“Su beatificación nos llena de gozo”

Rouco: “Juan Pablo II ha sido un testigo del amor misericordioso de Cristo”

“El amor debe ser misericordioso, porque todos necesitamos ser amados”

José Manuel Vidal, 30 de abril de 2011 a las 20:07

 

(J.M.V., Toma).- Rouco ya está en Roma. Y, en la vigilia de la gran fiesta de mañana por la beatificación de Juan Pablo II, ha querido reunirse con los suyos en su parroquia romana de San Lorenzo in Damaso. En una eucaristía de guitarra y banderas, donde ensalzó la figura del Papa Wojtyla como el "testigo del amor misericordioso de Cristo" e invitó a los jóvenes a ser también ellos "testigos del Evangelio de la misericordia". Porque, sin misericordia, "nos perdemos y perdemos el mundo".

Arropado por su sobrino, el obispo de Lugo, monseñor Carrasco Rouco y por sus dos auxiliares, Fidel Herráez y Martínez Camino, el cardenal de Madrid celebró una eucaristía un tanto juvenil y, por lo mismo, desenfadada.

En la homilía, improvisada como en él suele ser habitual, Rouco comenzó explicando a los chavales que en esta parroquia romana "el cardenal es presbítero". Y añadía, "un poco extraño, pero es así. Son las paradojas de la Historia. Ya os lo explicarán las monjas más detalladamente".

Una misa, según Rouco, para celebrar por anticipado "algo que nos llena de gozo": la beatificación de Juan Pablo II. Y para pedirle, tanto al próximo beato como a la Virgen, "que la peregrinación a Roma aproveche a todo Madrid y a toda España".

Y es que, según el cardenal madrileño, la beatificación del Papa Wojtyla va a ser "un signo de fe, de esperanza y de misericordia, porque Juan Pablo II, sobre todo en los últimos años de su vida, subrayó esta virtud de la misericordia".

Y Rouco se pudo a explicarles a los fieles en qué consiste la misericordia. "En la raíz misma del amor está la misericordia", dijo. Y añadía: "El amor debe ser misericordioso, porque todos necesitamos ser amados, que el otro nos ame, que tenga misericordia, que nos perdone, para, así, poder ser cauces e instrumentos del amor de Dios".

A su juicio, el amor misericordioso de Dios es la clave del amor ("cuando no se ama misericordiosamente, no se ama") y de la felicidad para los jóvenes de hoy. Porque "vivimos en unos tiempos en que muchos jóvenes sufren mucho no sólo porque no encuentran trabajo o tienen dificultades en los estudios, sino también porque no saben qué hacer con su alma. Buscan el camino de la felicidad y no lo encuentran".

Y ese camino está en la misericordia, tal y como enseñó Juan Pablo II y, por eso, "puso en marcha las jornadas mundiales de la juventud, cuya próxima edición celebraremos en Madrid". Y Rouco concluyó la homilía animando a los jóvenes a ser "testigos de la misericordia".