Fe y Obras
Cuando incitar al odio y a la violencia sale gratis
30.10.2014 | por Eleuterio Fernández Guzmán
“Artículo 525
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”.
Este texto corresponde al Código Penal que está vigente en España desde hace muchos decenios de años y, claro está, actualizado según se han ido produciendo las circunstancias que afectan a tal parte del derecho.
Las cosas no dejan lugar a duda alguna: es un delito incurrir en lo que tal apartado dice. No hacen falta muchas explicaciones.
Pues en España según a quien se ofenda la cosa importa, exactamente, un pepino, un rábano, un comino.
El caso es que el museo Reina Sofía ha tenido a mal admitir una exposición en la que, entre otras lindezas (además, por ejemplo, de defender el aborto y proclamar un Padre Nuestro blasfemo) se encuentra algo así como una caja de cerillas (ya sabemos para qué se usa tal instrumento material) en las que consta esta leyenda:
“La única Iglesia que ilumina es la que arde”
Esto, dicho así, además de ser algo de muy mal gusto, da la impresión de que llama a la persona a procurar que eso pase.
Eso supone una verdadera ofensa a los sentimientos religiosos cristianos pues lleva puesta una imagen, en efecto, de un Templo cristiano (con su cruz y todo para que nadie se lleve a engaño)
Pero es que, además, si eso pudiera dar la impresión de que no incita a la violencia, más abajo cometen una tropelía grande que sólo puede haber sido causada por personas bien torpes o bien seguras de que nada les va a pasar. El caso es que en tal caja de cerillas dice, al referirse a lo de que la mejor Iglesia que ilumina es la que arde, dice esto:
“¡Contribuya!”
Es decir, que piden que quien quiera, en aras de no se qué progresismo, colabore en quemar iglesias.
¿No es esto una clara incitación al odio y a la violencia?
Quien no vea que eso es así debería hacerse ver su corazón porque lo debe tener bastante podrido.
Por otra parte, ¿es que en España no hay jueces o fiscales capaces de poner en su sitio a quien se merece ser puesto en su sitio?
Por eso hemos titulado este artículo de la manera que lo hemos titulado. Y es que, por desgracia, incitar al odio y a la violencia contra los cristianos está muy de moda. En verdad, siempre lo ha estado pero ahora, ahora mismo y dadas las circunstancias propias de España… la cosa va demasiado lejos. Vamos, hasta el mismísimo abismo.
Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net