La injusta e inasumible subida de la luz exige solución ¡ya!

 

 

Miguel del Río | 20.06.2021


 

 

 

 

 

Las contadas compañías que controlan el sector eléctrico nacional han demostrado, sobradamente, su inoportunidad a la hora de subir tarifas, cuando el país peor está. El enfado social por el precio de la luz no se va esfumar, y el Gobierno es consciente de ello. Se atisba ya una bajada del IVA más alto que se aplica a la factura eléctrica dentro de Europa. Será bien recibido, aunque quedará pendiente lo esencial: ejercer el debido control sobre las actuaciones desmedidas de las grandes multinacionales del sector. Mejor hoy, que mañana.

 

Pese a lo apáticos que para tantas cuestiones somos en este bendito país, el gigantesco subidón de la luz ha calado profundamente en los hogares y, de ahí, ha saltado a la calle. El Gobierno, que estudia medidas que abaraten un poco la energía, lo llama “frustración en la población”. Pero al mismo tiempo, reconoce que en España el suministro de electricidad está en manos de unas pocas empresas, que ejercen un poderoso control sobre el negocio, al acaparar el 60 por ciento de la distribución energética entre la población.

Por eso, mientras se pretende dar urgente solución a tan injusta e inasumible subida (y en momentos tan malos), es como si junto al remedio nos pusieran en sobre aviso de que poco más podrá hacer el Gobierno, que en estos momentos estudia una bajada del IVA en la factura de la luz, pero nadie asegura que este gasto siga aumentando en los próximos meses.

Lo del IVA eléctrico ya se tenía que haber rebajado hace tiempo, porque el nuestro es el más alto de la Unión Europea, en contraste con Irlanda (13, 5%), Italia (10%), Luxemburgo (8%), Grecia (6%) o Francia (5,5%). Portugal, nuestro vecino, lo recortó en el año 2019 del 23 al 6%, mientras España se ha dormido en los laureles, hasta el hachazo actual a la cada vez más escuálida economía familiar, que paga tan alto precio por las materias primas más esenciales, como supone tener una electricidad asequible en cada casa, porque se pueda utilizar en el frio invierto o para airearse con el ventilador en el caluroso verano.  El periódico Público relató por aquel entonces el ejemplo portugués con un atinado titular: “Portugal baja el IVA de la luz del 23 % al 6% y enseña el camino a España”.

 

“Lo del IVA eléctrico ya se tenía que haber rebajado. Portugal lo recortó del 23 al 6%, mientras España se ha dormido, hasta el hachazo actual”

 

El discurso actual de Gobierno y eléctricas, echándose las culpas,  recuerda en forma y fondo al pasado. Un antes que marca la historia de un país con déficit y dependencia energética, que debería haber hecho los deberes en la materia para facilitar, especialmente a las clases más desfavorecidas, un coste de la electricidad acorde a los sueldos que se ganan. Con las ayudas al alquiler que prestan la mayoría de las autonomías a sus ciudadanos, especialmente a los jóvenes, ahora habrá que añadir el echar una mano para poder abonar la factura de la luz.

Al tiempo, ha sido lamentable cada recomendación dada para poner la lavadora y el lavavajillas a las horas más adecuadas para el ahorro, todas de madrugada, que es cuando se debe dormir y descansar. A nuestro tradicional problema de horarios con respecto al resto de Europa, solo nos faltaba mantenernos despiertos en la madrugada, para planchar la ropa que nos vayamos a poner al día siguiente. Esto no habla nada bien de un país  avanzado. Muy al contrario, recuerda a tiempos de escasez, de recortes y penurias.

De una vez por todas, España debe reconducir lo que es uno de sus más graves problemas. Los que pagan los platos rotos son los ciudadanos, tan preocupados ahora por la economía, el trabajo y el futuro, un contexto suficientemente grave como para no crear más dificultades a las ya existentes. Una de las principales funciones del Gobierno, como guía que es del buen funcionamiento de la economía nacional, es el control de los precios. Las grandes compañías eléctricas, en vez de tanto anuncio televisivo de autobombo y compromiso social, deben dar ejemplo de cómo actuar en cada momento, máxime inmersos en una crisis de reconstrucción y recuperación de tantos sectores. A lo que se ve, el Covid y toda la penuria que ha traído, no parece suficiente lastre como para que no se eleven hasta el disparate precios de suministros tan sensibles como la propia energía.

A la espera de decisiones, parece que volvemos a ser los ciudadanos sobre quienes recae el mayor coste de las crisis. En la del 2008, fue la banca la que cobró un protagonismo nefasto con el multimillonario rescate aportado con el dinero de los impuestos de todos los españoles. En este 2021 se vuelve a hablar de bancos con sus miles de despidos y cierre masivo de sucursales y servicios a los usuarios. Y también de unas pocas compañías eléctricas conocidas por todos, que quieren marcar el ritmo de lo que hay que pagarles al alza como si atravesaran por problemas, cuando el propio Gobierno de España reconoce que los beneficios de estas multinacionales se han disparado hasta cifras mareantes. En sus constantes campañas de publicidad nos quieren vender  todo lo que aportan al conjunto de la sociedad, aunque está más que claro que una cosa es la que se dice y otra muy distinta lo que se hace. Para atajar esa frustración social que preocupa al Gobierno, hay que tomar medidas ¡ya!

 

“Los ciudadanos pagamos el coste de las crisis. En 2008, la banca cobró un protagonismo nefasto. En 2021, unas pocas compañías eléctricas”

 

 

Miguel del Río