Fe y Obras

Seguir pidiendo a Dios por Asia Bibi

 

 

23.07.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Alguien puede decir que las cosas no van mal del todo. Y lo decimos porque, al parecer, a la cristiana Asia Bibi parece que le han dado una oportunidad para que viva. Y es que quien corresponda del sistema judicial de su nación ha suspendido la aplicación de la pena de muerte.

Las cosas, sin embargo, no parecen del todo esclarecidas. Según parece nuestra hermana Asia Bibi, encarcelada injustamente por, supuestamente, haber ofendido al Islam (¿?) podría salir a la calle pero no es conveniente que así sea porque los más malvados de los musulmanes han decretado su muerte. Y ya sabemos lo que eso significa por según qué tierras y según que religiones.

Entonces… Asia Bibi sigue en la cárcel. Donde entró de forma impresentable porque los cobardes de entre sus conciudadanos quisieron vengarse de ella y un sistema judicial totalmente mediatizado por el islamismo más radical… allí ha de seguir. ¿Qué tipo de justicia es ésa?

Nosotros nos tememos lo peor porque tenemos constancia (hemos visto y escuchado mucho al respecto de casos similares) de cómo se las gastan los hijos de Satanás que han tomado al Islam por el gusto de sus caprichos supuestamente religiosos.

En realidad, debemos seguir haciendo lo mismo que hasta ahora hemos hecho (como mínimo) que es pedir a Dios porque Asia Bibi salga de prisión y se vaya de su nación lo antes posible y para volver sólo cuando las cosas estén calmadas del todo que será, seguramente, nunca.

Asia Bibi está pagando de forma bastante asqueante por lo que algunos entienden que es la voluntad de Dios. Son los mismos que creen que la misma consiste en lo que ellos quieren que sean. Toman al Todopoderoso por un asesino que bendice sus cortes de cuello y sus matonas siembras de bombas allí por donde pisan sus malhadados pies.

Asia Bibi es una cristiana que está pagando, precisamente, por el hecho de serlo. Y es que aquellos que no comprenden ni quieren nada del Amor de Dios sino que toman el odio y la envidia del ángel caído al que llamamos Satanás no son capaces de ver en el corazón de la injustamente encarcelada que no hay odio sino, en todo caso, comprensión por saber que no pueden hacer otra cosa los que se dejan llevar por la concepción de una religión a la que quieren controlar para hacer de su capa un sayo o, mejor, de la capa de los otros su propio sayo.

Nosotros, de todas formas, confiamos en la justicia de Dios. De la misma no les va a librar nadie. Pero nadie, nadie.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net