Fe y Obras

 

Días de la Luz

 

 

 

20.12.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Quiso Dios que el hombre,
creación suya y semejanza,
tuviera la salvación
al alcance de su nombre.

Quiso el Padre del Cielo,
misericordioso y bueno,
que su imagen no cayera
en la fosa y no volviera.

Quiso nuestro Hacedor
justo por bien supremo,
que no prevaleciera la muerte
sino la vida primero.

Quiso Quien todo lo hizo,
con su libre Voluntad,
que en la plenitud del tiempo
naciera su Hijo, que naciera ya.

Y vendría pequeño, como criatura,
no en lugar poderoso
sino en la noche bien oscura
adorado aquel día, venturoso.

El Niño, llamado Emmanuel
por ser Dios entre nosotros
en una cueva vino a nacer
pero con alegría y gozo.

Lo vieron los sencillos de Dios,
aquellos a los que les fue anunciado
que se les había dado un gran regalo
de parte del Creador amado.

Había nacido la salvación,
y nace la Luz del mundo
cada día cuando no olvidamos
que había que enderezar el rumbo
de la barca que nos lleva
hasta la vida eterna,
que es lo que Dios, Padre nuestro,
quiere y espera de su descendencia.

Loado sea Dios, loado y alabado
Quien, pudiendo olvidarnos,
quiso que su Hijo viniera a salvarnos.
Loado el Señor, alabado
y nunca olvidado sea en nuestros corazones
que por gracia tienen al Padre,
al Espíritu habitando y al Hijo donado.
Amén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net