Fe y Obras

¿Matar en nombre de Dios?

 

 

09.01.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Han sido muchas las veces que, a lo largo de la historia de la humanidad creyente desde que apareció el Islam, se ha utilizado a Dios de una forma poco entendible.

Los católicos, por ejemplo, sabemos que Dios es Amor, así escrito con mayúscula. Y lo sabemos porque ha demostrado y demuestra que lo es. Otra cosa no podemos decir y, como suele decirse, a las pruebas nos remitimos.

Al entender que Dios es Amor hacemos, procuramos hacer, lo mismo en nuestras vidas. Por eso Jesús dijo que debíamos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y lo dijo en la seguridad de que sólo una persona enferma psicológicamente puede quererse mal así misma y, por tanto, incluso llegar a hacerse daño.

Por eso tenemos ese mandamiento, resumen de otros muchos, de tener en cuenta a nuestro prójimo. Y por eso a nadie se le ocurre ir por ahí matando a otro y, cuando lo hace, algo muy malo ha pasado en su corazón.

Sin embargo, los hechos acaecidos en Paris hace apenas unos días (asesinato de 12 personas) nos llevan a pensar cuál puede ser la razón última, o primera, de que dos hermanos musulmanes hayan decidido hacer lo que han hecho.

En realidad ya sabemos cuál es la razón que les ha llevado a eso. Sin embargo, se nos hace difícil que sea la que ellos han utilizado como justificación y como base de un acto tan absurdo, tan criminal y tan inhumano como es irrumpir en una reunión y balacear a todos los que allí se encontraban.

Decimos que sabemos la razón que argumentan este tipo de equivocadas personas porque no es la primera vez que hacen eso ni será la última. Y es que se trata de Dios.

¡De Dios!

Sí, bien sabemos que el grito fue, como suele ser habitual, ¡Ala es grande! Entraron a matar sanguinariamente teniendo en su corazón al Creador y creyendo que lo hacían en su nombre. Es más, que han de tener un gran premio por hacer eso y, por desgracia, por lo que aún puedan llevar a cabo (a estas horas aún no han sido detenidos pese al gran número de personas que los buscan)

¿Qué pensar?

En primer lugar, pedir a Dios por el alma de unas personas, se dicen creyentes en el Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) que creen que pueden matar sirviéndose de Quien es todo misericordia; en segundo lugar, pedir a Dios que en su Juicio tenga en cuenta que habían sido engañados por otros más poderosos que ellos y que no habían llegado a comprender lo que es el Amor del Padre a quien, seguro, se dirigen en sus oraciones; y, en tercer lugar, pedir a Dios que, a los demás, nos dé la suficiente capacidad de perdón como para no querer responder a la violencia con otra que sería mucho peor: la de aquellos que, sabiendo que otros hacen mal lo que hacen quieren utilizar sus mismas erradas armas.

Es bien cierto que hay muchos que aún están en las mismas que estos dos hermanos franceses de religión musulmana. Pero debemos pensar, nos conviene pensarlo así, que somos más los que estamos pidiendo a Dios por ellos. Al menos el juicio del Creador puede que no sea tan riguroso como, sin duda, merecen.

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net