Fe y Obras

Matar siempre es matar

 

 

26.12.2013 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Siguen hablando de derechos contra los que ha ido el Ejecutivo de Mariano Rajoy cuando, en realidad, no ha hecho más que aplicar la técnica del disimulo para que todo siga igual que es, verdaderamente, que todo vaya de mal en peor y de bajada hacia el abismo.

A pesar de lo que es esto aún se mantiene la especie según la cual matar puede hacerse si se sirve, con la muerte, algún interés ideológico.

Por muy aberrante que pueda ser el intento, siquiera, de plantear la posibilidad de que acabar con la vida ajena sin menoscabo de la vergüenza o sin que la propia conciencia cumpla su función.

Pues por mucho que se pueda decir, y hacer en contra de la legislación que favorece la muerte de ciertos prójimos, podemos decir que quedan muchas personas que se creen Dios y pueden decidir, por su simple quiero y puedo, sobre la vida del nasciturus.

Podemos decir que resulta, de todo punto, insoportable, que ha personas que se empecinen y se emperren en defender lo que es indefendible. Es más que lleven las cosas hasta un extremo verdaderamente incomprensible. Esto, además, es triste, porque supone sostener lo contrario a lo bueno y mejor que no es otra cosa que la vida y su defensa como eje sobre el que hacer valer una existencia humana que pueda tenerse por coherente con su propia naturaleza.

De todas formas, algunas voces se han alzado defendiendo, en alguna forma, la nueva, que puede ser, legislación al respecto del aborto que puede aprobarse, cuando eso sea, en España. A lo mejor quieren aplicar eso del “mal menor” y, quizá, por, según los datos y las previsiones de menos muertes, se alegran, en cierta manera, de lo que puede venir.

A uno no se le ocurre nada de bueno en el hecho de que mueran miles de seres humanos menos porque lo peor es que pueda morir uno sólo aplicando leyes y reglamentos a gusto, al parecer, de los Herodes de turno y de sus adláteres bien pensantes y políticamente correctos.

Decimos esto porque puede haber cierta confusión que no podemos sostener. Matar siempre es matar y defender menos muerte por bien de que no haya tanta muerte es hacer de defensor, al fin y al cabo, del aborto… aunque menos.

Y es triste todo esto. Pero lo es porque casi podemos decir que ha vencido la teoría según la cual poco importa que haya aborto sino que se mate menos. Al parecer algunas muertes no están mal pues la sociedad así lo quiere.

¿Cómo es una sociedad que eso admite?

Algunos pueden decir, y es más, lo dicen, que si la evolución del pensamiento, que si las cosas son como son, que tampoco vamos a actuar como resortes de lo pasado…

Aborto

Sin embargo, una vida humana es una vida humana, lo es así como es, desde que Dios creyó que era muy bueno crear al hombre y a la mujer y los puso en el Paraíso para que fueran felices. Y, desde entonces, el derecho a la vida es, exactamente, inalienable. Pero es, sobre todo, indisponible o, lo que lo mismo, nadie puede disponer sobre la vida de otro ser humano como si no tuviera importancia o como si no valiera nada. Por eso es inadmisible la esclavitud y por eso no se puede admitir el aborto.

Es tan sencillo como eso. De aquí que no valgan excusas ni políticas, ni económicas ni ningún que otro subterfugio en el que se esconden los egoísmos y demás antivirtudes morales.

Aborto cero. Ninguno salvo, claro, los que por naturaleza se produzcan y que siempre se han producido en el seno materno. Lo demás no son más que formas de matar descargando la conciencia en la legitimidad legal.

Vamos, una pena y un desperdicio de pensamiento humano.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net