100 mil personas marcharon por las principales calles de la ciudad de Lima, declarando públicamente la importancia de defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y el rechazo total al aborto, con ocasión de la Gran Marcha por la Vida - Lima 2013: protegiendo el futuro, que tuvo lugar ayer  23 de marzo. Durante la marcha, se recogieron firmas para promover la ley que protege a los niños por nacer.

“El Estado debe defender la vida, protegerla y de dejar de lado un lenguaje falso en el que “diciendo que protegen la salud”, buscan la manera de eliminar las vidas. Digamos ¡no! a ese lenguaje que tantas veces tiene trampa, protejamos la familia y la vida con claridad”, señaló el cardenal Juan Luis Cipriani, durante el evento.

“Nos extraña mucho cómo el Tribunal Constitucional de una manera lamentable ha querido dejar desprotegidos a la juventud, al despenalizar esas relaciones de los mayores con los jóvenes, una aberración muy profunda que no debemos permitir ni debemos dejar así, hay que modificar esa decisión”, añadió.

En otro momento, agradeció a las miles de personas de todos los credos que se sumaron a esta iniciativa.

“Estamos todos aquí para decirle sí a la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. Estamos aquí unidos a Dios para decirle ¡no! a ese asesinato, a esa acción demoniaca del aborto, ¡no al aborto!”, refirió el Arzobispo de Lima.

"Hoy en el mundo entero se da una batalla para defender la vida, para defender el matrimonio cristiano, para defender la familia, ¡son valores no negociables! Al mismo tiempo, queremos agradecer a nuestros padres y abuelos, que tuvieron la generosidad de colaborar con Dios en la procreación de cada uno de nosotros. Desde aquí decimos con toda humildad que en Latinoamérica se defiende la vida", prosiguió.

En otro momento, el Cardenal Cipriani reconoció a todas las autoridades, que en el año 2002, participaron en la promulgación de la Ley que declara el 25 de marzo el Día del Niño por Nacer, en Perú.

Finalmente, manifestó que el santo padre Francisco es un firme defensor de la vida, por todo ello pidió estar muy unidos al papa.

“Tenemos en el papa Francisco a un defensor de la vida. Es una alegría y gran responsabilidad el que la Iglesia hoy tenga a un santo padre de este continente, eso significa que debemos vivir una vida coherente con nuestros principios”, señaló.

Gran Marcha por la Vida

Este año, la Marcha por la Vida comenzó en la Av. de la Peruanidad (Campo de Marte) a las 9.00 de la mañana, donde miles de personas se sumaron a esta iniciativa, entre jóvenes, adultos, madres embarazadas y niños, quienes marcharon con pancartas, polos alusivos, y con frases alentadoras para celebrar la fiesta de la vida. Numerosos jóvenes universitarios y niños de colegios participaron con entusiasmo coreando vivas a favor de la vida.

También participaron reconocidas personalidades de la vida política, cultural y de la televisión y todos aquellos que comparten la causa de la defensa de la vida desde el primer instante de la concepción hasta la muerte natural, sin distinción de credos.

Con cantos y barras a favor de la vida progresivamente avanzó la marcha por la Av. Salaverry, deteniéndose en la Sede de la Nunciatura Apostólica, donde Monseñor James Patrick Green saludó esta iniciativa en defensa de la vida. Los organizadores de la marcha entregaron una carta al nuncio apostólico en donde manifiestan su unidad, cariño y felicitación al santo padre Francisco, por su reciente nombramiento, y comprometiéndose a ser los defensores de la vida en el Perú, a ejemplo de Cristo.

Luego, se prosiguió por la Av. Salaverry, volteando por la Calle Prescott, girando en la Av. César Vallejo, hasta llegar al Parque Mariscal Castilla en Lince, donde el Cardenal Juan Luis Cipriani dirigió un mensaje de agradecimiento a los miles de fieles presentes.

La Gran Marcha por la Vida Lima 2013: "Protegiendo el futuro" concluyó con un concierto artístico musical, donde Sandra Muente, interpretó la canción oficial "Vengo a cuidar de ti".

Datos sobre la marcha por la Vida

En el Perú, la marcha se lleva a cabo todos los años dentro del marco del Día del Niño por Nacer (25 de marzo). Como se recuerda, en el año 2002 el Congreso de la República del Perú aprobó la Ley Nº 27654 en que se reconoce el 25 de marzo como el Día del Niño por Nacer, en la que se afirma la defensa del concebido como sujeto de derecho, tal y como se reconoce en la Constitución Política del Perú.

Para mayor información visitar:

www.marchaporlavidalima.org

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Diego José de Cádiz
«Apóstol de la misericordia»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - José Francisco López-Caamaño y García Pérez nació en Cádiz el 30 de marzo de 1743. Pertenecía a una ilustre familia. Su madre murió cuando él tenía 9 años y se estableció en la localidad gaditana de Grazalema con su padre. Cursó estudios con los dominicos de Ronda, Málaga. Pero a los 15 años eligió a los capuchinos de Sevilla, venciendo su rechazo a la vida religiosa, y a esta Orden en particular, para tomar el hábito y nombre con el que iba a ser encumbrado a los altares. Dejando atrás la cierta aversión inicial al compromiso que estableció, años más tarde, al referirse retrospectivamente a su vocación se aprecia cuánto había cambiado. Puede que ni recordase el peso de sus emociones de adolescente cuando escribió: «Todo mi afán era ser capuchino, para ser misionero y santo». En 1766 fue ordenado sacerdote. Le acompañaba único anhelo: alcanzar la santidad. Quería ser un gran apóstol sin excluir el martirio. Y dejó constancia de ello: «¡Qué ansias de ser santo, para con la oración aplacar a Dios y sostener a la Iglesia santa! ¡Qué deseo de salir al público, para, a cara descubierta, hacer frente a los libertinos!... ¡Qué ardor para derramar mi sangre en defensa de lo que hasta ahora hemos creído!». Pero el camino de la santidad generalmente Dios no se lo pone fácil a sus hijos. Durante unos años las oscilaciones en su vida espiritual fueron habituales, hasta que sufrió una radical transformación con la gracia de Cristo. Ello no le libró de experiencias que suelen presentarse en el itinerario que conduce a la unión con la Santísima Trinidad. Pasó por contradicciones y oscuridades. Fueron frecuentes sus luchas contra las tentaciones de la carne y tuvo que combatir brotes de apatía en el cumplimiento de su misión, entre otras muchas debilidades que afrontó y superó. Nadie, solo Dios, sabía de las pugnas interiores de este gran apóstol, cuya entrañabilidad y peculiar sentido del humor era especialmente apreciado en las distancias cortas.

Desde 1771 y durante treínta años su actividad en misiones populares se extendió por casi toda la geografía española. Sus grandes dotes de oratoria y elocuencia pasadas por la oración obraban prodigios en las gentes a través una predicación de la que se ha subrayado, además de su rigor, la sencillez y dignidad. Su contribución fue inestimable en un período marcado por el regalismo y el jansenismo que estaban en su apogeo. Como tantas veces sucede al juzgar a mentes preclaras, y más con la hondura de vida del beato, las valoraciones no son siempre benevolentes. Cuando únicamente se examinan sus pasos desde un punto de vista racional, apelando a un análisis histórico frecuentemente cargado de prejuicios, como algunos críticos han hecho, queda en la penumbra lo esencial: su grandeza espiritual y excepcionales cualidades puestas al servicio de la fe y de la Iglesia en momentos de indudable dificultad. Tratando de la oratoria religiosa, el gran Menéndez y Pelayo lo situó detrás de san Vicente Ferrer y de san Juan de Ávila. Y es que Diego José promovía una profunda renovación espiritual en su auditorio. Llegó a predicar en la corte. Sus palabras tuvieron gran influjo en la vida pública y también en la religiosa. Junto con la instrucción doctrinal que proporcionaba, impartía conferencias a hombres, mujeres y niños de toda condición social. Les alentaba con la celebración de la penitencia y el rezo público del Santo Rosario. Suscitaba emociones por igual en plebeyos, clérigos e intelectuales. Su fama le precedía y la muchedumbre que se citaba para oírle no cabía en las grandes catedrales. Tenía que hablar al aire libre durante varias horas, a veces, a cuarenta y hasta a sesenta mil personas, que le consideraban un «enviado de Dios».

Ese imponente despliegue de multitudes que acudían a él enfervorecidas pone de manifiesto que los integrantes de la vida santa han sido los verdaderos artífices de las redes sociales. Un entramado de seguidores con alta sensibilidad –que muchos hoy día querrían para sí–, supieron identificar la grandeza de Dios que rezuma una belleza inigualable en las palabras de este insigne apóstol. Fueron tres décadas de intensa dedicación llevando con singular celo la fe más allá de los confines de Andalucía en los que era bien conocido. Aranjuez, Madrid, poblaciones de Toledo y de Ciudad Real, Aragón, Levante, Extremadura, Galicia, Asturias, León, Salamanca, incluso Portugal y otras, fueron recorridas a pie por este incansable peregrino que impregnó con la fuerza de su voz, avalada por una virtuosísima vida, el corazón de las gentes. Una gran mayoría en su época lo consideró un «nuevo san Pablo». Penitencia y oración continua fueron sus armas apostólicas, mientras su cuerpo se estremecía bajo un rústico cilicio. Si hubiera contado con los medios y técnicas que existen en la actualidad sus conquistas para Cristo superarían lo imaginable.

Era un gran devoto de María bajo la advocación de la Divina Aurora, de la que fue encendido defensor. Fue agraciado con carismas extraordinarios como el don de profecía y numerosos milagros que efectuaba con su proverbial sentido del humor y el gracejo andaluz que poseía. Su correspondencia epistolar, sermones, obras ascéticas y devocionales son incontables. Se le ha conocido como el «apóstol de la misericordia». Murió en Ronda el 24 de marzo de 1801 cuando se hallaba en un proceso ante la Inquisición donde fue llevado por quienes no supieron identificar en él al santo que fue. Le cubrieron con penosos signos de ingratitud que desembocaron en una injusta y humillante persecución. Por encima de los ciegos juicios humanos Dios ya le había reservado la gloria eterna. Fue beatificado por León XIII el 22 de abril de 1894.

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Espiritualidad


Monseñor Mario del Valle: Somos ministros de y para la comunión
Sacerdotes tachirenses renuevan sus promesas en Misa Crismal

Por Redacción

SAN CRISTóBAL, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Este sábado se llevó a cabo en el atrio de la Catedral de San Cristóbal la Misa Crismal, con esta actividad se inicia formalmente la Semana Santa en la Diócesis de San Cristóbal, Venezuela, donde se congregan todos los sacerdotes del estado Táchira junto al obispo, monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez.

Al inicio de la celebración eucarística se escuchó un saludo del papa Benedicto XVI, y a la vez fue desplegada una gigantografía con la imagen del papa Francisco quien muestra en su gesto un saludo con su sonrisa resplandeciente que lo ha caracterizado.

Monseñor Moronta inició su homilía resaltando lo bonito que es poder comprobar que los sacerdotes asistan en peregrinación a la Catedral, “a renovar tanto nuestra fe como nuestros compromisos sacerdotales; qué hermoso es sentir la presencia de tantos hermanos, fieles cristianos laicos y religiosas que nos acompañan”.

"Qué hermoso es compartir con el pueblo de Dios una de las mayores riquezas de nuestra Iglesia local: su presbiterio" agregó.

Esta celebración contó con la animación musical del coro diocesano, el cual lo integra los coros parroquiales de: Nuestra Señora de Coromoto, Nuestra Señora de la Consolación y san Juan Nepomuceno, dirigido por los sacerdotes José Lucio León y Salvador Castillo.

De igual forma, monseñor Moronta enfatizó que los sacerdotes en primer lugar han sido elegidos para hacer llegar la gracia a nuestros hermanos, por tanto, su ministerio apunta a esto. “No se puede reducir a determinadas actividades; sino que todo lo que hacemos debe manifestar nuestro ser; es decir realizar el servicio sacerdotal que permite a todos ir alcanzando el encuentro con el Señor y la plenitud de la vida de gracia. Entonces, seremos mediadores de esa gracia que Dios da. No la inventamos. La gracia no es una especie de recurso psicológico que damos a los demás”.

En segundo lugar, el sacerdote es ser hombres de Dios que vivimos la experiencia de la gracia en todo tiempo y lugar. La gracia es algo que debe estar manifestándose en cada uno de sus actos. “El día de nuestra ordenación fuimos advertidos con seriedad sobre este asunto, cuando el obispo, al entregarnos el cáliz y la patena, nos dijo ‘Imiten lo que tratan’”.

En tercer lugar, “somos hombres de Iglesia. Al serlo, debemos tener muy presente que somos ministros de y para la comunión. Ministros de la comunión con Dios mismo que nos da su gracia; de la comunión con el obispo y los hermanos sacerdotes, con quienes hemos de vivir la vocación a la santidad; con el pueblo de Dios, del cual somos ministros”.

"Somos ministros para la comunión, es decir, para mantener vivo el encuentro de comunión con el Señor Jesús; para manifestarlo en nuestros actos con los hermanos en la fe; para edificar la unidad, superando lo que nos pueda dividir. Para ello, no olvidemos que somos servidores de la Palabra  y de la Eucaristía" resaltó.

Dirigiéndose a todos los fieles presente en este acto litúrgico dijo “delante de ustedes está este grupo numeroso de sacerdotes. Los ojos de ustedes están como los de aquellos fieles en la sinagoga que miraban a Jesús, puestos o dirigidos hacia ellos. Véanlos con el cariño y el amor de todo cristiano. Están al servicio de ustedes”.

"Renuevan sus compromisos y promesas para reafirmar que quieren seguir siendo testigos para ustedes. Son hombres de fe y la comparten con ustedes, desde la dimensión del ministerio sacerdotal. Les pido encarecidamente que oren por ellos para que sean fieles, cada día más, a la llamada que Dios les hizo y a la respuesta que ellos le siguen dando" enfatizó.

Finalizando la predica, el Obispo señaló que “en este Año de la Fe también han sido llamados a cruzar por la Puerta, que es Cristo. Les ayudarán siempre a atravesar esa puerta de la Fe. Es un hermoso regalo de Dios para nosotros: saber que contamos con su ayuda y su ministerio para poder tener la gracia y así poder ser confirmados permanentemente en nuestra fe”.

“Pidámosle a Dios que los mantenga fieles con el amor primero, el de la vocación y la respuesta, que no se contaminen con los criterios del mundo. Manifestemos que vemos en ellos a Jesucristo, del cual son testigos para nuestra fe con un fuerte y caluroso aplauso”.

Además de la renovación de los compromisos sacerdotales, el Obispo bendijo el óleo de los catecúmenos, de los enfermos, y consagró el Santo Crisma que serán utilizados en la administración de los sacramentos del bautismo, confirmación, unción de los enfermos y orden en las diversas parroquias de la Diócesis de San Cristóbal.     

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La vida del cristiano es una vida vivida en Cristo
Reflexión sobre la Semana Santa del arzobispo de la Plata, Héctor Aguer

Por Redacción

LA PLATA, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, Argentina, dedicó su reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), para compartir reflexiones explicativas del verdadero sentido de este momento religioso excepcional del año.

Publicamos a continuación la reflexión del arzobispo:

Estamos una vez más, como todos los años, en las puertas de la Semana Santa. ¿Qué vamos a celebrar en estos días? Me parece importante comprender que cuando hablamos de Semana Santa quizás estamos fragmentando una realidad que debe enfocarse con un sentido de unidad. 

¿Qué quiero decir con esto? Que la Semana Santa evoca los últimos días de la vida terrena del Señor, que culminan en su muerte en la Cruz y en su Resurrección. Pero quizás esa fragmentación, día por día –Lunes Santo, Martes Santo, Miércoles Santo, Jueves Santo, y así- quizás nos confunde acerca de cual es el objeto de esta celebración, a saber,  la Pascua del Señor. Entonces, tengamos en cuenta la unidad del misterio que vamos a celebrar, que ya se advierte en esta especie de prólogo, de proemio, de preludio que es el Domingo de Ramos.

En el Domingo de Ramos recordamos el ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén, con la bendición de los ramos, la entrada solemne o la procesión, evocando aquel ingreso de Jesús, cuando fue aclamado como Mesías que venía a traer el Reino de Dios. Pero, en seguida, cambia el tono de la celebración porque la Misa es una Misa de la Pasión, en la que se lee completo el relato de la Pasión del Señor. Es el único domingo del año en que se proclama en el Evangelio la Pasión del Señor, que termina con la mención de su sepultura. 

Hay dos fases en el Domingo de Ramos: por un lado la gloria, que es una gloria, al parecer, inmadura, prematura, efímera. Tiene que pasar por la Cruz para hacerse verdadera gloria de Pascua. El Domingo de Ramos es una síntesis de toda la celebración del misterio pascual: por un lado la gloria que nos anticipa la gloria de Pascua. Por eso en la Edad Media a ese domingo se lo llamaba Pascua Florida, porque junto con los ramos se repartían flores y  en la  esperanza de la Pascua verdadera se celebraba esta anticipación pero luego viene la Misa de la Pasión que nos está recordando que a la gloria de la Resurrección, Cristo entró a través de la muerte y que ese es el camino que nos ha abierto a nosotros.

 Es también a través de las dificultades, de los trabajos, de los dolores, incluso a través de las posibles tragedias de esta vida como nosotros nos encaminamos a la felicidad verdadera, a compartir la gloria de Cristo.

Avanzando en la Semana Santa vemos que el núcleo de la celebración anual de la Pascua está en el triduo pascual, que empieza en la tarde del Jueves Santo. Todavía hasta la mañana del Jueves Santo podemos decir que estamos en tiempo de Cuaresma y recién a la tarde de ese día empieza el Triduo Pascual con el recuerdo de la Cena del Señor, la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. 

La primera jornada del triduo pascual es el Viernes Santo, que está todo él centrado en la contemplación de la Cruz, en la muerte de Jesús en la Cruz y en el significado de salvación que tiene la Cruz para nosotros. De ser un sangriento patíbulo la cruz se ha convertido en el árbol de la vida, porque quien estuvo clavado allí, mediante ese sacrificio de su muerte, nos ha conquistado el perdón de los pecados y la vida eterna.

La segunda jornada del Triduo es muy misteriosa; es el Sábado Santo, un día en que, desde el punto de vista litúrgico reina un gran silencio, porque es el día en que Dios estuvo muerto. Notemos bien lo que estamos diciendo: Dios estuvo muerto. Si decimos que Dios se hizo hombre en Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre, podemos decir que Dios estuvo muerto en Jesús. Es el día del gran silencio, en que tenemos que acercarnos, en la medida en que lo podamos, a meditar en lo que Dios llegó a hacer por nosotros al enviar a su Hijo en carne mortal, asumir  la muerte humana para abrirnos camino, a través de la muerte hacia la gloria, hacia la Pascua, hacia la Resurrección.

Culminando el silencio del Sábado Santo, a la noche, entre el sábado y el domingo, porque tiene que ser una celebración nocturna, tenemos la Vigilia Pascual. Vigilia implica estar despiertos, quedarse alerta, estar esperando para celebrar la Resurrección del Señor, que ocurrió en la noche. En la noche brota la luz. El santo día de Pascua prolonga esa alegría que comienza en la noche pero se extiende en la jornada de ese domingo por excelencia, el día que hizo el Señor.

Esto es lo que celebramos en Semana Santa: la Pascua, el paso, el tránsito del Señor, a través de la muerte, hacia la vida. Él fue solo para llevarnos a nosotros consigo;  de allí viene la alegría Pascual: el hecho de que la vida del cristiano, a pesar de todas las dificultades, es una vida  vivida en Cristo Resucitado, de quien nos viene la gracia, la luz, la fortaleza para transformar las penalidades de esta vida y dar testimonio de Él, para trabajar sinceramente para mejorar este mundo.

Esta es la vocación del cristiano. Si bien cada vez que celebramos la Eucaristía , en la misa de todos los días estamos celebrando la Pascua, una vez al año, la representamos de esta manera, mediante esas celebraciones solemnes, para que sensiblemente este hecho, este acontecimiento fundamental de la historia de la humanidad nos impresione de tal manera que comprendamos mejor lo que significa ser cristiano, es decir existir en el Misterio Pascual del Señor, con todas las consecuencias que eso tiene sobre nuestra vida y sobre las de los demás.

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Cientos de fieles acuden al Via Crucis en la ciudad argentina de Itatí
Durante los 9 km de peregrinación rezaron por las intenciones del papa

Por Redacción

ITATí, 24 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Cientos de fieles pidieron por el Papa en Itatí, Argentina. Este viernes pasado, viernes de dolores, se realizó el vía crucis desde el acceso a Itatí hasta la Basílica. Los fieles caminaron nueve kilómetros para celebrar el vía crucis como es tradición, pero en esta oportunidad también caminaron para pedir por las intenciones del Santo Padre Francisco. La peregrinación duró tres horas, fue coordinada por la Escuela Parroquial Luis María Niella, y contó con la presencia de muchas familias del pueblo y otros parajes. Lo que más conmovió fue la gran cantidad de jóvenes que asistieron. El párroco de la basílica de Itatí, el padre Hugo Rubén Camino acompañó la celebración. La cruz que encabezaba la procesión, fue portada durante los nueve kilómetros a pie y sobre hombros, por los fieles que quisieron cargarla. La imagen de la Virgen de los Dolores la trasladaron las mujeres de la legión de María y de la cofradía. El Vía Crucis que se extienden a lo largo de la Ruta Provincial N° 20, de acceso a la localidad de Itatí, había sido inaugurado en la década de los 80. En esta oportunidad el pueblo dio gracias por la elección del papa Francisco, y como él mismo pidió a todos los fieles, también rezaron por sus intenciones y su misión como pastor de la Iglesia en el mundo.

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