Fe y Obras

Camino a Pentecostés

 

 

20.04.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

Hace muy pocos días que la Resurrección de Nuestro Señor ha llenado las calles de nuestra patria de multitudes de representaciones acerca del encuentro del Hijo de Dios con su Madre, María. Y ha sido, como no puede ser de otra forma, un momento ciertamente misterioso porque, que se sepa, no se sabe de tal encuentro, digamos, en las palabras bíblicas pero sabemos que es imposible que eso no se produjera como recoge la Tradición o, al menos, la costumbre espiritual de creer que lo mejor ha de haberse producido por ser lo mejor.

Pero ahora, una vez que ha pasado tal momento, recordado, de la historia de la salvación del ser humano, es que nos corresponde otro: vamos camino de otro momento histórico: aquel en el que Iglesia de Cristo dio comienzo su verdadero camino, su primer camino. Y tal momento es Pentecostés. Y es que los Apóstoles, al recibir entonces el Espíritu Santo, supieron que no podían quedarse mirando, cuando lo hicieron, al cielo sino que debían ponerse en marcha.

Pero eso, aquello que entonces sucedió, ya sucedió entonces y ahora, ahora mismo, nosotros debemos cumplir con la misión que tenemos encomendada y la que el Espíritu Santo (protagonista de aquel momento histórico) tiene un papel más que importante.

Sobre la misma, corresponde a cada uno de nosotros, hijos de Dios conscientes de serlo, saber a qué atenernos. De todas formas, no es poco cierto lo que dejó dicho el emérito Benedicto XVI en la homilía del 31 de mayo de 2009:

“Los Hechos de los Apóstoles nos sugieren, por último, otro pensamiento: el Espíritu Santo vence el miedo. Sabemos que los discípulos se habían refugiado en el Cenáculo después del arresto de su Maestro y allí habían permanecido segregados por temor a padecer su misma suerte. Después de la resurrección de Jesús, su miedo no desapareció de repente. Pero en Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se posó sobre ellos, esos hombres salieron del Cenáculo sin miedo y comenzaron a anunciar a todos la buena nueva de Cristo crucificado y resucitado. Ya no tenían miedo alguno, porque se sentían en las manos del más fuerte.”

Por eso ahora, ahora que estamos camino de Pentecostés, debemos plantearnos muy seriamente que no cabe el miedo en nuestra misión de transmitir la Buena Noticia porque con miedo no hay ni Noticia ni Buena sino, al contrario, el hecho de ser vencidos por el Mal.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net