Fe y Obras

Vacaciones siempre con Dios

 

 

27.06.2014 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Tiempo de descanso.

En determinadas épocas del año el ser humano español (y el que no lo es, también) decide que ha llegado el momento de parar. Por uno días, como se dice, “cambia el chip” y se dedica a otras cosas que no tienen que ver con el trabajo (quien lo tenga, claro está) o con su habitual hacer.

Es un tiempo gozoso porque se puede estar con la familia de una forma más completa y se pueden hacer cosas que, de ordinario, por las circunstancias de la vida, no pueden hacerse.

Es un tiempo en el que optamos, a lo mejor, por hacer algún viaje o, simplemente, por quedarnos donde habitualmente vivimos. El caso es que todo cambia. Decimos que para bien pues el cambio, en la rutina, siempre puede ser provechoso.

Bueno. Eso es lo ordinario porque en materia de fe también suelen haber “cambios”.

No es fácil negar que siempre podemos poner excusas para hacer lo que podemos llegar a hacer.

Si, por ejemplo, hemos “emigrado temporalmente” a una zona rural no es imposible argumentar que estamos lejos de una Iglesia. Ir, así, a la Santa Misa se puede tornar, para espíritus flojos, en algo de toda manera inalcanzable…

Si, por ejemplo, optamos por ir de viaje al extranjero la cosa se complica. ¡Vete tú a saber dónde hay una Iglesia!...

En fin. Cosas por el estilo. Y quien quiera puede negar que eso es imposible que se mire a sí mismo por si se encuentra en una situación de tal jaez.

De todas formas, esto no puede ser una regañina pues a cada cual le puede pesar su propia circunstancia. Hay que ser positivos en esta materia y tratar, al menos tratar, de buscar soluciones.

¿Qué podemos hacer en tales circunstancias?

En primer lugar, hacer todo lo posible para que a nuestro alcance haya un Templo donde acudir a la Santa Misa, a orar ante el Sagrario o, en fin, a estar un rato (largo si es posible) con Dios que, no obstante, es nuestro Padre.

También podemos hacer uso de los medios “modernos” (digamos, por ejemplo, Internet) para buscar algún tipo de remedio espiritual que pueda llenar el vacío de no acudir a la Santa Misa. Así, es un decir esto, existen páginas que transmiten la Eucaristía diaria que, aunque no sea un remedio totalmente eficaz puede mitigar algo la imposibilidad de asistencia a la celebración eucarística.

Pero también podemos rezar. ¡Sí! En vacaciones no está prohibido dirigirse a Dios, a Jesucristo, a su Madre la Virgen María, al Espíritu Santo o a los santos o beatos. Ellos siempre están a la espera porque tienen un horario de 24 horas todos los días del año y todos los siglos de la historia. ¡Ellos no se van de vacaciones!

Podemos decir, por ejemplo esto (aunque cada cual es libre de decir lo que buenamente le dicte el Espíritu Santo):

“Padre Dios,
siempre estás con nosotros
y nunca nos abandonas.
Siempre atiendes nuestras súplicas
y eres misericordioso con nuestras miserias.

En este tiempo de descanso
ayúdanos a no olvidarte
y a apartarte a un lado
como si no nos hicieras falta;
ayúdanos a no olvidar nuestra fe
que nos sostiene siempre
y siempre nos alienta a seguir una vida
acorde a lo que amamos.

Padre Dios,
Siempre nos ves y sabes que no siempre
te tenemos en cuenta o que te dejamos de lado
cuando nos creemos dichosos
siendo, entonces, cuando más deberíamos
darte las gracias.
Ayúdanos a amarte siempre y a siempre
buscarte.
En este tiempo de descanso
danos fuerza para acordarnos de Ti
y para ser hijos que tienen presente
a su Padre.

Padre Dios, en este tiempo de descanso
sé apoyo y quicio donde apoyar
nuestra débil fe.

Amén.”

Y así, cada uno puede atender a su corazón y tener a Dios en su vida. En este tiempo, también. Es más, en este tiempo, más que nunca pues el descanso que se nos proporciona también es cosa del Creador que nunca nos olvida y siempre sabe lo que nos conviene.

Eso… también.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net