El deporte, un siglo más, medalla de honor

 

 

Miguel del Río | 01.09.2019


 

 

Por algo es que las historias más bonitas a recordar suelen tener que ver con el deporte. Será por sus valores, como la solidaridad, el honor o el juego limpio que se busca dentro y fuera de los terrenos de juego. El pesar unánime del mundo deportivo con la familia de Luis Enrique, ante la pérdida de su hija, es la demostración de lo que digo.

 

Con Hitler en el palco principal representando la locura de la supremacía aria, el atleta negro Jesse Owens ganó cuatro medallas de oro en las Olimpiadas de Berlín de 1936. En un 3 de agosto se colgó al cuello la primera, tras su gran carrera en los 100 metros lisos, y al día siguiente regresó al podio como campeón en el salto de longitud. Owens contaría tiempo después que en la consecución de este segundo oro fue esencial una recomendación técnica que le hizo el atleta alemán Luz Long. Sin duda, fue un gran gesto deportivo en lo que suponía romper las cadenas del odio, racismo y totalitarismo ideológico, que trataba de imponer al resto del mundo el nazismo del Holocausto.

Antes de lo de Berlín, Víctor Boin, un ingenioso deportista belga, estuvo realmente acertado cuando en 1920 escribió el primer juramento olímpico con estas bellas palabras: “Tomaremos parte en la Olimpíada, en leal competencia, respetando las reglas que la gobiernan y el deseo de participar en ella con verdadero espíritu deportivo, por el honor de nuestra patria y por la gloria del deporte”. Cuando muchas veces aseguramos que el deporte y los deportistas representan como nadie valores esenciales, tal que el esfuerzo, el respeto o el compañerismo, acertamos de lleno.

En España acaba de apreciarse ese espíritu deportivo. El ex seleccionador nacional de fútbol, Luis Enrique, sufre el mayor mazazo que puede darte la vida como es la pérdida de un hijo o una hija, y al tiempo que experimentas un sincero pesar por esta familia, lo fundes con el orgullo que proporciona que todo el mundo deportivo, de aquí y de fuera, muestre su dolor y condolencias de manera tan unánime. En los buenos, pero también en los malos momentos, el deporte no distingue  entre especialidades y el fair play (juego limpio) se activa instantáneamente, buscando el apoyo y la solidaridad hacia quien lo necesita dentro y fuera del terreno de juego. Para mi edad, recuerdo gestas deportivas inolvidables, así como a los deportistas que las protagonizaron. También ha habido garbanzos negros, los que menos, que crearon por sus trampas y pésimos comportamientos  gran consternación, además de la crítica por el mal ejemplo que dejan a la juventud.

 

“Luis Enrique sufre el mayor mazazo como es la pérdida de una hija, y el mundo deportivo, de aquí y de fuera, muestra su dolor unánime”

 

Y es que los valores que se expresan en la práctica deportiva deberían imitarse en otros campos que nos decepcionan hoy en día, cuando hablamos de malas prácticas dentro de la actividad pública o privada, la economía avariciosa, los negocios de influencia y privilegio, las empresas que hacen con sus productos enfermar o morir a los consumidores, o las políticas de conveniencia capaces de suspender  a todo un Parlamento en su actividad y funciones, como sucede en el Reino Unido, para vergüenza de la democracia que primeramente entonó Aristóteles.

Creo que muchas de las cosas que se hacen ahora representan ambiciones personales, pero no el sentir general que tenemos la mayoría hacia el entendimiento, la prosperidad general, un progreso respetuoso con el medio ambiente y, por supuesto, el compromiso inquebrantable con la paz. Falta espíritu, falta generosidad, y falta unidad, lo que se aprecia actualmente en la ruptura de los tratados comerciales, que aboca a los países más subdesarrollados a no tener futuro alguno. En todo esto, el siglo XXI es un fiasco auténtico, y con las aberraciones que se llevan a cabo, hay pocos ejemplos buenos que destaquen como puede ser el caso del deporte y los deportistas. Está en su ADN, pero como ya ocurrió en el XX, en este nuevo milenio vuelve a ser el deporte el espejo en el que muchos destacados representantes deberían mirarse, en el intento siempre loable de que no todo vale, y que la solidaridad es la medalla de honor que debemos aspirar a colgarnos por actuar siempre mediante comportamientos adecuados. Me lo aplico: Descanse en paz Xana, hija de Luis Enrique Martínez y Elena Cullell, al igual que Anthoine Hubert, piloto de Fórmula 2 que ha perdido la vida en el circuito belga de Spa.

 

“Los valores en la práctica deportiva deberían imitarse por políticas capaces de suspender un Parlamento como sucede en el Reino Unido”

 

 

Miguel del Río