Fe y Obras

Ahora resulta que Cristo dijo lo que le vino en gana

 

 

23.02.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

Ciertamente, hay creyentes católicos (se supone) que por sostenella y no enmedalla son capaces de hacer eso, sostener lo increíble, cuando deberían, simplemente, atenerse a lo dicho por el Mesías.

Al parecer, estamos en tiempos relativistas. Bueno, eso ya lo sabemos más que bien. Lo que no sabíamos es que había quienes, en el seno de la Iglesia católica, gozaban con los mismos y, en materia de fe, querían aplicar los principios cambiantes y volanderos del mundo a su propia fe.

En realidad, sí sabíamos que esto estaba pasando pero por ver si era una mala fiebre o un virus temporal, hacíamos como que eso lo curaría el tiempo. Pero no, el tiempo no está curando nada sino, en todo caso y como puede verse, haciendo que las cosas vayan a peor. Y es que no hay nada peor, valga la redundancia, que querer contentar al Santo Padre sosteniendo lo que sea con tal de quedar bien con quien se quiere quedar bien.

Todo eso lo decimos porque el superior de los jesuitas (¡Quién te ha visto y quién te ve orden de San Ignacio!) ha tenido a bien decir que hay que “reinterpretar a Jesús”. Y no se refiere, así, en general (lo cual sería más que grave) sino en el tema del matrimonio y del divorcio. Y ya sabemos que eso lo dice y lo mantiene porque se ha de referir al tema de la comunión de los divorciados vueltos a casar… Vamos, que ya sabemos del pie del que cojea este buen hombre jesuita.

En una entrevista, género en el cual se sostienen las cosas más peregrinas como si se tratase de doctrina firme (vamos, como si todo lo dicho fuera a misa), dice esto:

“Pregunta. – El cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, ha dicho a propósito del matrimonio que las palabras de Jesús son muy claras y que ‘ningún poder en el cielo y en la tierra, ni un ángel ni el Papa, ni un concilio ni una ley de los obispos, tiene la facultad de modificarlas’.

Respuesta. – Antes que nada sería necesario comenzar una buena reflexión sobre lo que verdaderamente dijo Jesús. En esa época nadie tenía una grabadora para registrar sus palabras. Lo que se sabe es que las palabras de Jesús hay que ponerlas en contexto, están expresadas con un lenguaje, en un ambiente concreto, están dirigidas a alguien determinado.”

Es decir, que para este jesuita lo dicho por Jesús fue en un contexto y que, más o menos, dijo lo que le vino en gana como bueno para aquel contexto pero que hoy, hoy día, las cosas van por otro camino y hay, sencillamente, que “adaptar” la Palabra de Dios a lo que más convenga, a los tiempos en los que vivimos o, en fin, a lo que en cada momento sea necesario adaptar.

Y, luego, esto otro:

“Pregunta. – Entonces, ¿también es discutible la afirmación en Mateo 19, 3-6: «Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre»?

Respuesta. – Me identifico con lo que dice el Papa Francisco. No se pone en duda, se pone en discernimiento…”

Como diría el gran Cantinflas (en “El Padrecito”) “ya salió el peine” o, lo que es lo mismo, ya se descubrió el pastel.

Al parecer, no se duda de la palabra de Cristo (que es la de  Dios) sino que, simplemente, se discierne sobre ella.

A este respecto, “discernir” significa “Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas.” Y, en este caso, la Palabra de Cristo sigue siendo la que es y no otra. Por tanto, lo que se busca es la corrección de la misma por vía de la voluntad personal, discerniendo, queremos decir, lo que más conviene a los tiempos que corren.

Si eso no es esconder debajo de un celemín la Palabra de Dios, que venga el Señor y lo vea. Y es que no se quiere luz sino, al contrario, negritud y mundanidad, quedar a bien con el siglo.

Y todo esto, sólo, para no reconocer la equivocación que se está manteniendo desde el Vaticano. Por eso este buen hombre, Arturo Sosa Abascal, a la sazón nuevo superior general de la Compañía de Jesús, hace méritos cuando, en realidad, no se trata más que de verborrea que causa escándalo a los sencillos en la fe.

Y  ya sabemos lo que dijo Cristo acerca de eso y de la piedra de molino. Aunque, claro, según algunos, a lo mejor el Hijo de Dios se refería a que se utilizara para otra cosa que no fuera para aplicar el merecido castigo a quien eso haga.

Vaya usted a saber…

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net