Oído Cocina

 

AVINAGRADOS TRAS UN MOSTRADOR

 

 

Miguel del Río | 27.05.2018


 

 

Administraciones y empresas deberían cuidar expresamente el tipo de trabajadores que sitúan tras un mostrador en el que atender al público. Los ciudadanos, cuando acudimos a que nos presten un servicio, no tenemos porque aguantar malas caras, contestaciones inapropiadas o diversos gestos que nos hacen pensar, al menos a mí, que en ciertos momentos soy más tonto de lo habitual. Particularmente, cuando me ocurre, no tardo ni un segundo en pedir por favor que se me atienda correctamente. Pero pienso también que hay muchas personas que se cortan ante la escena, no solicitan que se respeten sus derechos, y es con este tipo de respetables ciudadanos temerosos ante los que se crecen los malos trabajadores que llevan a cabo una tarea de cara al público.

Son casos generales los que voy a citar a continuación, y por lo tanto no piensen que me he sentido mal atendido en alguno de estos supuestos. Cuando acudes a un hospital, a un ambulatorio, a un juzgado, a una dependencia administrativa, a un banco o a la caja de un hipermercado o punto de atención en unos grandes almacenes. En todos estos momentos nos han de dar una atención amable, no digo ya que extraordinaria ni exquisita, porque no me atrevo a tanto con las cosas que pasan de habitual en este país.

Ya que saco a colación nuestras peculiaridades, pienso que como comprador no tendría porque oír las conversaciones laborales (siempre quejas) con las que me topo de habitual: que si la empresa esto, que si la empresa lo otro, que he pedido una libranza y no me la han concedido, y a fulanito, mira por donde, se la han dado. Seguro que usted también lo ha experimentado en un momento dado, y pasa con las mejores firmas y marcas. Los trabajadores, para ser cada día más profesionales, debemos reciclarnos continuamente, y que nos proporcionen asistir a los cursos necesarios que posibiliten hacerlo mejor, especialmente cuando se trata de atender a otras personas.

Amargados podemos estar todos en un momento dado por nuestros propios problemas, pero no tenemos porque ser atendidos por avinagrados que lo expresan constantemente a través de su pésima conducta. Mi recomendación es decírselo claramente, por supuesto hacer la reclamación correspondiente a la empresa, para que cuidan lo esencial en toda compra y en toda venta, como es un trato cordial hacia los consumidores. Si la educación y las formas se pierden cada vez más, no nos puede extrañar que quienes más simpatía deben mostrar sean a diario el peor ejemplo con el que resulta fácil toparse tras un mostrador de tantos que hay.

 

Miguel del Río