Fe y Obras

Octubre, también mes de Cristo y María

 

 

29.09.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

En materia de fe, acotar la misma a determinados momentos no deja de ser una manifestación de cortedad. Y nos explicamos… para que se nos entienda.

Por ejemplo, si decimos que Cristo nace en un determinado día del año y a tal momento se la unen una serie de sentimientos de bondad, de caridad, de cariño, etc. no por eso el resto del año (que son muchos más días, claro está) vamos a estar refunfuñando, odiando al prójimo, etc.

Con eso queremos decir que la fe no puede estar limitada espacialmente a tiempo o momento concreto sino que la misma ha de tener un sentido completo, en cada momento de nuestra vida. Así, siguiendo con el ejemplo anterior, Cristo nace cada día, ha de nacer cada día y el amor, al cariño o la bondad cada día han de estar en nuestro corazón.

Pues bien. Eso pasa con el mes de octubre, dedicado, especialmente, al Santo Rosario.

El Santo Rosario es una manifestación de fe católica a la que Satanás tiene mucha manía, rabia, odio, aversión. Y sólo por eso nuestra devoción por el rezo del Santo Rosario debería procurar al Diablo una bofetada grande y poderosa. Y que sea cada día para que no se olvide a Quien amamos y en Quien recordamos porque Belcebú odia a la Madre que es la llena de gracia (que él perdió al odiar a Dios) y desprecia a Cristo que está por encima del Ángel caído y sus discípulos…

Pero, por otra parte, la importancia que debe, que tiene, para nosotros el Santo Rosario, viene más que expresada (para los que puedan dudar de tal devoción) en las 15 promesas que hizo la Santísima Virgen María a Santo Domingo e de Guzmán a favor de los devotos del Santo Rosario que son, a saber, las que siguen:

1.    El que me sirva constantemente, recitando mi Rosario, recibirá una gracia especial.

 2.   A cuantos recen devotamente el Rosario, les prometo mi singular protección y grandes favores.

3.    El Rosario será un arma potentísima contra el infierno, destruirá los vicios, disipara el pecado y abatirá la herejía.

4.    El Rosario hará florecer la virtud y la santidad, atraerá sobre las almas copiosas misericordias de Dios, retraerá el corazón de los hombres del vano amor del mundo, para llevarlo al amor de Dios y encenderlo en el deseo de las cosas eternas. ¡Oh cuantas almas se santificarán por esta devoción!

5.    El que a Mí se encomienda por medio del Rosario, no perecerá.

6.    Todo el que rece devotamente el Santo Rosario, con la consideración de los Sagrados misterios, no será oprimido de la desgracia sino que se convertirá si es pecador, se conservara en gracia si es justo y se hará digno de la vida eterna.

7.    Los verdaderos devotos de mi Rosario, no morirán sin sacramentos.

8.    Quiero que los que recen mi Rosario, tengan en vida y en la hora de la muerte la plenitud de las gracias, y sean admitidos a participar de los meritos de los bienaventurados del Paraíso.

9.    A los devotos de mi Rosario yo los librare del purgatorio el mismo día de su muerte.

10.  Los verdaderos hijos de mi Rosario gozaran gran gloria en el cielo.

11.  Todo lo que pidas por mi Rosario lo alcanzaras.

12.  Los que propagan mi Rosario serán socorridos por Mí en toda necesidad.

13.  He obtenido de mi Divino Hijo que los miembros de la Cofradía del Rosario puedan obtener por hermanos a toda la corte celestial, en vida y después de la muerte.

14.  Los que rezan mi Rosario son mis hijos y hermanos de Jesucristo, mi Hijo Unigénito.

15.  La devoción a mi Rosario es una señal de predestinación.

¿Podemos hacer otra cosa distinta a gozar y rezar el Santo Rosario cada día y a ofrecerlo por santas intenciones? ¿Se puede recibir más con apenas media hora de nuestro “ocupado” tiempo?

La respuesta es clara: no, no y setenta veces no.

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net