Fe y Obras

Lo que algunos pretenden

 

 

09.08.2013 | por Eleuterio Fernández Guzmán


El Papa Francisco ha supuesto, para muchos creyentes, una especie de solución para muchos de los “problemas” espirituales que tenían. No encontrándose bien en el seno de la Esposa de Cristo porque tiene por malas o negativas muchas de sus doctrinas, han tenido por muy buena la elección del que fuera Arzobispo de Buenos Aires.

En realidad, tales creyentes no podían saber nada de cómo era el nuevo Papa hasta que ha actuado. Pero lo que ha pasado es que se han basado en determinados gestos hechos por el Santo Padre para lanzar las campanas al vuelo y pensar que, en efecto, ahora ha llegado el momento del “cambio” para la Iglesia católica.

Sin embargo, ¿qué es lo que se pretende con eso?

Muchos católicos, seguramente, no se dan cuenta de lo que supondría, para el simple funcionamiento espiritual de la Esposa de Cristo, que se aceptaran las tesis de los católicos que, de forma continua, se han opuesto a la doctrina de la Iglesia católica y han manifestado que lo les gusta, nada de nada, lo que en ella pasa.

Pues bien, podemos imaginarnos qué pasaría al sentido propio de la Iglesia católica si la misma aceptara:

-El aborto

-El divorcio.

-La ideología de género.

-La manipulación genética.

-El sacerdocio femenino.

Y así podríamos estar un buen rato porque lo que se pretende es, sencillamente, cambiar de tal forma a la Iglesia católica que no sea, no ya la misma, sino que no tenga nada que ver con aquella que fundara Jesucristo y entregara las llaves de la misma a un tal Pedro que le había traicionado tanto, tanto, tanto.

Nadie debería caer en la trampa de dejarse llevar por aquellos que, como lobos con piel de oveja, quieren, hacen como que quieren, defender a la Esposa de Cristo pero, a la vez, la atacan por todos los flancos posibles y esperan el momento de asestar el golpe definitivo para que deje de ser lo que es. Y han fijado, tales (supuestos) creyentes su mirada en el Papa Francisco para que haga lo posible (a lo mejor en silencio) para que las cosas “cambien” según quieren que cambien.

Lo que algunos pretenden, por lo tanto, es dinamitar todo el edificio eclesial. Y así actúan porque tienen, y lo manifiestan, una voluntad clara y bien determinada y que es, ni más ni menos, aquella que consiste en sembrar cizaña para que cale entre los pequeños en la fe y, así, dañar a las piedras vivas que forman el edificio que, al fin y al cabo, es la Iglesia católica.

No dejemos, nunca, de orar pidiendo a Dios que otorgue luz al corazón de aquellos que no saben, en realidad, qué son en el seno de la Iglesia católica y dejen de buscar extrañas primaveras eclesiales.

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net